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La música de las flores

POR EDGARDO PERETTI
La música de las flores. Autora: Florencia Forni Solaro. Ilustraciones de Noelia Villegas. Editorial Autores de Argentina, 2021.
Ser lector es una cosa. Escribir es otra y tratar de comentar una obra es algo distinto a todos. Afortunadamente para el mundo de las letras no soy crítico.
Sí, me considero un impulsor de las versiones donde los más jóvenes hacen de las suyas. Lo peor que le puede al ambiente es que las “vacas sagradas” intenten ser tan intocables como siempre y los más nuevos sigan en la gris impunidad del desinterés. Como dice un allegado, siempre ganando amigos yo.
“La música de las letras” es una obra especialmente diseñada desde lo visual en su presentación hasta lo inmenso del corazón en su esencia y expresión. Es poesía para la cátedra que otorga especial interés a las formas; en mi caso, es una manera de decir cosas de la manera que mejor le sale a uno.
Vuelvo al punto anterior. El libro llega con una envoltura de tela (de raso) gris) que se conjuga en un moño. Para acceder al gratificante papel hay que pasar antes por el sensual brillo de la tela brillante. Es una señal.
Luego, en su interior, coexisten unas bellas ilustraciones de Noelia Villegas que le otorgan una pátina de arte ilustrado a las letras, aunque para un aventurero del andar por la vida como el que suscribe termina siendo un momento de descanso. Creo.
Ya en la parte intestina, la autora expone como obertura un fragmento en prosa que dice “…a lo constantemente nuevo, a la inocencia fugaz, a la simple complejidad, a las personas amadas en que vivo. A la vida.”
Si uno pretende seguir leyendo debe prestarle especial atención a esta advertencia disfrazada (¿sin intención?) que FFS ofrece.
Después vienen los poemas. Cada uno llegará al lector en la forma y momento en que sea necesario. La poesía tiene tiempos extraños y contrariamente a las demás formas de escribir, requiere de una conexión muy especial de tiempo y espacio entre el que ofrece y el que recibe.
En el poema “Todo me habita” hay una primera síntesis que manifiesta “Mar, bosque, cielo: Todo me habita” (Las mayúsculas son del original) y esa es una síntesis. Advierto aquí un “todo” contundente y adelanto un hito de lectura que –sin sorpresas, lo admito- hallaré en “De todos los sonidos” cuando se dice “Lo/que/pasa/con el silencio/es que está lleno de Todo”, exhibiendo una especia de escalera hacia el secreto encanto de sentir cosas.
El amor, por ejemplo. Aunque aquí se lo lleva a un paroxismo con mucho de creatividad, ya que se lo menciona como “A-Mor”, en un título que desplegará en su primera estrofa sus dudas: “¿Cómo es amar amando?/¿Cómo es amar amándome?/¿Cómo es amar sin etiquetas ni clasificaciones?”.
Dejo para el final una pregunta que aparece como última pregunta de un trabajo”¿Dónde comienza el cielo?”.
Como síntesis personal, considero que en la obra hay una plena contundencia de sentires que conviven con una perseverancia de sueños que no deben marcharse jamás.
Quién lo sabe, amiga Florencia, donde estará ese límite del cielo. A esta altura de mis días creo que hay que dejar de buscar esa respuesta y, simplemente, disfrutar el espacio aunque sea límpido, aunque haya tormentas, aunque las nubes nos tapen el sol. Siempre habrá vida.

Autor: REDACCION

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