La Palabra

La presencia de José Gabriel del Rosario Brochero

Mi veneración al Cura Brochero

En primer lugar debo decir que yo nací y viví mi infancia y juventud en Villa Dolores, Córdoba,  donde aún reside mi familia materna, a cincuenta kilómetros de Villa Cura Brochero. Por lo tanto, escuché hablar del Cura Brochero desde muy niña, no solo en mi hogar, donde recibí mis primeras armas en la fe Católica dada por mis padres, quienes siempre admiraron la figura de este sacerdote, sino también en el Colegio de la Esclavas del Corazón de Jesús donde cursé todos mis estudios primarios y secundarios. Esta congregación de religiosas, está muy ligada a la veneración de este sacerdote, ya que tienen a su cargo la Casa de Ejercicios Espirituales en la Villa, creada por el Reverendo Cura Brochero.

 

Mi testimonio

El 2 de julio de 1974 tuve un embarazo “tubario” roto -extra uterino o ectópico- por lo que se me intervino inmediatamente en el Sanatorio Moreno de Rafaela (Sta. Fe). A las cuarenta y ocho horas me intervienen nuevamente debido a la formación de adherencias intestinales. La infección continuaba razón por la cual me operan por tercera vez tres días después, todas las cirugías las realizó el Dr. Reynaldo Casabella. Debido a la gravedad del caso, fui trasladada al Sanatorio Parque de Rosario, ya que en ese momento no había sala de terapia intensiva en Rafaela. Tanto mi esposo -médico- como mis padres, a quienes un excelente amigo -Oscar Scalenghe- trasladó generosamente en auto a ese nosocomio, eran conscientes de la gravedad de mi caso. Los cirujanos diagnosticaron una septicemia muy aguda, y, debido a la debilidad de mi organismo, no resistiría una cuarta anestesia en diez días. Mi esposo se había ido a descansar, y era el único que debía/o podía firmar su conformidad. En ese momento mis padres entran en la Capilla del Sanatorio Parque -ignoro si aún existe- y le rezan al Cura Brochero, prometiéndole asistir a los Ejercicios espirituales, cosa que realizaron hasta que ambos fallecieron. Mi esposo no podía conciliar el sueño y regresa inesperadamente al Sanatorio donde se le informa acerca de la situación. Ante el pedido de mis padres, mi esposo firma la autorización de la cuarta intervención quirúrgica “consciente” de que sería muy difícil mi supervivencia. Me operaron por cuarta vez y dejaron abierto el vientre para curaciones locales. Cada vez que esto ocurría, mi madre rezaba al Cura Brochero y colocaba sobre mi hombro la estampa que tiene una reliquia de su sotana. Me colocaron un by-pass que, después de un tiempo, debían extraer para evitar problemas posteriores. Luego de un año, me realizaron estudios radiológicos y detectaron que el bay-pass se había reabsorbido -en ese momento, para asombro de los profesionales-, razón por la cual no fue necesaria otra intervención quirúrgica. Es mi deber agradecer profundamente a los Dres. Reynaldo Casabella del Sanatorio Moreno, José L. Sgrosso -cirujano- y Dr. Lavessio -terapista- del Sanatorio Parque, quienes siempre me trataron con mucho amor y profesionalidad y a la gente que en ese momento oró mucho por mi salud.

Después de los trámites correspondientes en el Arzobispado de Córdoba ante el Cardenal Raúl Francisco Primatesta y con todos los certificados médicos que solicitaron, la junta médica -último paso para considerarlo “milagro”- consideraron que era una “gracia” porque pudieron haber usado “un cierto antibiótico” del que no tengo idea del nombre. Debo aclarar que este medicamento NO existía en la década del ’70.

La noticia de la canonización del Beato Brochero no solo me alegró sino que me emocionó. Trajo a mi memoria la imagen de mis padres, mis hermanos, mis amigos y familiares que tanto pidieron por mi salud. Las veces que visité la iglesia con sus restos confirmé las miles de “gracias” que concedió. Pienso que se hizo justicia con alguien que en vida fue ejemplo de trabajo, lucha incansable, fortaleza, coraje y generosidad; y puedo asegurar que la oración es un arma válida para luchar contra grandes males.

 

En la causa de su canonización

En cierto modo algo tengo que ver. Estoy convencida de que los caminos y tiempos de Dios no son los mismos que los de los hombres. Después de veinte años, y por una conversación informal con el Padre Carmelo Greco en Italia, conocí los pasos que se siguen para la beatificación de un siervo de Dios. Justamente, en ese momento, él se desempeñaba como Notario de la causa de Pablo VI. Desde ese momento se dieron muchísimas “casualidades” que  yo los llamaría “signos de Dios”. El Padre Greco, a quien consideraba una autoridad en materia de “causas de beatificaciones”, y debido a lo que mi esposo médico explicó, fue  quien me alentó para que  me comunicara con el Padre Carlos Heredia, Vicario Judicial del Arzobispado de Córdoba y postulador de la causa de Beatificación de Brochero. Me puse en contacto con este sacerdote telefónicamente y luego me llamó para concretar una entrevista personal en la ciudad de Córdoba. Esto ocurrió el 20 de mayo de 1994. Decididamente puedo asegurar que me concedió una gracia. Debido al problema de salud muy serio por el que atravesé en 1974, mis padres, muy devotos de Brochero, rezaron muchísimo pidiéndole mi curación dejando su testimonio en el libro, que para tal fin, se encuentra en la Casa de Ejercicios ya mencionada.

 

Los primeros pasos para la canonización

Creo que el documento se elevó a Roma en l974 a la Congregación para la Causa de los Santos, organismo que estudia y decide la validez del proceso. Este año se decretó la validez y en ese momento comienza la discusión de la misma. Son trámites largos y laboriosos justamente por la prudencia que demuestra el Vaticano para tomar este tipo de decisiones. Te recuerdo que entre todos los milagros que se estudian solo uno es aceptado y reconocido. Y para tal efecto la Iglesia debe tomar una serie de precauciones y hacer estudios científicos que prueben que realmente la gracia concedida, no tiene explicación por medio de la ciencia. De esto no puedo hablar en profundidad  porque no estoy capacitada para hacerlo.

 

Semblanza de José Gabriel el Rosario

1) El Cura Brochero fue un verdadero testimonio de santidad en la tierra debido a su total entrega desinteresada  al prójimo por amor a Dios y, por lo tanto un ejemplo para imitar en este momento tan especial en el que los seres humanos demostramos un individualismo feroz que no mide las consecuencias y en el que la solidaridad y la generosidad evidentemente han pasado a segundo lugar. 2) Que tenemos una gran responsabilidad y compromiso de dar y ayudar a quienes necesitan de nuestras manos y esfuerzo. 3) Que la oración comunitaria y el rezo del rosario, son armas válidas para luchar contra grandes males. 4) El Cura Brochero demostró fortaleza y coraje ante las adversidades, y aceptación de las contrariedades que la vida le presentó a diario hasta el día que murió, ciego, (debido a la lepra que lo afectaba) con el rosario en su mano. Simplemente, un ejemplo de vida.

Autor: Raúl Vigini

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