Notas de Opinión

La guerra y la apuesta del FMI al cambio de Gobierno

En un mundo globalizado, los eventos mundiales afectan a todo el orbe y mientras las miradas de las naciones están puestas en un dictador que las pone en vilo, los dirigentes de nuestro país están en un universo paralelo, con discursos siempre fuera de espacio y lugar. Aquí nos referimos tanto a la visita a Rusia y China, las expresiones allí vertidas del gravísimo tenor de “queremos que Argentina sea la puerta de entrada de Rusia a Latinoamérica”, o que “sin el Partido Comunista no habría una nueva China”, como también a la apertura de sesiones del Congreso, con un sinnúmero de dichos, gestos y comentarios inapropiados. Todo como si estuviéramos en un universo paralelo.
El contexto de guerra nos afecta indefectiblemente, pero al encontrarnos fuera de los mercados de crédito mundiales y en proceso de acuerdo con el FMI que nos devolverá poco a poco el estatus de país receptor de inversiones, la afectación de este evento de tal magnitud será en razón de las variables afectadas indirectamente. Estas variables tienen que ver con el comportamiento de los mercados internacionales en tiempos de guerra, las mercaderías afectadas en los territorios en conflicto y la duración de este.
Tanto el país agresor como Ucrania son productores de materias primas, por lo que veremos precios en suba, como así también inconvenientes en las cantidades, dadas las sanciones económicas que el mundo está imponiendo, obligando a Rusia a quedar fuera de los mercados internacionales, sin conocer por ahora la cuantía de estos eventos. Entre estos productos tenemos algunos conocidos nuestros, como el trigo y el maíz, el petróleo y el gas, pero también otros que son estratégicos como muchos metales y minerales que afectarán indirectamente. Las sanciones económicas llevarán a la suba el valor de estos productos.
El incremento en los productos internacionales que exportamos, granos, nos beneficiará momentáneamente ya que podemos liquidar a mayores valores, con beneficios para los productores y para el fisco que recauda rapazmente sobre estos productos. El gobierno argentino debería incentivar de alguna manera la liquidación aprovechando estos precios más altos, dado que los incentivos actuales con las brechas en los tipos de cambio no ayuda a que nuestros productores estén apurados a vender.
Por otro lado tenemos el petróleo y el gas, donde somos productores pero no nos autoabastecemos, por lo que quedan mínimos saldos exportables, lo que no ayuda en la balanza comercial y complica las tarifas a nivel local. La guerra, la incertidumbre y la suba de muchos productos internacionalmente afectarán los precios en el mundo llevando inflación a todos, incluso fogoneará aún más nuestros precios. La cuantía de estos efectos será proporcional a la duración del conflicto.
Mientras tanto en nuestro universo paralelo, el acuerdo con el Fondo Monetario se debate en nuestro Congreso para su aprobación y, de lograrse la misma, luego irá al Fondo para que sea refrendado.
Este acuerdo es una apuesta del FMI a un cambio de gobierno, ya que le da oxígeno al actual para que llegue a fin del mandato y le deje los problemas al que sigue. Decimos esto en base a vemos que el actual proyecto de acuerdo plantea un programa de acción (podemos llamarlo ajuste económico) por dos años y medio, donde habrá revisiones trimestrales de los avances. Luego de este período de tiempo, se realizará el verdadero acuerdo para refinanciar el total de la deuda con éste. Al mismo tiempo el país recupera reservas con la devolución de los pagos realizados en los últimos períodos y los fondos remitidos por el citado organismo para la atención de gastos de pandemia. De esta forma se consiguen los fondos para hacer frente a los vencimientos de este año de gran parte de la deuda internacional, para los cuales no contamos con reservas suficientes en el BCRA.
Un punto que es al menos jocoso del acuerdo, donde seguramente la ideología del gobierno metió la cuchara, es el que habla de una inflación multicausal, pero para su solución el FMI, después de un palabrerío sobre “política de precios e ingresos”, termina dando una propuesta monetaria al problema: solo podrá financiarse con emisión monetaria, el 1% del déficit fiscal medido contra el producto bruto interno en 2022 y 0.6% en 2023.
Siguiendo con la inflación se prevé que sería del 48% para este año y del 42% para el próximo (90% bianual) y que el déficit fiscal se estima en 2.5% para 2022 (1.9% en 2023 y 0.9% en 2024), esto nos marca que si no se puede financiar con emisión, deberá buscarse otras fuentes de ingresos, por lo que seguramente aumentará la deuda pública en pesos buscando financiar ese desfasaje.
Este aumento de deuda pública en los mercados locales rivalizará con el crédito a los privados, sumado a que el acuerdo con el FMI contiene que las tasas crediticias deberán ser positivas contra la inflación, lo que nos lleva a un escenario de desaceleración económica. Esto es recesión. En las próximas semanas veremos probablemente la baja del blue y los demás dólares paralelos, tanto por el acuerdo que trae menos incertidumbre, como por iliquidez en el mercado camino a una desaceleración económica y tasas en pesos en suba.

#BuenaSaludFinanciera
@ElcontadorB
@GuilleBriggiler

Autor: Guillermo Briggiler

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