SUPLEMENTO ESPECIAL

La española “No todo es vigilia” en la competencia internacional

En clave de nihilismo y metafísica, el director Hermes Paralluelo nos hace habitar “No todo es vigilia”, su segundo documental. Esta vez, pone el ojo de su cámara en una pareja de octogenarios, Felisa y Antonio, sus propios abuelos. Haciendo uso de una belleza estética formidable, y un acercamiento profundo a estos personajes, que han pasado sesenta años de su vida juntos, logra amalgamar de una manera exquisita la dulzura y el miedo que tiñen los días y las horas.

El preludio es un hospital, que se presenta como un laberinto, intrincado y extenso. Los climas son sofocantes en la tranquilidad y el silencio. Los cuerpos, mapas de enfermedades y, en esa deshumanización del ser comienza a elevarse la película de Hermes Paralluelo, que nos lleva por los extensos laberintos de la mente humana, la memoria y la nostalgia, como el único escape de la muerte. En una segunda etapa, que contrasta como el blanco y el negro con la primera, el territorio es la casa, el hogar repleto de memorias, del calor que representa lo conocido, a pesar del frío físico del invierno. Pero a la vez, se convierte en una cárcel y no en un reparo, porque se pone en marcha el miedo a lo externo, a la posibilidad de tener que ir a un asilo, y todo lo ajeno se convierte en amenaza.


LA VOZ DEL DIRECTOR

Hermes Paralluelo, quien vivió en Argentina y filmó su anterior película “Yatasto”, en la provincia de Córdoba, retrata, con la familiaridad que implica filmar a sus propios abuelos, y con su particular acercamiento al documental -esta vez, mezclado con la ficción- un universo tan cotidiano como temido, tan poético como doloroso.

El director en conferencia de prensa, explicó junto al sonidista y la productora del filme que se estrenó hace muy poco, este grupo forma parte de una cinematografía que cruza océanos y es muy importante, comentó la presentadora. Después de haber participado en el Festival de San Sebastián, “No todo es vigilia” también pasó por Mar del Plata. 


¿Qué significa para vos hacer esta película?

“La película fue la oportunidad de pasar mucho tiempo con ellos que no es algo menor. Conocerlos a la vez desde otro punto de vista, desde una mirada estética y humana, entendiéndonos como lo que somos, seres humanos con cuerpos pesados que se hacen viejos, se cansan. Me interesa retratar la superficie, aunque es una palabra que se usa de manera peyorativa, creo que como cineasta no puedo tratar de ir más allá de la superficie. Para mí fue una posibilidad de relacionarme desde el punto de vista estético y desde la superficie y me permitió acercarme más y conocer bien sus rostros, sus expresiones, su manera de caminar. Eso fue un poco lo que quería que construyera la película, el impulso inicial fue retratar la manera que tienen ellos de caminar cuando están juntos y luego todo se fue construyendo”.


¿Cuál fue la estrategia que creaste para hacer la película?

“Mi estrategia fue engañarlos…(risas). Intenté explicarles lo que significa hacer una película, les dije que se van a cansar, que vamos a tener que repetir, que es un proceso muy largo, pero a la vez es imposible saberlo si no estás ahí. Llegamos a entendernos a nivel profesional, sin una conciencia clara de hacia dónde ir, fuimos sabiendo que íbamos hacia un sitio. No había un guión muy claro, pero queríamos caminar juntos y, para mí, fue una gran satisfacción estar trabajando con ellos”.


¿Cómo fue el tratamiento del sonido?

“El rodaje fue bastante largo, dejábamos pasar un mes y volvíamos, eso nos daba tiempo para ir pensando un poco como seguir. El hospital lo pensamos como algo silencioso y calmo, la mayor parte de los momentos, pero con sonidos lejanos y reverberantes. En la casa se escuchan ellos mismos, sus acciones y movimientos”.


¿Cómo se fueron armando los momentos de humor?

“Cuando pensé en la película, me di cuenta que los diálogos ya estaban escritos, tenía que, con esos diálogos y situaciones, ver cuáles eran los nexos y la unión, ahí estaba mi trabajo. Para llegar a los textos teníamos que ensayar bastante, pulir, construir. Como estaban escritos y ensayados, los textos construidos, evocados y rearmados, le dieron una densidad mayor. Las situaciones más cómicas pueden convivir también junto a lo absurdo y lo dramático”.


REFLEXION FINAL

Con un rodaje de ocho meses repartidos en varias etapas, este documental ficcional donde se puede observar la vida cotidiana de una pareja mayor, invita a suspender al espectador en tiempos muertos, que son relatados con la quietud y la tranquilidad que traen los años. En los protagonistas del relato, será en quienes descanse la trama, en un primer momento en el hospital, donde Antonio habla desde la camilla, nos mira, relatándonos su infancia y la de su padre. El habla y es cuasi abandonado en esos pasillos, sin miradas y con cuerpos enfermos. Luego al llegar a su casa, junto a Felisa su esposa, conviven retenidos en una absoluta soledad compartida, de códigos comunes, donde la rutina se resignifica y, por momentos se vuelve graciosa. La dramaticidad de la vida misma encerrada en el gesto cotidiano, se expresa en sus acciones (encender la cocina, tomar la leche juntos, acostarse a dormir). Este filme con reminiscencias neorrealistas, construye una mística propia, donde la reflexión aparece para que nos cuestionemos y ahondemos en lo más profundo del pensamiento.


Calificación: 8

Una película para valorar y entender la tercera edad.

Trailer: http://www.youtube.com/watch?v=0K4g3DbopR4

Autor: Ana Paula Rosillo

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