Por supuesto que no vamos a plantear nada nuevo, ni siquiera curioso, si decimos que en la política se encuentra en deuda con los ciudadanos. Y viene desde hace muchísimo tiempo, tanto que han llevado a un país que se encontraba entre los más ricos del mundo a una situación que lo pone al borde mismo de su existencia como tal, una definición fuerte pero que al fin de cuentas no resulta exagerada pues con observar la realidad cotidiana es suficiente para sostener tal aseveración.
Entre muchos de los factores de esa realidad, donde la decadencia es tan marcada y pronunciada en todos los sectores, con indicadores que así lo reflejan y sostienen, tenemos por ejemplo que el único sector que ha sido realmente próspero en todas estas últimas décadas ha sido el político, tanto por sus excelentes sueldos -que en la mayoría de los casos no han experimentado ninguna clase de quita durante la pandemia, pero además por todo lo que significa el uso de las influencias, con el derivado de los negociados y corrupción siempre al alcance de la mano.
Con todos los sucesos políticos acontecidos estos últimos días, queda ampliamente ratificado que la política está con una enorme deuda con los argentinos, más allá de signos diferentes e ideologías distintas, aunque a decir verdad si bien la ideologización es utilizada de manera frecuente, suele finalmente convertirse en un acto de simulación para encubrir otras intenciones.
Cuesta admitir como los políticos, en este caso con mayoría de ellos ocupando cargos, confrontan a la vista de toda la población recurriendo a ardides, mentiras y fabulaciones sin siquiera sonrojarse, cuando los que observan todo este escenario de grosero drama -en otras circunstancias sería una comedia de muy baja estofa- están sometidos en gran parte a una serie de padecimientos que, tal como van las cosas, todo estaría indicando que va para largo, e incluso con claras perspectivas de agravarse más aún en lo inmediato. Es que el nivel de la economía actual, en franca caída, no da para ninguna clase de pronósticos que tengan un toque de optimismo.
Los sucesos recientes se fueron precipitando, uno tras otro y aceleradamente, para originar esta crisis de alta tensión política de la cual, todo indica que costará muchísimo poder salir, aunque a esta altura de los acontecimientos cabe preguntarnos si alguna vez salimos, si bien debe admitirse que al menos al inicio de esta nueva administración de Alberto Fernández existió una leve esperanza de ir dejando atrás esta grieta que divide a la Argentina, pero que ahora -queda bien a la vista- está más profunda que nunca. Estos hechos, es decir los más evidentes, comenzaron con el tratar de imponer una reforma judicial sacada a las apuradas, sin consenso y generando un enorme revuelo, sin dejar de apuntar que esta reforma en la Justicia es necesaria, pero de ningún modo de esta manera, a contrapelo de la realidad y con el objetivo poco oculto de favorecer la situación judicial de una persona y no los intereses comunes de toda la población, tal como corresponde.Todo lo cual, es decir su desenlace final, aún está en veremos.
Casi en simultáneo se produjo la toma de tierras, en una clara violación de los derechos constitucionales que protegen la propiedad privada, donde voceros del propio gobierno estuvieron en defensa de una actitud de claras características anárquicas, provocando nuevas tensiones, las que aún hoy no fueron resueltas y que suman más a este clima de intranquilidad social.
De tal manera llegamos a la gota que desbordó el vaso, el fuerte y contundente reclamo de la policía bonaerense, el cual se extendió más de lo debido al mostrar algunos excesos inapropiados, pero también una muy clara falta de capacidad de parte de las autoridades para resolverlo, siendo justamente la forma elegida por el presidente Fernández, cuando en realidad se trataba de un conflicto provincial. Eso hizo estallar la tensión a su máxima expresión, quedando a la vista un escenario realmente complicado, en el cual ahora deberá participar la Justicia, de la cual se aguarda esté a la altura de las circunstancias.