Como tantas otras veces, los argentinos están inmersos en una economía en escala de grises donde el pesimismo se impone con claridad sobre el optimismo a partir de los indicadores sobre el comportamiento de los distintos sectores productivos. Más allá de que la esperanza es lo último que se pierde, con la certeza de que la economía argentina tendrá números negativos este año y en 2019, tampoco ayudan las estimaciones sobre el rumbo del escenario económico mundial.
Esta semana la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) realiza su reunión en la ciudad francesa de París donde aumentó la lista de preocupaciones con perspectivas nada alentadoras e instó a los Estados a prepararse para "tiempos más difíciles" y a reforzar su colaboración por temor sobre todo a la guerra comercial. Al mismo tiempo, el organismo rebajó otras dos décimas su previsión de crecimiento mundial en 2019 para situarla en el 3,5%, cuando en junio era todavía del 3,9%. Confirmó así la desaceleración del crecimiento mundial, aunque mantuvo sin cambios su proyección para este año, en el 3,7%, después de haberla bajado una décima en septiembre.
Negociar un aterrizaje suave siempre ha sido delicado, pero el ejercicio es hoy particularmente difícil, previno la jefa economista de la OCDE, la francesa Laurence Boone, que constata la acumulación de nubarrones en el horizonte. Identificó los mismos tres riesgos importantes que en septiembre: las tensiones comerciales, una subida de las tasas de interés estadounidenses más fuerte de lo esperado y que penalizaría a los países emergentes -como la Argentina- y una desaceleración importante de la economía china.
El sistema internacional que ha regido el comercio desde el final de la Segunda Guerra Mundial se ha debilitado, señaló la OCDE antes de repetir una vez más que "el proteccionismo no es la respuesta correcta". La economista jefe de la OCDE, Laurence Boone, consideró por su parte que "el comercio constituye la principal amenaza" para el crecimiento mundial. "Y la falta de diálogo es nuestra principal preocupación", agregó cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanzó una ofensiva contra los socios comerciales de su país, empezando por China. Esta guerra comercial, sobre todo la que libran Washington y Pekín, también podría acelerar la inflación -por el efecto que los aranceles tendrían en el precio de los productos-, lo que provocaría un aumento más rápido de lo previsto de las tasas de interés en Estados Unidos.
Ante el riesgo de un freno más brusco de lo previsto del crecimiento mundial, la OCDE instó a los gobiernos a "reforzar su cooperación y a prepararse para tiempos más difíciles", sobre todo para reaccionar conjuntamente con medidas presupuestarias.
La OCDE mantuvo sin cambios sus previsiones para la economía estadounidense, que continúa así uno de los ciclos de crecimiento más largos de su historia al ritmo de 2,9% este año y de 2,7% el que viene. En cambio, volvió a recortar sus proyecciones para la zona euro, cuya economía solo debería crecer este año un 1,9% y un 1,8% en 2019, una décima menos en ambos casos de lo previsto en septiembre. En tanto que para China, la organización redujo también una décima sus previsiones para este año, hasta el 6,6%, y el próximo, al 6,3%.
Argentina, en tanto, también se encuentra en un sendero más cercano al túnel del terror de los parques de diversiones que a un pasillo iluminado lleno de rosas. La OCDE empeoró sus pronósticos para nuestro país al proyectar que la economía caerá 2,8% este año y 1,9% en 2019, con un consecuente aumento del desempleo y de la pobreza. Nada que no sepamos ni vivamos día a día, pero también es cierto que conocer nuevos informes de este tipo no hacen nada bien a la motivación que se alimenta de la consigna "poner el hombro al país y el pecho a la crisis".
La previsión presentada en el reporte de noviembre significa un importante cambio en las proyecciones de la OCDE para la Argentina, dado que en el informe anterior había pronosticado que el país iba a experimentar una expansión del 0,1% en 2019. El organismo internacional explicó que sus previsiones para la Argentina empeoraron, porque el endurecimiento de las políticas fiscales y monetarias mantendrán a la economía en recesión lo que resta de este año y todo el que viene. Ese será el impacto real, según la OCDE, que tendrá la aceleración del ajuste fiscal para llegar al equilibrio de las cuentas públicas en 2019 y el endurecimiento de la política monetaria con tasas de interés récord que el Banco Central puso en marcha el 1 de octubre.
El organismo pronosticó que recién en 2020 se podría llegar a ver un repunte del 2,3% para el Producto Bruto argentino, aunque esto puede verse afectado por una contracción de la demanda doméstica mayor de la prevista durante 2019.