La Argentina necesita una urgente estadística sobre el estado de los caminos rurales y conocer cuáles son, mientras los productores reclaman que la recaudación de las tasas viales sea asignada a su mantenimiento, advirtió recientemente un documento de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA). En un país que apuesta gran parte de su futuro a la producción primaria y agregar valor a través de la agroindustria de avanzada, es indispensable invertir en una red vial que permita sacar los productos de los campos.
El obstáculo siempre gira en torno a las limitaciones presupuestarias que se registran a partir de secuencias donde se suceden crisis y ciclos de crecimiento todo el tiempo, sin poder superar esta lógica (maldita) y avanzar hacia un modelo de sostenible crecimiento cuyos frutos se repartan en forma equitativa. El economista jefe de FADA, David Miazzo, planteó que en la Mesa de Caminos Rurales se denuncia que ni siquiera hay un buen relevamiento para saber cuántos kilómetros hay de este tipo de redes. Al término de una disertación en la Rural de Palermo, el especialista destacó que en FADA se gestiona la aplicación Caminos Rurales donde se generan alertas que permiten saber cómo están algunas arterias. Se trata de alertas geoposicionadas en distintas partes del país y son para informar; de las generadas, 1.500, dos terceras partes, alrededor del 66%, informan caminos cortados o en mal estado, un tercio mantenidos y en buen estado.
El experto sostuvo que en general hay una queja generalizada por los caminos, no hay una estadística que te diga cuánta porción está bien y mal. Falta un posicionamiento geoposicionado, saber dónde están los caminos, cuáles son y atributos básicos de los mismos, una tarea que bien podría realizarse en momentos en que el desarrollo de la tecnología parece hacer todo posible, solo es cuestión de voluntad (política) y reunir recursos.
Desde FADA señalan que también hace falta mantener actualizado cómo están los caminos rurales para que los que tienen que aplicar los recursos ya sean consorcios viales o las provincias y sepan dónde priorizarlos a la hora de arreglar las vitales arterias para el campo que permitan sacar los productos de la tierra, desde una cosecha hasta la leche o la hacienda. Según Miazzo, hay organizaciones como consorcios viales, cooperativas, mesa de caminos y otras figuras que se encargan de abordar la problemática, y en todos el denominador común pasa por la participación de los propios actores, es decir los productores que deben asociarse para hacer lo que el Estado, en todos sus niveles, muchas veces deja de hacer.
El profesional puso como ejemplo que una ordenanza votada por todos los partidos políticos en el Concejo Deliberante ayuda a que se convierta en una política de Estado, que cuando cambie el intendente, ésta continúe. Siempre en lo que son impuestos se discute si son altos o bajos, pero fundamentalmente cuando se trata de las tasas viales, la recaudación debe destinarse al fin específico para el que fueron creadas. Porque los productores no se quejan tanto por el valor de la tasa vial sino que lo que se paga al municipio se vuelque a los caminos, remarcó el economista jefe de FADA.
Las tasas viales se cobran en provincias de Buenos Aires y Santa Fe donde están estimadas por litros de gas oil al año y siempre recaudan los municipios, apunta la entidad. En tanto a nivel provincial se recauda el impuesto inmobiliario rural que se deriva en parte al mantenimiento de caminos rurales. Cada partido bonaerense establece el valor de la tasa vial y representa lo que vale la producción, cerca de uno y medio por ciento de los impuestos en la provincia de Buenos Aires.
No deja de ser cierto que el estado de los caminos rurales va de la mano de las adecuadas obras de canalización. Porque después de una inundación que se lleva todo por delante sin respetar nada, los caminos de tierra o ripio quedan destruidos obligado a una rápida intervención para recomponer su transitabilidad. Como ha sucedido en el departamento Castellanos el año pasado cuando grandes extensiones de tierra -y pueblos- quedaron bajo agua, los caminos rurales quedaron fuertemente deteriorados. Cuando el agua se va, hay que reforzar partidas presupuestarias para mejorar su estado puesto que se trata de redes que no solo permiten sacar la producción sino que tienen impacto social pues facilita la asistencia de niños a las escuelas o que una ambulancia pueda llegar a atender una emergencia en un área rural.