A pesar de la permanente incertidumbre que caracteriza al mundo del trabajo de cuya estabilidad depende se afianza en los tiempos favorables y se resquebraja ante las crisis, defender el empleo es una obligación esencial en cada nivel del Estado y para la sociedad en su conjunto. Trabajar a cambio de un salario permite a una persona y su grupo familiar cubrir sus necesidades básicas, alimentarse, abrigarse, educarse, acceder a un techo y lograr la autorrealización personal.
Además, desde una perspectiva filosófica, la necesidad de reconocimiento se logra principalmente con el trabajo ya que la persona se siente productiva, útil y responsable de sí mismo lo que le permite el auto reconocimiento, es decir sentirse orgulloso, y el reconocimiento de los demás.
El papa Francisco destacó, el año pasado al recibir a un grupo de empleados de una fábrica italiana, que "el trabajo no tiene sólo un fin económico y de beneficios, sino ante todo un fin que atañe al hombre y a su dignidad", y advirtió que la persona desempleada o subempleada corre el riesgo de convertirse en una "víctima de la exclusión social". En esa oportunidad consideró que "si no hay trabajo esa dignidad está herida" a la vez que señaló que "cualquier persona sin empleo o subempleada corre, de hecho, el peligro de que la sitúen al margen de la sociedad y de convertirse así en una víctima de la exclusión social".
El sumo pontífice argentino subrayó que "es necesario reafirmar que el trabajo es una realidad esencial para la sociedad, para las familias y para los individuos y que su principal valor es el bien de la persona humana, ya que la realiza como tal, con sus actitudes y sus capacidades intelectuales, creativas y manuales". Para Francisco, "el trabajo es un bien de todos, que debe estar al alcance de todos. Hay que abordar esta fase de grave dificultad y de desempleo con las herramientas de la creatividad y la solidaridad".
Asimismo, el Papa advirtió que "la crisis mundial no ha generado buenas cosas para los jóvenes, corremos el riesgo de tener una generación que no ha tenido jamás un trabajo". Es que este segmento de la población es uno de los que más sufre la falta de oportunidades laborales en nuestra Rafaela, la Argentina y otros países, mucho de ellos del denominado primer mundo.
Como medidas paliativas, los estados suelen diseñar políticas de contención para amortiguar los efectos de la desocupación. A partir de una red de subsidios se otorgan ayudas momentáneas, aunque nunca hay que perder de vista que mejor es enseñar a pescar que servir el pescado en la mesa.
Un reciente informe del Gobierno muestra que en la actualidad los despidos se ubicaron en el
nivel más bajo para los primeros trimestres de los últimos diez
años y crecen las expectativas empresariales sobre una expansión
en sus plantillas. Al respecto, las expectativas con respecto al aumento del personal de sus
empresas en el corto plazo son más alentadoras que lo sucedido en
los primeros trimestres de 2013 y 2014, dice el análisis realizado
por la Subsecretaría de Programación Técnica y Estudios Laborales
del Ministerio de Trabajo.
De acuerdo con la información de la Encuesta de Indicadores
Laborales (EIL), que releva alrededor de 2.400 empresas
localizadas en ocho centros urbanos del país, el nivel de empleo
registrado del sector privado se incrementó 0,1 por ciento en el
primer trimestre de este año respecto del cuarto trimestre de
2014.
Si se realiza la comparación con el mismo período de 2014, se
verifica una reducción de 0,2 por ciento, señaló el informe, y
agregó que esa "moderada contracción interanual representa la
mitad de la caída porcentual verificada en el cuarto trimestre del
2014.
En este escenario, en los dos últimos trimestres se observó que, en un contexto de
moderada demanda de personal, las empresas no han aumentado su
nivel de despidos, según el informe oficial de la cartera que
conduce Carlos Tomada.
Por el contrario, según el gobierno las empresas no sólo
reemplazaron a las personas que por diversos motivos se han
desvinculado, sino que las firmas han expandido levemente la
cantidad total de puestos de trabajo.
En el primer trimestre de 2015, el porcentaje de despidos en
relación al empleo total alcanza al 0,6 por ciento; se trata de la
proporción más baja de los primeros trimestres de los últimos diez
años.
Hasta el momento, se cuestionaba que sólo los distintos niveles de Gobierno generaban nuevos puestos de trabajo, en lo que podría considerarse como una estrategia para disimular la desocupación. El sector privado, en tanto, se esforzaba para evitar los despidos en una coyuntura con caída del nivel de actividad, de ventas y con elevada inflación. Precisamente, es en escenarios adversos cuando se deben efectuar los máximos esfuerzos para preservar el empleo, una responsabilidad compartida entre el trabajador, el empleador y el Estado.