Desde que nací. Mi padre era un ex periodista de La Prensa que trabajaba en cámaras empresariales y siempre escribía para las revistas de la Cámara de mayoristas de comestibles y era un apasionado de la historia. Nuestro dormitorio, compartido con mis tres hermanos tenía una enorme biblioteca con muchos libros de historia. Y recuerdo un fichero con datos sobre Lisandro de la Torre porque mi padre quería contestar sobre él en Odol pregunta. Desde que tenía nueve años hasta mi adultez todos los meses llegaba a mis manos y era coleccionada la revista Todo es Historia de Félix Luna. Cuando nació mi vocación docente -mi madre lo era de matemática y física- me decidí sin dudarlo por la historia.
Los estudios elegidos para formarme con esa vocación
Profesorado. Siempre quise ser docente y del nivel medio. En principio no me interesaba la investigación más que para mis clases.
Dedicarme a la investigación. Qué me motivó. Cómo lo abordé
Trabajé desde 1990 en el curso de ingreso al Colegio Carlos Pellegrini UBA y en el colegio también, cuando se unificó el curso con el Nacional Buenos Aires escribíamos los materiales para ser usados en clase. Luego Felipe Pigna que trabajó con nosotros en el ingreso y en el Pellegrini también me convocó para escribir dos libros de texto para editorial AZ El mundo contemporáneo en 2000 y La Argentina contemporánea en 2001. Allí comencé a investigar sistemáticamente pero como un pasatiempo fuera de las clases. Luego vendrían las actualizaciones del segundo libro y uno nuevo también de texto ahora convocado por Bulacio y Moglia: La Argentina en la historia de América Latina en 2007.
La misión en el aula como docente
En treinta y dos años de docencia la misión fue siempre la misma: incentivar y acompañar a los jóvenes a conocer la historia y valorarla como una herramienta para estudiar el pasado, entender el presente y proyectar hacia el futuro. Pero con el transcurso del tiempo y los cambios culturales de la sociedad, el docente no solo de historia fue cumpliendo varias misiones según el ámbito social. El sistema de tutorías por ejemplo nos transformó en observadores para orientar a estudiantes y familias en distintos aspectos. La necesidad de estimular en determinados valores nos transformó en conductores de campañas solidarias o de actividades extraescolares no relacionadas con nuestra materia. En fin, innumerables “misiones” que en su mayoría sirvieron para mayor crecimiento y gratificación personal.
Qué me propuse lograr con los estudiantes
Siempre trabajé con estudiantes secundarios. Mi experiencia con terciarios y universitarios fue solo en ponencias de investigaciones o presentación de libros. Con los estudiantes secundarios el objetivo principal fue siempre el estímulo para conocer y valorar la Historia y no solamente como un relato del pasado, como una herramienta para comprender el presente. Y lo que se transformó en una premisa fundamental fue el incentivo a la lectura comprensiva y crítica. Leer, leer y leer. Lo audiovisual es un complemento de la lectura y no al revés.
Dejarlo escrito y publicado en un libro. Cuál fue el hecho que impulsó el primero
En el primero que escribí yo solo, me impulsó la celebración del Bicentenario de la Revolución de Mayo en 2010. Siempre me había interesado el tema de las celebraciones en los actos escolares y el 25 de mayo siempre tuvo más importancia que el 9 de julio cuando históricamente es más importante 1816. Sin embargo, se estudia la semana de mayo día por día, se conoce a todos o por lo menos a varios integrantes de la Primera Junta y casi no se sabe nada del Congreso de Tucumán antes y después de la declaración de la independencia y poco se sabe de sus integrantes. Al menos eso sucede en Buenos Aires. Por eso, cuando vi la magnitud de los festejos del bicentenario en 2010 y la cantidad de publicaciones, imaginé que en el 2016 se iba a repetir la historia no solo de los actos escolares sino de lo que pasó en el país en las celebraciones anteriores. Fue en ese momento, seis años antes, me puse a trabajar en el Almanaque del bicentenario de la declaración de la independencia argentina que publicó Editorial Bärenhaus.
El formato de mis obras publicadas ¿Con qué intención las llamé Almanaques?
La idea original era, muy modestamente, hacer una agenda escolar para los estudiantes secundarios. El cuaderno de comunicaciones utilizado por casi todos los colegios, pero con los hechos más importantes del año 1816 escritos en el día a día más otras informaciones como la biografía de los protagonistas, etcétera. Lo propuse primero en los colegios que trabajaba, luego en editoriales, ante la negativa con todo el material acumulado -un resumen día por día de lo actuado por el Congreso en 1816- opté por el nombre Almanaque ya que no iba a haber lugar para escribir, entonces el nombre de agenda no correspondía. Al mismo tiempo buscando nombres recordé y encontré que en el siglo XIX y gran parte del XX proliferaron los almanaques que se especializaban en un tema y lo abordaban desde distintos puntos de vista: Almanaque de la industria, del comercio, de la minería, el famoso Almanaque mundial. En la actualidad muchas veces se los denomina atlas. Mis dos libros como único autor y los que coordino reciben el nombre de Almanaque porque además de contar con una importante cronología se suman biografías de los protagonistas y artículos sobre el período que van desde la vida cotidiana hasta los grandes hechos políticos, económicos, sociales, militares, etcétera.
Los tópicos que me interesaron desarrollar en libros
Creo que es fundamental el orden cronológico y la interrelación de los procesos y hechos históricos. Y profundizo en ese tópico. La historia se estudia como procesos aislados y terminan confundiendo. Incluso cuando se estudia a partir de lo biográfico. Por ejemplo: cuando se habla del 9 de julio de 1816 no solo hay que explicar causas, desarrollo y consecuencias. Hay que explicar dónde estaba y que hacían en ese momento San Martín, Belgrano, Güemes, Pueyrredón. Qué pasaba en las provincias que estuvieron y en las que no. Cuál era la posición de Buenos Aires, Santa Fe, la Banda Oriental. De dónde salían los recursos económicos para sostener al Congreso y los ejércitos. Cuál era el papel de los pueblos originarios, los esclavos africanos, los mestizos. Estoy convencido que es imprescindible hacer una historia integral, dentro de lo posible.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Guillermo Cao