Este sábado por la noche, el Anfiteatro "Alfredo Williner" se vistió de brillos y colores vivaces. En su primera jornada, los Carnavales Rafaelinos fueron la principal atracción de la ciudad, con sus calles y veredas colmadas. Pese a que en esta ocasión no se realizaron de manera tradicional, el evento cautivó a una gran cantidad de público que se acercó al lugar para disfrutar de una noche única.
La comunidad rafaelina ocupó cada hueco posible y algunos se quedaron parados observando todo desde arriba. No faltaron los más chicos que jugaban con espuma y la tiraban muchas veces en el aire, lo que le daba a esta fiesta un verdadero aire carnavalero.
Así, en la espera del comienzo de los carnavales, salió a escena la primera agrupación, "Delirio de febrero". Con sede en barrio Fátima, se sienten representados por la luna y por los colores violeta, naranja, negro y verde. Su elección de música fue actual, con el ritmo de canciones reconocibles por todos. Sus trajes tenían la presencia de estos cuatro colores. El cuerpo de baile se lució saltando y recorriendo el escenario, un gran despliegue de música y ritmo.
Luego fue el turno de "Anyalí", cuyo significado es 'ángel protector'. Esta agrupación tiene una particularidad: la cantidad de personas que se unieron y trabajan para este proyecto. Son alrededor de 150 en total quienes se ocupan de los trajes, la logística, los instrumentos y más. Entre niños y adultos, coparon el escenario con sus plumas, brillos y trajes bordados piedra por piedra. Colores vivaces como el fucsia, el amarillo, rojo, verde y azul fueron los protagonistas. Pero quizás, quienes más llamaron la atención del público fueron los niños en escena. La ternura invadió el lugar al ver bailar a una pequeña de tres años, con un traje a puro brillo, tirando besos en su despedida. Luego, se sumaron otros niños que bailaban al ritmo de los instrumentos y que demostraron todo el aprendizaje del año.
Se destacó, además, la venta de combos de fideos, pastelitos y más para poder solventar gastos anuales y también el arreglo de instrumentos y confección de los trajes. Un año de ensayos, práctica y entrenamiento para que la gente pueda disfrutar de un gran momento en el carnaval.
La última en salir a escena fue Quimey, con trajes amarillos y negros. Deslumbraron al público con su cuerpo de baile. También hubo presencia de niños en escena, que se movieron sin parar y cautivaron con su gracia.
Cabe destacar los puntos de venta de comida afuera del lugar, donde se podían adquirir combos en bebida y choripanes, principalmente. Además se podían comprar luces, espuma y juguetes para los más chicos.
Pese a que las comparsas han tenido menos protagonismo estos últimos años, a diferencia de los noventa, cuando estuvieron en auge, las agrupaciones siguen demostrando ganas y fuerza para salir adelante, para vivir momentos únicos como los de anoche, recuerdos inolvidables para las familias que pudieron ser parte.