Editorial

La falta de agua

Rigoberta Menchú Tum es guatemalteca y saltó a la fama en 1992 cuando fue distinguida con el Premio Nobel de la Paz, logrando de tal modo una amplificación de sus posiciones y reclamos, para ser escuchada en todo el mundo. Una labor que antes estaba prácticamente remitida al ámbito centroamericano, y especialmente en su propio país, pero que luego de la distinción en Oslo pasó a tener una repercusión enorme, instalando muchos temas de interés general, que exceden con amplitud el marco de sectores.

Uno de los temas de los que Rigoberta Menchú se viene ocupando con marcada intensidad, como todo lo que ella hace y difunde, en especial los derechos humanos tan menospreciados y a veces vapuleados, es el del agua potable en el planeta tierra y el acceso a la misma que deben tener todos los habitantes, cualquiera sean sus condiciones o lugares de residencia.

"Hay un agotamiento global del agua en todo el planeta, muchas regiones se convertirán en inhóspitas. Esta es una lucha global, universal. No es solamente para los que no tienen agua potable", asegura Menchú en sus declaraciones sobre el tema. Anticipando además que "hace diez años ya se anunciaba  que quedaba el 10 por ciento de agua dulce para toda la humanidad. La falta de agua es mucho más alarmante de lo que creemos", amplió sobre esta escasez de un elemento indispensable para el futuro de la raza humana, en las constantes intervenciones que tiene en los diferentes lugares del mundo que visita. El año pasado, vale la pena recordarlo, estuvo aquí en la Argentina, ofreciendo una disertación en la ciudad de Rosario, donde además de su lucha por los derechos humanos, contra la esclavitud, se explayó con su especial apasionamiento sobre el impacto que tendrá sobre la gente la cada vez más acuciante falta de agua potable.

Otro de los aspectos derivados de la falta de agua, es que provoca migraciones constantes y masivas, de grupos que deben movilizarse para poder disponer del líquido, y además la aparición de nuevas enfermedades raras, y otras que parecían desterradas, siendo consecuencia de la ingesta de agua en malas condiciones, que deriva en esta clase de problemas.

En tal sentido, aquí mismo en la Argentina -agregamos de nuestra parte- existe el serio problema de la falta de agua potable para una buena parte de los 40 millones de habitantes, especialmente en aquellas zonas denominadas "olvidadas", como son zonas de monte en el norte donde habitan indígenas como Rigoberta Menchú, o bien en las zonas periféricas de las grandes ciudades, donde existen asentamientos conocidos como "villas miseria", o aquellos que por imposiciones de la pobreza en que viven deben hacerlo en zonas marginales como riberas de los ríos o prácticamente dentro de los basurales, sin dejar de referir la existencia de plantas fabriles no controladas que contaminan las fuentes de agua que después es consumida por la gente. El censo que data de 2010 dice que el 17,8% de los chicos y adolescentes argentinos no tienen acceso al agua potable, y que las provincias más afectadas por este fenómeno son Santiago del Estero, Chaco y Formosa.

Un interrogante deslizado por la Nobel en muchas de sus charlas es "¿si existen las armas nucleares y la carrera armamentista en el mundo, por qué no pudieron preservar el agua en calidad óptima?", quedando de tal modo planteada la cantidad de recursos y esfuerzos que se vuelcan en asuntos como las armas de destrucción masiva, pero dejando de lado algo tan elemental como el agua, indispensable para la supervivencia de la raza humana y del resto de la vida del planeta.

También su enfoque está centrado en las mineras que contaminan los ríos y arroyos para lavar su producción, afectando miles de millones de litros de agua pura, estimándose que solamente sin esta clase de afectación se podría abastecer a toda la población mundial que hoy no tiene acceso al agua de calidad. En tal sentido, Menchú alienta a una participación activa y militante de la gente para frenar esta clase de invasiones sobre el planeta, pero advirtiendo que no solo se debe hacer con manifestaciones y a los gritos, sino reuniendo documentación, haciendo seguimientos y planteando los problemas ante las autoridades, llevando los asuntos a los foros internacionales en caso de no ser escuchados.

Autor: Redacción

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