Editorial

La economía circular es clave

Si bien el mundo ha debido reconsiderar sus prioridades colocando la crisis sanitaria desatada por el Covid-19 en lo más alto de la agenda y al que debe dedicar sus máximas energías para poder neutralizar, lo cierto que la problemática ambiental no desapareció sino que continúa agravándose. Los apocalípticos plantean que en algún momento, quizás no tan lejano, los países combatirán por el control de los recursos naturales con mayor crueldad con que lo hacen actualmente, como por ejemplo con el petróleo en Medio Oriente. Y lo harán con todo el poder de las armas atómicas, lo que pondrá en riesgo toda la vida existente sobre la Tierra. 

Para evitar llegar a ese nivel de guerra total por la supervivencia, es necesario comenzar un plan estratégico global para cuidar la casa común, tal el nombre con que el Papa Francisco ha denominado al planeta en el que vivimos. En un informe reciente, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) advirtió que la crisis a la que nos enfrentamos con la pandemia del coronavirus ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad del sistema económico actual. En este sentido, planteó que la recuperación requiere un cambio drástico en nuestros patrones de producción y consumo por un modelo circular en el que todos los productos se diseñen y produzcan considerando el uso eficiente de los recursos naturales, su reutilización, reciclaje y la minimización de residuos. Por eso asegura que la humanidad cuenta con una oportunidad única para hacer una transición a un modelo más sostenible que sea compatible tanto con el desarrollo económico y social como con el planeta, y que nos permita dar el salto definitivo a una economía resiliente y circular.

En el estudio, se afirma que el nivel de sobrexplotación de los recursos naturales, las emisiones de carbono y la generación de residuos que actualmente generamos son demasiado altos para que los ecosistemas tengan la capacidad de amortiguar o compensar los cambios. Un reporte reciente del Banco Mundial nos alerta de que, si se cumple el pronóstico de que la población mundial alcance los 9.600 millones de personas para 2050, se necesitarían cerca de tres planetas para poder mantener el estilo de vida actual.

Es que el crecimiento de la población en las últimas décadas, fundamentalmente en las grandes ciudades, ha venido acompañado de un aumento significativo del consumo y de un incremento exponencial de la cantidad de residuos producidos.

De todas formas, la situación actual en América Latina y el Caribe no proporciona una visión alentadora. Según un informe reciente de ONU Medio Ambiente, la región genera aproximadamente el 10% de los residuos de todo el planeta. Aproximadamente una tercera parte acaba en basurales a cielo abierto con prácticas de disposición final inadecuadas, que ocasionan graves impactos en la salud y el medio ambiente. Adicionalmente, se estima que se está recuperando únicamente un 10% de los residuos generados y que se desperdicia una enorme cantidad de recursos, tanto materiales como energéticos.

El BID resalta en su documento que la transición a una economía circular, en la que el valor de los recursos, materiales y productos se mantenga durante el mayor tiempo posible y minimice la generación de residuos, será clave. Esta transición impulsará el desarrollo de una economía sostenible, eficiente en recursos, que genere ventajas competitivas y sostenibles. 

A la hora de enumerar acciones que se necesitan para reformular la economía global, el BID sugiere aumentar la coherencia de las políticas que fomenten la sostenibilidad ambiental, una tarea clave para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas para 2030, en particular el Objetivo 12 de garantizar patrones de consumo y producción sostenibles. Por eso será fundamental contar en la región con marcos normativos que permitan estimular la sostenibilidad de los sectores clave, ayuden a prevenir la generación de residuos y fomenten su valorización en todos los sectores estratégicos de la economía. Para ello será necesario establecer líneas de acción que fomenten los programas de investigación e innovación en la creación de nuevos materiales, tecnologías que optimicen su recuperación y métodos de producción que fomenten nuestro tránsito hacia una economía circular.

América Latina y el Caribe enfrenta una urgente necesidad de incrementar la inversión en una economía eficiente de recursos. Materiales valiosos están contaminando y dañando nuestros ecosistemas en lugar de ser reutilizados. Por lo tanto, un enfoque de economía circular que abandone definitivamente el pensamiento tradicional de una economía lineal, basado en extraer-producir-descartar, y que ponga el énfasis en la reutilización de materiales y productos será la mejor solución al problema de la generación de residuos.

Finalmente, el BID consignó que para enfrentar este desafío global sin precedentes urge planificar la recuperación económica tras la Covid-19, la cual será una oportunidad única para alinearnos con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, transformando nuestra sociedad y el modelo de economía para asegurar un futuro prometedor para todos.





 

Autor: REDACCION

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