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"La Nave" trae la tecnología y la novedad al Festival de Teatro

Por Fiorella Martina

“La nave” es una experiencia individual y subjetiva, una vivencia intensa que, a pesar de tener una corta duración, juega muy bien con el ‘después’. Al salir de allí, de ese mundo, de esa realidad disruptiva que parece fracturarse en cuestión de minutos, hay una sensación de pérdida y también de hallazgo trascendental, una sensación de irrealidad, de estar pisando arena movediza.
Esta obra juega con lo perturbador y lo lleva más allá, lo hace suyo, propio. Con las palabras, gestos, miradas y movimientos justos, los protagonistas de esta obra teatral/cinematográfica calan hondo en cada fibra del espectador; en un galpón oscuro, estos dos hermanos ocupados en el mantenimiento de robots, exploran los límites del que observa y lo hacen parte de la escena.
En diálogo con LA OPINION Ramiro Rodríguez, director de La Nave, comentó al respecto: “Esta es una primera etapa de poner a prueba una experiencia que tiene como objetivo provocar, perturbar, interpelar. Hasta el momento, tenemos muy buenas experiencias en estos primeros días. La gente reaccionó de la manera que siempre imaginé. Hay quienes más, hay quienes menos, hay quienes me sorprenden muchísimo… Está cumpliendo el objetivo con el que fue creada”.
Con los avances tecnológicos vigentes, “La Nave” es una clara demostración de que lo artístico puede verse atravesado por estas novedades, como es el caso de los lentes de realidad virtual. Este es un objeto que genera tecnología informática para hacer creer al usuario que está sumergido en una realidad alterna. El objetivo de estos sistemas es introducir completamente al usuario en un ambiente de simulación. Esto implica que todo lo que perciba a su alrededor, ya sea gracias a los lentes de realidad virtual o al sonido, sea lo más real posible; incluso, brindándole la posibilidad a las personas de moverse, aumentando así el sentido de inmersión. “La Nave” cumple con la técnica y el arte; combinadas, producen diversas sensaciones y emociones. Desplazarse permite que el espectador interactúe con ese galpón oscuro, con los objetos y las bots en reparación. El ambiente que se genera a partir de las luces, el espacio y el diálogo de los dos hermanos es de tensión absoluta.
“La idea nace de hacer un cruce de lenguajes y una tesis a responder que tiene que ver con qué pasa si se rompe la cuarta pared del teatro. Esta tesis ya está en el pasado, ya han pasado otras personas, otros autores. Acá el agregado es la tecnología. Quería doblar la apuesta sobre su uso, y como esta, a través del cruce de lenguajes, encuentra nuevas formas del relato. Ahí está el desafío personal como artista y como amante de la tecnología también”, agrega Ramiro.
En este sentido, la vivencia subjetiva provoca un sinfín de opiniones diferentes que parten de un mismo material. “Lo vivo en esta experiencia es que cada usuario pone ese vivo y lo observa desde infinitas posibilidades y configuraciones, porque cada uno elige qué ver al ser en realidad virtual. Se genera un filtrado, una decantación de la experiencia a través de su cuerpo, de las emociones, del habla... hay personas que hablan, lo que es increíble. Incluso se comunican con los personajes y lo hacen en voz alta. La variedad de todo eso es extremadamente rica”, concluye el director.
Tal como dice la sinopsis, esta pieza trabaja con temáticas tales como la moral derruida y la búsqueda de la libertad. Interpela al espectador, quien tiene la posibilidad de reflexionar al respecto. Quizás el futuro es “La Nave”, quizás es un adelanto de lo que vendrá, quizás no es más que una nave a punto de partir a colonizar Marte.

FICHA ARTÍSTICA Y TÉCNICA

Intérpretes: Inés Nosti, María Cecilia Tonón, Marilú de la Riva, Lucas Vilches, Pablo Pellegrinet.
Autores: Matías Brasca y Ramiro Rodríguez.
Dirección: Ramiro Rodríguez.
Asistente de dramaturgia: Luisina Valenti.
Producción: Julia Barreiro, Ramiro Rodríguez.
Asistente de dirección: Daiana Albanesi.
Maquillaje: Cecilia Franzetti.
Vestuario: Julia Barreiro.
 

Autor: REDACCION

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