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La importancia de una persistente continuidad

POR ANTONIO FASSI
Cuando vemos establecido durante cincuenta años un precepto, una acción mancomunada, y ese hecho en sí, durante medio siglo continúa subsistiendo en constante crecimiento expansivo, no podemos menos que calificarlo como un suceso excepcional, no tan común si tenemos en cuenta su origen artístico, cuando la realidad nos muestra una aceptación masiva a nivel país. Y eso precisamente es lo que ocurre con el Pre Cosquín.
Quienes venimos siguiendo desde aquellos primeros certámenes -donde una veintena de subsedes presentaban sus artífices en música y danza- hasta la actualidad, donde setenta subsedes enviaron artistas ganadores a fin de competir en el Atahualpa Yupanqui en este certamen post pandemia, mucha agua corrió bajo los puentes del río Cosquín.
¿Por qué ese auge? ¿Por qué esa expansión masiva? Porque en el Pre Cosquín solamente se califica el verdadero arte del canto, la música y la danza, con calificados jurados que trabajan sin “acomodos”, donde toda la organización persigue un sabio dicho de Don Atahualpa Yupanqui: “El arte sirve para dos cosas: Alumbrar o Deslumbrar”. Y el Pre Cosquín “Alumbra”.
Los hechos, el país folclórico, los esforzados dirigentes, las concluyentes cifras de participantes, las provincias todas, el propio pueblo de Cosquín, nos muestran la innegable realidad de una inmortal y perenne secuencia cósmica. No hay misterios ni recónditos secretos.
Y el Pre Cosquín es toda una auténtica y evidente certidumbre. Lo sabe el pueblo, lo saben los artistas de todo el país, lo sabe toda persona que transita el arte con el corazón limpio, noble, puro y empapado de auténtico y verdadero amor profesional. El Pre Cosquín es una verdad absoluta. Y la Verdad ¡Siempre perdurará!
El templo-escenario de nuestra música nativa, que lleva el nombre del padre de nuestro folklore, Atahualpa Yupanqui, sigue siendo el místico sagrario, ansiado por quienes llevan en sus venas el germen latente de nuestra Tierra Madre.



Autor: REDACCION

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