El estado de la economía argentina en general es de regular a malo porque salvo algunas excepciones, los cimientos de la mayoría de los sectores crujen ante la adversidad. Las empresas están preparadas para un país cambiante que alterna períodos de crecimiento con crisis salvajes pero el tiempo es tirano, incluso en economía. Es que se puede perder plata un mes, dos y hasta seis, pero si la recuperación no llega entonces no queda otra que, como un boxeador castigado en exceso, arrojar la toalla al centro del ring. Y eso significa una fuente de empleo menos y en consecuencia muchos trabajadores sin ocupación en un país donde no se generan nuevas fuentes laborales muy que le pese a los funcionarios de turno que, muy atrevidos por cierto, osan a vislumbrar -como un espejismo- que se advierten indicios de recuperación y que se genera empleo (lo dijo Nicolás Dujovne, ministro de Economía, quizás para cuidar su espalda y ganar tiempo en el puesto ante tantas críticas y panorama desalentador).
La semana pasada el INDEC divulgó los datos de la actividad económica y también de la desocupación, mientras se prepara para dar a conocer los índices de pobreza en estos días, lo que se anticipan serán también de negativos a perversos. El PBI del último trimestre 2018 registró una caída de -6,2%. Así, y de acuerdo con el
INDEC, el PBI se contrajo -2,5% en todo el 2018. De esta manera, se igualo la caída de 2014 (-2,5%). Estas dos
caídas, son sólo superadas por la contracción de 2009 (-5,9%) si se toma en cuenta el período
2003/2018, apunta en su último informe la consultora Economía & Regiones (E&R).
En el reporte se consigna que la contracara del derrape del nivel de actividad no es otra que el incremento de la tasa de
desempleo. El INDEC confirmó una suba interanual de casi dos puntos en la tasa de desocupación en
el cuarto trimestre del 2018, ya que pasó de 7,2% a 9,1%. Se trata del valor más alto
desde 2005 en la comparación cuatrimestral. Además, los restantes números del mercado laboral
también son muy negativos. La tasa de empleo cayó -0,8 puntos porcentuales empleo (de 43% al 42,2%) y la tasa de
subocupación (es decir, los que tienen trabajo pero buscan más) subió de 10,2% a 12%.
Paralelamente, la tasa de ocupados demandantes trepó de 14,7% a 17,3%.
Más allá de los resultados, el gobierno busca nuevamente vender optimismo, pretendiendo
modificar las expectativas negativas de los agentes, convirtiéndolas en positivas aunque difícilmente logre el resultado esperado, señala la consultora E&R. Hasta ahora, esta estrategia nunca dio resultado. ¿Por qué
lo daría ahora? Por el contrario, si se continúa haciendo lo mismo de siempre, lo más probable es que
se sigan obteniendo (en el mejor de los casos) resultados similares. Peor aún, cada vez se está un
escalón más abajo; ergo, haciendo lo mismo los resultados deberían ser cada vez peores. ¿Por qué?
Porque el punto de partida es peor concluye el análisis de la consultora.
¿En qué basa su optimismo el gobierno? se pregunta. De acuerdo con la interpretación del Ministerio de
Hacienda, la variación del PBI desestacionalizado del cuarto trimestre de 2018 (-1,2%) fue menos
negativa de lo esperado, porque el EMAE había registrado caídas de -1,8% trimestral y de -6,3%
interanual, por lo cual interpretan que la economía se encuentra mejor posicionada para encarar la
recuperación en la primera parte de 2019. Siguiendo esta lógica, en Hacienda argumentan que el
arrastre estadístico, es decir la dinámica que dejó el cuarto trimestre de 2018 a revertir en 2019,
pasó de -2,9% a -2,4%", lo cual alimenta expectativas positivas. En este sentido, concluyen que “los
indicadores muestran que la economía "comenzó a recuperarse" y que "se está generando empleo” (Dujovne dixit).
Ante todo, hay que dejar bien en claro que, al menos hasta marzo 2019, casi nadie está de acuerdo
con las afirmaciones y conclusiones de Hacienda, remarca el documento de E&R.
De este modo, los posibles escenarios de nivel de actividad 2019 son todos
negativos. Desde un punto de vista
macroeconómico, los actuales programas monetarios y fiscales no tienen credibilidad. El público
descuenta fracasos tanto en materia de desinflación y estabilidad cambiaria, como en materia de
cumplimiento de las metas fiscales. En consecuencia, el público tiene expectativas desalineadas con
el programa económico. En este marco, el público se protege, toma acciones defensivas y termina
dándose la profecía autocumplida. Los resultados son mucho peores a los originalmente diagramados.
Para empeorar las cosas, puntualiza que tampoco hay un escenario político acorde. Se proyecta un escenario político electoral muy agitado,
que probablemente signifique caída de la demanda de dinero, presiones cambiarias, dólar más caro,
mayores expectativas de inflación, inflación más alta y más elevado riesgo país. Del otro lado, menos
inversión, menos consumo, menos empleo y menor nivel de actividad. En otras palabras, la consultora anticipa que el escenario seguramente terminará siendo más difícil y con una mayor caída del PBI.