Entre los diferentes temas que preocupan a los ciudadanos de todo el mundo, el de la corrupción es uno de los que, en la mayoría de los países, se ubica en los lugares de avanzada.
Desplazado este año por la pandemia, que encendió las alarmas a lo largo y a lo ancho del planeta, sin embargo, no pasa inadvertido, a tal punto que en varias encuestas se establece con firmeza como la mayor preocupación.
En ese sentido, la ONG Transparencia Internacional (TI) advirtió contra la "corrupción sistémica" y contra la "desigualdad social", que generan un "contexto propicio para que se impongan los políticos populistas".
TI establece, todos los años, la lista de los países en función de una escala que va de cero a cien, de los más corruptos a los más confiables, según los datos recogidos por organismos internacionales, entre ellos el Banco Mundial, el Banco Africano de Desarrollo y el Foro Económico Mundial.
"Pudimos advertir que la corrupción sistémica y la desigualdad social se refuerzan recíprocamente y esto provoca una decepción en la gente hacia su clase política y un contexto propicio para que se impongan los populistas", dijo en su web Transparencia Internacional.
Teniendo en cuenta dicho estudio, el 69 por ciento de los 176 países incluidos en el Indice de Percepción de la Corrupción han obtenido una puntuación inferior a 50.
Dicha escala, como quedó expresado, va desde 0 (percepción de altos niveles de corrupción) a 100 (percepción de ínfimos niveles de corrupción), dejando en evidencia el carácter masivo y generalizado de la corrupción en el sector público a nivel mundial.
Este año, fueron más los países que descendieron posiciones en el índice que los que escalaron , lo que alerta sobre la necesidad de tomar medidas urgentes.
La corrupción y la desigualdad se refuerzan mutuamente, creando un círculo vicioso entre la corrupción, el reparto desigual del poder en la sociedad y la desigualdad en la distribución de la riqueza.
Se puso de manifiesto que para los ricos y poderosos sigue siendo demasiado sencillo aprovechar la opacidad del sistema financiero global para seguir enriqueciéndose en desmedro del bien común.
"En demasiados países, las personas se ven privadas de sus necesidades más básicas y se acuestan con hambre cada noche debido a la corrupción, mientras los poderosos y corruptos gozan impunemente de una vida de lujos", expresó el informe de TI, que lleva la firma de su presidente, José Ugaz.
"No hay tiempo que perder. Es necesario combatir la corrupción con urgencia, para que mejore la vida de las personas en todo el mundo", agregó Ugaz, sin otorgarle crédito a los que "justifican sus desprolijidades financieras por el Covid-19.
Los casos de corrupción a gran escala, desde Petrobras y Odebrecht en Brasil, hasta el expresidente ucraniano Víktor Yanukóvich, muestran cómo la clase política, en connivencia con los empresarios, es capaz de arrebatarle a las economías nacionales miles de millones de dólares de ingresos que son desviados para beneficiar a unos pocos, a costa de la mayoría.
Este tipo de corrupción sistémica redunda en violaciones de derechos humanos, frena el desarrollo sostenible y favorece la exclusión social.
La puntuación de Brasil, por ejemplo, ha descendido significativamente hace un tiempo, tras la revelación de sucesivos escándalos de corrupción en los que se vieron envueltos políticos y empresarios de primera línea.
Sin embargo, el país ha demostrado que, mediante el trabajo independiente de los organismos encargados de la aplicación de la ley, es posible exigir que rindan cuentas personas que antes se consideraban intocables.
Está claro que las personas ya están cansadas de las promesas vacías de muchos políticos que aseveran que combatirán la corrupción, por lo que muchos optan por apoyar políticos populistas que afirman que podrán cambiar el sistema y terminar con el ciclo de corrupción y prebendas, algo que, en la práctica no sucede habitualmente.
El funcionario agregó: "Solamente si existe libertad de expresión, transparencia en todos los procesos políticos e instituciones democráticas sólidas, la sociedad civil y los medios de comunicación podrán exigir que quienes están en el poder rindan cuentas por sus actos y será posible combatir con éxito la corrupción".
Las puntuaciones de Hungría y Turquía -dos países donde han llegado al poder líderes autocráticos- descendieron en los últimos años, según las encuestas.
"No basta con realizar ajustes técnicos a leyes específicas contra la corrupción; también se necesita implementar con urgencia reformas sistémicas profundas que puedan contrarrestar el creciente desequilibrio de poder y riqueza", dijo Ugaz.
En América Latina, el peor clasificado es Venezuela (166º), seguido por México (123º) y los mejor valorados son Uruguay (21º) y Chile (24º).