De tanto en tanto llegan a nuestros teléfonos celulares mensajes que buscan marcar las diferencias entre la "vida de antes" y la actual que está atravesada por las tecnologías. La pregunta básica, en este contexto, es cómo se podía vivir hace décadas sin un celular inteligente dado que ahora este aparato parece haberse transformado en algo más importante que el agua o los alimentos para sobrevivir en cada jornada.
Quizás esos mensajes son concebidos por personas algo mayores que no pueden comprender el nivel de abstracción -total- en el que caen los jóvenes cuando concentran sus ojos en las pequeñas pantallas de sus smartphones. Juegan, navegan de video en video por el sitio de youtube, chatean a través de whatsapp o bien suben fotos y videos propios a Instagram cuando no repasan lo que sus amigos postearon en las últimas horas. Suelen sumergirse aún más en ese mundo virtual sin atender a lo que sucede en el real cuando se calzan los auriculares.
Entonces comienza el debate entre sus padres, si está bien o está mal que los chicos dejen su cuerpo tirado sobre una cama mientras su mente y su espíritu vaya a saber por dónde anda. ¿Y cuántas horas permitir esta situación? ¿Cómo educar en valores a los chicos? ¿Cómo convencerlos sin llegar a obligarlos de dejar el celular para cumplir con las tareas?
Recientemente un comerciante de Rafaela pidió a jóvenes empleadas que cuando ingresaban clientes al local debían dejar su teléfono celular para brindar una correcta atención. Al no soportar estos "límites" al uso del teléfono en su lugar de trabajo, las chicas optaron por renunciar al trabajo. Difícil de entender, pero estas situaciones pueden repetirse en los casos donde la adicción a la tecnología no se puede controlar y se necesita chequear el teléfono para ver si llegó algún mensaje o repasar las redes sociales.
Los especialistas aseguran que es en el seno de las familias donde comienzan a sembrarse los valores en los chicos y que luego la escuela fortalece con la educación formal.
Vale la pena repasar un extracto de un artículo escrito por jóvenes en un suplemento estudiantil del diario español El País. "Actualmente la tecnología es una manera de vivir para muchos jóvenes. La utilización de las redes sociales y las tecnologías de móviles han dado un giro en la forma en la que nos comunicamos. Los adolescentes, acostumbrados a este modo de vida rodeado de estas técnicas, ya no sabemos utilizar otros medios que no sea la tecnología actual. Aunque estamos tan enganchados en estas técnicas que olvidamos por ejemplo cómo nuestros padres o abuelos se comunicaban sin ninguna dificultad y sin necesidad de estos medios, y es algo de lo que no nos hemos concienciado", consigna. "A medidas de que pase el tiempo, la sociedad evolucionará y las tecnologías aumentarán más provocando así que las nuevas generaciones cada vez estén más influenciadas con las tecnologías y que no sepan enfrentarse a la vida sin ellas", agrega esa perspectiva juvenil de lo que sucede en nuestra sociedad moderna.
Entre las consecuencias de este fuerte vínculo establecido entre tecnología y personas se destaca la la falta de atención de los alumnos hacia los estudios debido a estas avanzadas y novedosas tecnologías que distraen y que también modifican el uso del tiempo, ya que por ganar horas con el celular se dejan de practicar deportes u otras actividades artísticas, como estudiar música o dibujo.
Límites es la palabra clave, cómo hacer comprender a los jóvenes sobre el sentido de esta palabra es el desafío. A veces a los padres les cuesta imponerlos. Incluso hoy día no pocos adultos ceden ante la tentación de la tecnología postergando sus responsabilidades y compromisos.
Evidentemente "los tiempos cambian", siempre lo hicieron, pero ahora parecen hacerlo a mayor velocidad sin darnos tiempo a acomodarnos a una realidad que ya debemos adaptarnos a la siguiente etapa. Las zonas de confort se achican mientras crece la incertidumbre en escenarios móviles. ¿Cómo preparar a la juventud para estas nuevas exigencias, para estos entornos dinámicos e hiper competitivos? Algunas de las verdades y certezas de hace 20 años se desintegran en estos días, los valores se flexibilizan o se rompen en algunos casos.
La sociedad está en un proceso de cambio acelerado que obliga a adaptarse y reaccionar todo el tiempo. Las tecnologías remodelan los vínculos familiares, laborales e incluso replantean los modos de comunicarse con los amigos. En este marco hasta podemos perder la capacidad de asombro ante la revolución de la tecnología y su impacto en nuestra vida.