Suplemento Economía

La deuda externa de Macri en la perspectiva histórica

FOTO ARCHIVO DOLARES. Ya fue anunciado que el endeudamiento continuará.

Por Eduardo Basualdo

y Pablo Manzanelli


En la historia reciente del país, en particular

desde 1976, la deuda externa ocupó un papel

central en el funcionamiento de la economía

argentina. Es poco discutible que a lo largo de la segunda etapa

de sustitución de importaciones, en el marco del “modelo de dos

sectores” y los periódicos estrangulamientos de la balanza de

pagos, el endeudamiento externo era una pieza clave para que

los organismos internacionales de crédito impusieran, en esos

momentos críticos, sus políticas de ajuste. Sin embargo, no es

menos cierto que la deuda externa era una variable dependiente

de la economía real y específicamente de la expansión industrial

en la medida en que permitía garantizar las divisas necesarias

para adquirir bienes del exterior en los años que se registraba

déficit comercial.


El carácter de la deuda externa alteró su comportamiento con la

irrupción de la última dictadura militar. A partir de allí se asistió

a un proceso de reversión del proceso de industrialización que

culminó en 2001 con la gran crisis de fin de siglo, mientras que

tanto la deuda externa como la fuga de capitales se independizaron

de la economía real y adquirieron dimensiones impensadas

pocos años antes. El proceso de valorización financiera en

el período 1976-2001 se sustentó, en la generalidad de los casos,

en el endeudamiento externo, la valorización en el mercado

financiero interno y la fuga de recursos al exterior.

La acción

del Estado fue determinante por varios motivos, entre los que

se resaltó: la provisión de divisas, mediante su propio endeudamiento,

que hicieron posible la fuga de capitales al exterior;

la determinación, a través de su endeudamiento en el mercado

interno, de un diferencial positivo entre la tasa de interés interna

y la internacional que permitió la valorización financiera de los

sectores oligopólicos; la estatización de la deuda externa privada

mediante los seguros de cambio durante la década de 1980; la

enajenación del patrimonio nacional mediante las privatizaciones

para salir del default y posibilitar un nuevo y acelerado ciclo

de endeudamiento privado a los grupos económicos locales y

empresas extranjeras durante la década de 1990.


Tras el colapso de 2001, la deuda externa siguió siendo decisiva,

pero estuvo signada por un proceso contrario al que tuvo en el

patrón de acumulación anterior. Es decir, por el desendeudamiento y el cambio de la composición de la deuda pública en el

marco del ciclo de gobiernos kirchneristas (2003-2015). Estas

modificaciones se desplegaron en un contexto en el que la política

económica privilegió el crecimiento de la economía real a

través de la implementación de políticas expansivas que impulsaron

el consumo.


El hito fundamental en términos del desendeudamiento fue el

canje con quita consumado en 2005, mientras que el posterior

realizado en 2010 fue complementario pero destacable porque

permitió incrementar el monto de la deuda que adhirió al canje

por encima del 90%. Por su parte, en la modificación de la

composición de la deuda externa fue decisiva la estatización

de los fondos jubilatorios que pasaron a ser administrados por

la ANSeS, lo cual permitió incrementar la deuda en manos del

propio sector público y disminuir, en consecuencia, la tenencia

del sector privado.

Este proceso de desendeudamiento tuvo otro hito significativo

en el conflicto con los fondos buitre y los restantes acreedores

que no habían ingresado a los canjes.

La antojadiza interpretación

del juez neoyorquino Thomas Griesa, confirmada luego

por la Corte Suprema de Estados Unidos, estableció que la Argentina

debía pagar a los fondos buitre el 100% de lo adeudado.

Ello abría la posibilidad de la cancelación de 15.000 millones de

dólares a los demás holdouts y, en última instancia, habilitaba a

que los acreedores que sí habían ingresado a los canjes pudieran

demandar por el 100% de sus tenencias anteriores a los canjes

debido a la existencia de la cláusula RUFO (Rights Upon Future

Offers), que vencía el 31 de diciembre de 2014. Esta cláusula,

incluida en el canje de 2005, dictaba que toda mejora en una futura

oferta para los tenedores que habían permanecido fuera del

acuerdo debía ser garantizada para quienes habían ingresado.

A partir de esta breve e imperfecta síntesis no parece descabellado

afirmar que durante los últimos 40 años la deuda externa,

ya sea por su inédita expansión o por su posterior disminución,

ocupó un lugar central en el comportamiento macroeconómico

del país.


Bajo la gestión de la alianza Cambiemos su relevancia no se vio

para nada alterada al constatarse el retorno a un nuevo ciclo de

endeudamiento externo de proporciones sumamente elevadas.

El endeudamiento

externo bajo la alianza

Cambiemos superó

incluso el de todos los

años de la serie 1976-

2016, constituyéndose

en el récord de

endeudamiento

externo del país.

en términos históricos y vinculada, con sus propias características

históricas, a un cambio en el eje del proceso de acumulación

a través de un desplazamiento de los propietarios de capital desde

la esfera de la economía real hacia la valorización financiera.

Está claro que este giro en el régimen de acumulación requería,

como condición sine qua non, el acuerdo con los fondos buitre

de modo tal de acceder al mercado internacional de capitales.


En los hechos, la cancelación de la deuda con los fondos buitre

junto al pago del resto del 7% de los acreedores que no accedieron

a los canjes 2005 y 2010, implicó la emisión de bonos por

16.500 millones de dólares a una tasa de interés promedio del 7

por ciento.


Adicionalmente, el “blindaje financiero” que desplegó la administración

macrista incluyó el canje del Bonar 2022, 2025 y 2027

(con una tasa de alrededor de 7,8% y una quita del capital del

15%) por letras intransferibles que tenían una tasa de casi 0%.

Dichas letras habían sido entregadas al Tesoro por parte del

Banco Central para cancelar la deuda con el FMI en 2006 y con

acreedores privados en 2010. Dado que dichos bonos fueron

luego entregados a diversos bancos como garantía por otra operación

de préstamo (HSBC, JP Morgan, Deutsche Bank, etc.), el

canje no solo aumentó la carga de intereses sino que también

modificó la deuda intra sector público en deuda exigible en manos

del sector privado. (Voces en el Fénix).


Autor: REDACCION

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