Editorial

La migración infantil

Motivada por la búsqueda del progreso o directamente para huir de una vida sin futuro, la migración infantil y juvenil en Latinoamérica registra en los últimos años registra un permanente crecimiento y en cierto punto se está transformando en algo así como un drama. Para Unicef, este tipo de procesos tiene aristas positivas como las mayores oportunidades educativas

en los países de llegada y el mayor bienestar en

los países de origen por efecto de las remesas;

la más alta protección que se obtiene al migrar

desde situaciones de violencia y riesgo social; y

la apertura de nuevos horizontes para ampliar las

experiencias de vida. Pero también hay cuestiones negativas, como la precariedad y exposición a más riesgos

en el entorno familiar cuando los padres migran y

los hijos quedan a cargo de terceros; la exposición

a abusos y violaciones de derechos en los procesos

migratorios; y la degradación del estatus ciudadano

en los países de recepción.

En este marco, sobre la base

de la Convención sobre los Derechos del Niño, es necesario garantizar el derecho a la identidad y la

nacionalidad, y a la protección frente a la detención

y criminalización en el marco de la migración

infantil y adolescente.

De acuerdo a datos de distintos organismos, los países que presentan mayor inmigración de niñas y niños en los últimos quince años son Costa Rica, Argentina y Venezuela provenientes respectivamente de Nicaragua, Bolivia y Colombia. Por otro lado, en países de Centro y Norteamérica se observa cada vez más la migración de niñas y niños no acompañados.

México es un país de origen, tránsito y destino de la corrientes migratorias, una problemática que pone en alerta a los gobiernos de América. En un reciente artículo de la Agencia Mexicana de Información y Análisis (Quadratín) firmado por Abigail A. Correa Cisneros, se advierte que la llegada de miles de menores migrantes a Estados Unidos se disparó en el último mes. En 2020, para finales de febrero, un total de 6.433 menores de edad habían sido asegurados en México por el Instituto Nacional de Migración, lo que evidencia las altas cifras de niños y niñas que viajan en condiciones de peligro. La mayoría llegan en caravanas, pero últimamente los menores han optado por avanzar en grupos pequeños, 

donde es mayor el riesgo a quedar a merced de grupos delictivos. Los impactos económicos y sociales son grandes, tanto para los países de origen como para los de destino, al grado que la Organización Internacional para las Migraciones considera que es uno de los problemas más acuciantes de nuestros tiempos. Aunque los hombres lideran las estadísticas de desplazamientos en el orbe, seguidos por las mujeres, paulatinamente los niños se suman al éxodo en busca del sueño americano tantas veces reproducido por el imaginario colectivo, sobre todo en las zonas rurales y urbanas donde la migración registra los mayores índices señala el artículo. 

Detrás de las migraciones latinoamericanas también se esconden negocios, al igual que con los migrantes que quieren ir de Africa o Asia rumbo a Europa y que dan lugar a dolorosas crisis humanitarias. Actualmente, el éxodo masivo se debe a los rumores desatados por traficantes de personas que quieren elevar sus ganancias a costa de la gente, anunciando falsamente que la frontera se está abriendo tras la salida del expresidente Donald Trump.

Por ahora, según puntualiza la agencia Quadratín, el gobierno estadunidense provee ayuda a los menores que llegan a su país fuera de la ley, al evitar la deportación o traslado a centros de detención y en cambio los menores son enviados en menos de 72 horas, como marca la ley, de centros de la Patrulla Fronteriza a albergues administrados por el Departamento de Salud y Servicios Humanos, y finalmente colocarlos con familiares o anfitriones verificados en Estados Unidos mientras sus casos son procesados pero con la llegada masiva estas acciones se están complicando.

La Patrulla Fronteriza está recibiendo un promedio de entre 400 y 500 más cada día. La gran mayoría son adolescentes de entre 15 y 17 años, procedentes de Centroamérica y México; el año pasado la mitad eran mexicanos, de acuerdo con datos oficiales. Es un problema alarmante ya que son los niños y niñas quienes más riesgo corren de ser víctimas de trata. Es que se enfrentan a la violación de sus derechos humanos, que van desde el maltrato, explotación sexual, trabajo forzado y abusos por parte de autoridades, deportados o encarcelados. Las postales de adolescentes mal vestidos y mal alimentados viajando sobre los techos de los vagones de trenes desvencijados en busca de sus sueños es una contradicción enorme. Y por ahora las respuestas oficiales a esta problemática es dispersa e insuficiente. 


Autor: REDACCION

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