Editorial

La crisis de la seguridad

El desembarco de al menos 50 gendarmes en Rafaela refleja que la problemática de la seguridad continúa en el primer lugar de las preocupaciones de los vecinos, que no pueden comprender la cantidad de robos que se encadenan sin que, muchos de ellos, sean informados por las autoridades policiales. A pesar del constante reclamo de los rafaelinos por los robos que cada vez son más violentos, la respuesta de las fuerzas de seguridad no ha sido satisfactoria. 

La delincuencia parece estar ganando la batalla y la sensación de inseguridad crece más allá de la incorporación de nuevos agentes a la Policía, de la compra de patrulleros e inclusive el anunció más político que efectivo de sumar un drone, un pequeño aparatito que por ahora no mostró utilidad alguna. 

El viernes al mediodía en una esquina de barrio Belgrano un joven ladrón armado con un cuchillo exigió a una mujer que le entregue la cartera. Sí, viernes al mediodía. La decidida defensa que hizo la víctima y el paso circunstancial de dos automovilistas hicieron desistir en su objetivo al delincuente que salió corriendo de la escena. Sin embargo, la dueña de la cartera si bien o sufrió el robo de sus cosas recibió una herida en el pecho a la altura del corazón que pudo ser trágica. El destino no lo quiso así. A la vez que arrastra otro dolor en un brazo a raíz de su resistencia al robo. Pero después la procesión va por dentro. La tensión por la "desgracia con suerte" que vivió se transforma en pánico y en una angustia difícil de esquivar. "Uno se empieza a perseguir, a mirar fantasmas donde no hay. Es el miedo por lo que uno pasó pero también por lo que le pueda pasar a la familia, a los hijos que van y vienen por la escuela y el trabajo", dijo con palabras simples pero con realismo dramático. 

Se puede trazar un paralelismo de esta breve historia de un casi robo de viernes al mediodía con cientos de otros relatos que pueden diferir en lugares y horarios, pero que coinciden en las sensaciones que quedan después de una situación tan grave. Desprotección, impotencia, bronca, indignación, angustia y miedo. Consultas con el médico por las heridas físicas, terapia para curar las otras lesiones.

La Policía como institución sigue sin ofrecer su mejor versión. El jueves pasado la víctima de un delito se acercó a la Comisaría 1º pero se quedó prácticamente sola, a cargo de esa dependencia. Es que los agentes se fueron para participar de la entrega de móviles que encabezó el ministro de Seguridad de la Provincia, Raúl Lamberto. Cuesta creer que puedan ocurrir este tipo de episodios y que la atención a los denunciantes sea tan mala.

Además, cuando los funcionarios policiales elaboran las denuncias no parecen esforzarse demasiado en la calidad de la redacción o en la rigurosidad de los datos. Por desinterés o falta de preparación técnica, las actas contienen demasiados errores, incluso muchos derivados de una supuesta falta de atención a quien presenta la denuncia, como el colocar una dirección equivocada. 

Así, la necesidad de profesionalizar a la Policía es una urgencia. No puede ser que un Gobierno, para dar respuesta a las quejas por falta de policías, incorpore personal sin la suficiente preparación y entrenamiento. Se trata de una falencia de las instituciones o de los funcionarios políticos que deben comandar la fuerza de seguridad. 

Hasta hace unos años los delincuentes optaban por desvalijar viviendas cuando sus moradores estaban ausentes o comercios fuera del horario de atención, cuando no había nadie. Desde hace un tiempo cruzaron una frontera y están dispuestos a robar a mano armada e incluso a herir o matar a sus víctimas. Hace una semana, sin que tampoco informe la Policía nada de los sucesos, dos jóvenes en moto protagonizaron un raid delictivo en tres comercios de la zona oeste de la ciudad. Incluso llegaron a gatillar contra una de las personas que estaban en uno de esos negocios, aunque el arma no se disparó para fortuna de quien estaba del otro lado. 

¿Hasta cuándo? Los especialistas advierten que el aumento de los delitos guarda una estrecha relación con el crecimiento del narcotráfico y el consumo de drogas. Pero la lucha antidrogas en la ciudad no parece dar resultados, más allá de que desde el Municipio se insista en que muchos vecinos saben donde se vende. La Brigada especializada está en la ciudad pero sin ningún tipo de amor propio, porque a pesar de las ácidas críticas que recibe desde hace tiempo no mejora en sus resultados profesionales. Pareciera que no les importa. Y esto es gravísimo. Por tanto, hay falta de conducción mientras las sospechas de connivencia de las esferas policiales están a la orden del día. Una pena. 

Autor: REDACCION

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