Suplemento Economía

La economía argentina está atrapada en una disyuntiva política e ideológica


Por Matías Fontanetto


Este año la señal de alarma está encendida en el plano cambiario, el desorden monetario amplificó notoriamente las brechas entre dólar oficial y los no oficiales, el exceso de pesos que no fue a depósitos, fondos comunes de inversión ni bonos para financiar al Tesoro, terminó en el mercado de cambios, presionando la suba de los dólares no oficiales y la pérdida de reservas del BCRA por la mayor demanda (adelantamiento de importaciones) y menor oferta (demora en la liquidación de exportaciones), en un contexto de expectativas devaluatorias crecientes.

El gobierno está estirando los tiempos cambiarios con crecientes controles, regulaciones e intervenciones diversas no sostenibles en el tiempo, a través de la venta de bonos en dólares que cotizan al 33% de su valor nominal en poder del BCRA y la ANSES para frenar la suba de los dólares no oficiales y vendiendo las escasas reservas. A principios de Noviembre quedaban alrededor de USD 5.000 millones de reservas netas, de los cuales USD 700 millones son dólares billetes, donde el resto corresponde DEG y oro.

El mercado descuenta un salto cambiario o varios ajustes nominales para acelerar el “crawling peg” actual durante el verano, los futuros de dólares en Rofex operan con tasas implícitas desde el 60% al 80% para los próximos meses. Este desbarajuste monetario tiene dos maneras de diluirse en el futuro: la primera sería a través de una devaluación e inflación futura que licué el exceso de pesos en términos reales, la segunda anunciando una política fiscal contractiva que no requiera de financiamiento del BCRA futuro.

En medio de esta disyuntiva, el gobierno está negociando con el FMI la reestructuración de la deuda por USD 45.000 millones. Se encuentra atrapado en el dilema de convalidar una mayor nominalidad macro, es decir una devaluación, inflación y tasas de interés mayores vs. una política fiscal y monetaria prudente que modere el desarreglo monetario.

Ambas partes deben llegar a un acuerdo que le permita al país despejar el horizonte intertemporal de deuda bajo un política fiscal consistente que requiere de equilibrio fiscal para el año 2023 y superávit del orden del 2,5% del PBI a partir del 2024, con el objetivo de afrontar tanto la deuda de bonistas renegociada en Septiembre como el pasivo con el organismo internacional, suponiendo 4 años de gracias con esta última.

Un alivio para la economía argentina viene desde el frente externo: la continuidad de la política fiscal y monetaria expansiva por parte del gobierno americano para afrontar una segunda ola de contagios y cuarentena en el 2021, supone un dólar más débil en términos de las commodities y exceso de liquidez con bajas tasas de interés en el contexto de renegociación de la deuda con el FMI.

Dentro del universo de las commodities, el gran ganador este año fue el oro con un aumento acumulado del 27%. Este activo siempre ha funcionado como reserva de valor ante las reiteradas crisis que generan volatilidad e incertidumbre. En segundo lugar se encuentra la soja con un incremento acumulado a noviembre del 22,6%, siendo el poroto de soja y sus derivados el principal complejo productor y generador de divisas para nuestro país.

La suba del cobre fue más modesta, un 12,1% en lo transcurrido del año, este producto es la principal fuente de ingresos de dólares comerciales de países como Chile y Perú. En cambio, el petróleo aun no recupera lo perdido en los meses de marzo y abril, permanece aún un 31% por debajo de diciembre 2019, a la espera del crecimiento del comercio internacional y reducción de stock acumulados por la caída de demanda mundial de este año.

En otras palabras, la economía argentina se encuentra presa de una disyuntiva política e ideológica, en el medio de la renegociación de la deuda con el FMI que requerirá un sendero fiscal y monetario creíble para el repago futuro de la deuda. Nuestro país tiene que elegir si acomoda el desequilibrio monetario producto de la emisión para financiar el déficit 2020 a través de una mayor devaluación, inflación y tasas de interés futura o aplicar una política fiscal y monetaria contractiva que despeje la incertidumbre en consonancia con las pretensiones del FMI que chocan con la ideología interna del oficialismo.

El gran desafío sería el cómo vender internamente en la coalición gobernante el ajuste fiscal futuro necesario para evitar devaluaciones, inflaciones crecientes u otro evento de default soberano.


Autor: REDACCION

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