Editorial

La naturaleza y el hombre

El futuro de la humanidad se juega, en cierta medida, todos los días del aquí y ahora aunque no solemos reparar en esta cuestión. Los gobiernos y las organizaciones supranacionales como Naciones Unidas tienen la obligación de empujar todo lo posible para adoptar medidas de protección del medio ambiente y frenar el cambio climático que se encamina a hacer más difícil la vida en la tierra. 

Pero el concepto de "futuro" es diferente. Para una familia pobre de la Argentina la preocupación es tener algo en la heladera cada día para poder tener un mañana, una semana que viene. Para un desocupado argentino, la prioridad es conseguir un trabajo que le permita vivir dignamente con el salario que percibe a cambio de su fuerza laboral. Quizás para una familia de clase media sus consignas se focalicen en salir de vacaciones y darle una buena educación a sus hijos, además de tener un buen auto, una casa confortable y un capital que pueda legar a sus hijos. 

¿Pero alguna familia prioriza en cada una de sus acciones al medio ambiente hoy día? ¿Nos ocupamos rápidamente de un problema como la pérdida de agua de una canilla en nuestra casa? ¿Hacemos una separación de los residuos recuperables de los orgánicos? 

Según Peter Green, experto que desde 1987 trabaja con el problema del agua, setecientos millones de personas carecen de este recurso para poder beber sin preocuparse por una enfermedad. Cada día mueren más de 800 niños a causa de la diarrea provocada por tomar aguas contaminadas, falta de servicios sanitarios y escasez de agua potable. Asimismo, sin acceso al agua limpia y confiable muchas comunidades quedan marginadas a la pobreza y atadas a enfermedades. Y si no se implementan cambios profundos, alerta Green, más temprano que tarde serán muchos más los millones de personas en esta situación. Y la profecía sobre una eventual guerra por el control del agua dulce -más del 97% del agua de la tierra está en sus océanos, mares y bahías, lo que quiere decir que es salada y no se puede tomar- se acercará peligrosamente, por lo que la crisis humanitaria y geopolítica.

Está claro que salvar la naturaleza es indispensable para el "bienestar" del ser humano. Al menos así lo sostiene Robert Watson, presidente saliente del grupo de expertos de la ONU sobre la biodiversidad que también estuvo al frente de su equivalente sobre el clima, el IPCC, lo que le permite aportar un punto de vista único sobre la interconexión entre estas dos crisis que amenazan a la humanidad.

Durante una entrevista con la agencia AFP, antes de la reunión esta semana en París de diplomáticos de 132 países sobre el oscuro estado de los ecosistemas mundiales, insistió en la importancia de la naturaleza para el "bienestar" de los seres humanos. Consideró que la degradación de la naturaleza tiene consecuencias sobre la seguridad alimentaria y el acceso al agua, la regulación del clima, e incluso sobre la cohesión social. 

De acuerdo a Watson, la manera en la que producimos la comida y la energía socavan los servicios que obtenemos de la naturaleza y la degradación a largo plazo de los suelos y la pérdida de microbios de los suelos comprometerán la producción de alimentos y la disponibilidad de agua limpia. Sobre cuáles son las principales causas del declive de las especies, enfatizó que los cinco factores principales de la pérdida de biodiversidad son los cambios del uso de las tierras (entre ellos la agricultura), la sobreexplotación (caza para la comida), las especies invasoras, la contaminación y el cambio climático. También hay dos factores importantes indirectos: el número de personas en la Tierra y el consumo per cápita.

Para 2050, la población pasará de 7.500 a 9.500/10.000 millones de habitantes, y probablemente a 11.000 millones antes de que acabe el siglo. Al mismo tiempo, el crecimiento económico se duplicará o triplicará para 2050. Los países desarrollados solo verán un aumento del PIB del 1 o 2%; las economías de los países en desarrollo una media del 4%.

Habrá el doble de gente que consumirá más, por tanto no es solo una cuestión demográfica, es una cuestión de consumo, dijo Watson.

Respecto a si el capitalismo es incompatible con la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, contestó que si bien no son contradictorios, la cuestión es ¿cómo garantizar una producción y un consumo sostenibles? Con una población más numerosa y más rica, ¿cómo podemos hacer para que el sistema agroalimentario, nuestro consumo de agua potable, sean sostenibles? ¿Podemos alimentar al mundo sin destruir la naturaleza ni cambiar el clima?.

Para Watson, hay dos modos para que todo encaje, pero esto necesita una verdadera transformación. No podemos continuar haciendo lo que hacemos hoy. No deberíamos usar el PIB como único indicador de nuestro crecimiento económico. Pero si le dice a las personas que deben reducir su nivel de vida, entonces dirán ¡Un momento! No reduciré mi nivel de vida, a pesar de que esto pudiera afectar a mis hijos y nietos.




Autor: REDACCION

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