El debate en torno a los valores positivos y negativos en la Argentina nunca pierde actualidad. Así, en la primera lista se inscriben conceptos como solidaridad, generosidad, respeto, honestidad, transparencia, compromiso y fraternidad que apuntan a recrear lazos de convivencia para construir una sociedad armónica, en tanto que en una segunda columna figuran corrupción, hipocresía, falsedad, individualismo, traición entre otras. Las constantes tensiones entre unos y otros valores marcan el pulso social y genera sensaciones que pueden ser de bienestar cuando prevalecen los valores positivos o de frustración cuando son los otros los que parecen ganar la batalla.
Los políticos corruptos suelen aparecer en la primera mención de lo que está mal en una sociedad. Pero si hay funcionarios que cobran coimas, hay otros que las pagan. Es ahí cuando los empresarios se agregan a la lista de lo que nos debemos reprochar como país. También se encuentran los jueces que aplican la ley según la cara del cliente o su posición social. Los hombres de la Iglesia tampoco están fuera de esta nómina pues en los últimos años hemos asistido a una serie de escándalos que salpican con manchas imborrables a sacerdotes con delitos sexuales.
Y la sociedad tampoco esta libre de culpa, básicamente cuando está dispuesta a mirar para otro lado en términos de corrupción. Instalado desde hace mucho tiempo en nuestro refranero criollo, el "roba pero hace" apunta a exculpar a los funcionarios que por un lado se han mostrado eficientes pero que por otro intentaban ocultar un sistema de corrupción que cuando sale a la luz abre una discusión en términos éticos y también de la justicia penal.
Lo correcto es castigar con todo el peso de la ley al corrupto, pero por momentos somos indulgentes. Es aquí donde también es necesario revisar nuestra escala de valores y qué tanto estamos dispuestos a ser flexibles. De algún modo, la Iglesia volvió sobre este tema en estos días. El titular de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Oscar Ojea, sostuvo que, en medio un nuevo proceso electoral, es necesario que los dirigentes políticos tengan pasión por la Patria, por la justicia y la equidad y por el encuentro y la paz de los argentinos.
Así, con un mensaje en clave electoral, el obispo de San Isidro consideró que es fácil para el dirigente social y para el político alejarse del pueblo porque a veces la presión de una élite, un malentendido profesionalismo o la tarea de construir una imagen y de vivir para ella parecen como metas prioritarias.
Al cerrar la Semana Social, Ojea afirmó que actualmente se habla poco de Patria y que, si bien aparece como un concepto antiguo referido a héroes del pasado, la palabra tiene que ver con la raíz, con la pertenencia más profunda a una comunidad, tiene que ver con nuestra proximidad al hermano. Sobre el pedido de una pasión por la justicia y la equidad, advirtió sobre el grado de desigualdad social en que está sumergido el país lo cual consideró como muy grande y peligrosísimo para nuestro futuro. Asimismo, el religioso indicó que la pasión por el encuentro de los argentinos y por la paz entre los argentinos incluye un desafío cultural y para poder enfrentarlo, es indispensable crear espacios de pensamiento y de diálogo aún en este tiempo en que lo inmediato parece ganarlo todo.
En otro andarivel, el ministro de Justicia, Germán Garavano, sumó otros elementos que es necesario poner sobre la mesa en este debate sobre cuán respetuosos somos de nuestra escala de valores. El funcionario nacional se quejó de que muchos jueces federales tienen una vinculación política muy grande y buscan poder, ante lo cual subrayó que en los casos de corrupción es donde más se ven estas cuestiones.
Para Garavano algunos jueces buscan poder porque están asociados a un modelo de Justicia anterior a la vez que planteó que durante el kirchnerismo y desde el Gobierno de (Carlos) Menem, ha habido una mezcla entre política, Justicia y prensa, sobre todo en juzgados sensibles que ha generado que muchos jueces busquen más el poder que hacer cumplir la ley. En diálogo con CNN Radio, el integrante del Gabinete aseguró que muchos de los jueces federales tienen una vinculación política muy grande, por ende están a veces influidos por los tiempos políticos o por las situaciones de poder político.
Según el ministro, la Justicia evitó durante décadas su principal tarea, que es decir si las personas son culpables o inocentes. En este contexto, consideró que el desafío de este Gobierno es cambiar esa situación, pero va a llevar tiempo porque muchos jueces son los mismos que antes.
Recomponer los valores de las instituciones de la democracia insumirá años de esfuerzos. También es necesario dedicar el mismo sacrificio para recrear los valores positivos de las personas y de las familias, porque de eso depende qué tipo de sociedad vamos a tener dentro de algunos años.