Con la pandemia nada es para siempre, las decisiones que se tomen sobre salud, educación y apertura de actividades económicas adquieren un carácter de provisionalidad y se impone un análisis sobre parámetros sanitarios para resolver los pasos a seguir. En la Argentina, en cierta forma nos hemos acostumbrado -a la fuerza- a avanzar o retroceder de fases que implica habilitar o limitar la circulación de personas y el funcionamiento o no de determinados comercios. Se trata de medidas dolorosas puesto que supone la incertidumbre sobre el futuro laboral de cientos de miles de trabajadores, que ante la imposibilidad de cumplir sus tareas en un local gastronómico o en una tienda sienten que pueden perder su empleo si un día el dueño - patrón ya no tiene espaldas para soportar los costos de la pandemia.
Hace meses en la Argentina, una postura optimista pretendía reanudar las clases presenciales en las escuelas en el segundo semestre. Incluso la Provincia de Santa Fe planeó con firmeza el regreso de los alumnos de los últimos años de los niveles primario y secundario a partir de septiembre, primero en localidades pequeñas y rurales a modo de prueba y luego extender la experiencia a centros urbanos con mayor población.
Sin embargo, la velocidad inusitada con la que se registran los contagios frenó cualquier posibilidad de volver a las aulas, al menos para unos pocos estudiantes. Nuevamente la falta de certezas sobre el ciclo lectivo y la continuidad de una extraña relación virtual entre los chicos, las familias y los docentes que además abre un interrogante gigante en torno a las formas en que se calificarán a los educandos que deben avanzar un casillero en sus trayectos pedagógicos.
Al respecto, el Consejo de la Calidad de la Educación que integran ministros, legisladores, académicos, gremialistas y legisladores recomendó al Ministerio de Educación que no se "condene" a la repetición, la estigmatización o a la deserción a los estudiantes que tuvieron dificultades para seguir el ritmo de las clases durante la pandemia de coronavirus. Sostuvo, además, que para el 2021 se deberán realizar adecuaciones para favorecer los aprendizajes, con mayor atención y apoyo en los sectores más desfavorecidos en las condiciones actuales.
El Consejo, conformado por 35 miembros permanentes, consideró como una cuestión central poder expandir las posibilidades de conectividad, equipamiento y provisión de contenidos y propuestas educativas de calidad en los contextos más vulnerables. Tras aconsejar no calificar con números a los alumnos, porque implicaría equilibrar situaciones totalmente desiguales en las condiciones de aprendizaje, recomendó el enfoque de una evaluación formativa, que debe ser clara para evitar confusiones.
A nivel nacional, estudiantes de las primarias y secundarias de Formosa y La Pampa son los únicos que reciben hoy clases en sus escuelas, con un sistema de horarios reducidos y rígidos protocolos sanitarios, mientras otras seis provincias debieron suspender o reprogramar el reinicio del ciclo por nuevos brotes de coronavirus que complicaron la situación epidemiológica en varios distritos.
En medio de la polémica sobre la continuidad de la educación por internet y la necesidad de recibir el servicio al menos en forma semipresencial para quienes tengan problemas de conectividad, las autoridades de La Pampa iniciaron el 14 de septiembre las clases para cerca de 13 mil estudiantes, aunque en algunas localidades debieron suspenderla por la circulación de la Covid-19, y en Formosa también se permitió el acceso al aula para las escuelas rurales y las capitalinas que tienen baja matrícula. En tanto, San Juan que fue la primera en reiniciar las clases el 10 de agosto debió dar marcha atrás a principios de septiembre por el aumento de contagios de coronavirus en varias localidades, mientras Catamarca, Misiones, Neuquén, San Luis y Santiago del Estero debieron cambiar sus planes para el regreso a las aulas y dejar en suspenso la fecha.
En La Pampa, los estudiantes regresaron a las aulas hace un semana luego de que el Gobierno de la provincia y los gremios docentes acordaron un protocolo sanitario en el contexto de pandemia para lograr la revinculación pedagógica y evitar la deserción escolar. Cada aula de cada escuela debió ser adecuada, con bancos a una distancia de dos metros, los elementos de higiene como alcohol en gel y la señalética que indica donde deben circular. Además, los recreos no se comparten, las jornadas son reducidas, la asistencia no es toda la semana, las aulas tienen 10 personas en total (9 alumnos y un docente) y el programa contiene un 10 o 12% de la matrícula.
En Santa Fe, con el constante aumento de casos de Covid que según especialistas continuará en octubre, se reducen al mínimo las posibilidades del regreso a clases en lo que resta de este 2020. De todos modos, las decisiones se toman día a día según la foto del escenario epidemiológico, por lo que no hay que descartar nada.