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La penúltima lección

MAFALDA// El personaje más entrañable de Quino.

Por Edgardo Peretti


Mienten todos los medios. No hay verdad. Hay trampa. Todos se apresuran a exponer el truculento asunto; ha muerto Joaquín Lavado. Nada más.

Percibo el rumor entre mis libros. Todos los sectores, todos los temas, todas las ediciones, se suben al estante de mi biblioteca/tesoro para saludar a su hija dilecta, la que hace un rato pasó la cincuentena de años. Sus amigos están con ella, y nadie sabe qué decir, porque no hay nada por decir, porque ya está casi todo dicho hace mucho.

Un sinfín de generaciones argentinas y tantos horizontes incomprendidos conocen la historia, la palpan, la repiten, la aman. Es imposible que alguien no la conozca y – mucho menos- que no se identifique con sus gestos, sus palabras o sus rabias.

Hay un silencio denso en el espacio. Nadie se atreve, aunque alguno cuente los libros, esas productos tan bellos como frágiles de las Ediciones de La Flor, que se rompían de tanto usarlo (leerlos) y que se iban yendo como hojas al viento en el otoño.

Todos fuimos un día Miguelito, o Felipe, o Susanita. Cada uno con su historia, con sus familias, con muchos que ya no están; incluso con “The Beatles” sonando de fondo.

Imagino las flores en la esquina de la calle Chile, en ese rincón de la gran ciudad; los pibes que no entiendan, los padres que recuerden y los llorones de siempre, como yo. Hay aroma a tristeza por ese barrio y por los ánimos de varias generaciones. No escapa mi ámbito, mis ilusiones.

Como siempre, como no podía ser de otra manera, el equilibrio lo aporta ella, la nena que nos cautivó a todos. “No teman, siempre estará vivo”.

Tiene razón. El que dejó este plano es el hombre, el que nos brinda esta penúltima lección de vida, Joaquín Lavado, porque la última es el amor a la vida. Quino será eterno.

Como Mafalda.

Autor: REDACCION

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