Capítulo III: La Pampa Gringa lo legitima
Pero esos hombres que hablan un idioma
de música y arrullo, esos desheredados hombres
de ojos tranquilos y de brazos rudos,
son los que traen el mañana,
los que alzarán el porvenir a pulso,
ennobleciendo el pan de cada día
desde la oscura dimensión del surco.
(Vecchioli, Los inmigrantes)
El hombre es quien construye su realidad histórica y al mismo tiempo es el producto complejo de la misma. Y se encuentra en permanente interrogación, para hallar respuestas a su indagación identitaria.
El hombre tiene reservado un protagonismo exclusivo en la construcción de toda realidad histórica, pero también él es el producto complejo de la Historia, a la que suele interrogar buscando, entre otras cosas, respuestas al problema de su identidad. (Imfeld; 2001: 3)
La Pampa gringa se hizo eco de las búsquedas de esos hombres que venían del otro lado del mar, y los fue acogiendo. En las cuatro décadas posteriores a 1865, ya había trescientos sesenta y una colonias agrícolas (Gallo, 1983: 236). La impronta italiana se fue haciendo lentamente palabra en la simbolización lírica.
Esa producción literaria consta de un primer momento sin legado escriturario, que corresponde al período 1850-1900, tiempo de la oralidad para la transmisión de generación a generación de “costumbres y saberes populares, conformando, subrepticiamente, el entramado ideológico de la nueva sociedad” (Crolla, 2008:3). Luego -con el comienzo del manejo de una nueva lengua, el español o castellano- ya la segunda o tercera generación de italianos se devela en canto de la epopeya gringa, homenajeando la memoria de los antepasados. Y un tercer momento, después de 1950 cuando los escritores “intentan recuperar por la vía de la memoria aquel legado dejado por aquellos expatriados que, superando el dolor y frustraciones, supieron inventar un mundo”. (Crolla, 2008: 3)
Herederos de la sangre gringa y significativos forjadores de los vocablos, cuatro nombres evocan y resplandecen el trabajo firme e infatigable, la vida austera, el sacrificio diario, los sueños postergados y el deseo de progreso de estos hombres y mujeres inmigrantes que en un cíclico desarraigo-arraigo apostaron a la tierra santafesina: José Pedroni, Carlos Carlino, Jorge Isaías -más contemporáneo- y Mario Vecchioli. Según Castelli (1985) se convierten en figuras paradigmáticas de la memoria cultural, como determinación social de lo memorable, como recordadores, “dado que la memoria colectiva, como la individual, es selectiva y por ello es necesario identificar los principios de selección y observar cómo varían en cada sitio o en cada grupo, y cómo cambian en el tiempo” (Burke, 2000: 68).
Lo memorable textualizado en el espacio escriturario de la literatura: la epopeya del surco. Epopeya en la que tierra y hombre fraternizan en una relación a veces de prosperidad y esperanza; otras de desolación, angustia y desarraigo. Para Osvaldo Valli (S/F: 416-419) la trilogía emblemática que influirá en las nuevas generaciones es: Gastón Gori, José Pedroni y Mario Vecchioli. En su artículo Memoria y Literatura menciona como herederos de esa dimensión mítico simbólica a nuestros escritores locales: Elda Massoni, Lermo Balbi, Angel Balzarino y Fortunato Nari (y al santafesino Jorge Isaías, quien nació en la localidad de Los Quirquinchos pero vive desde hace muchas décadas en Rosario). Hace referencia a ciertas marcas que señalan inequívocamente en los poetas y narradores nombrados, las raíces campesinas y por ende la conexión con la idiosincrasia de la inmigración. Para la escritora Susana Valenti, en su disertación “Tres poetas que cantaron la epopeya gringa” (Valenti, 1977: 5) trocará el nombre de Gastón Gori por el de Carlos Carlino. Y de esta forma se va testimoniando a través de algunas voces de la alteridad de referencia local y nacional, la formación identitaria del poeta Mario Vecchioli, como “il poeta degli inmigranti” (M.B., 1975) y su legitimación en la Pampa gringa.
Cuando Vecchioli pone a conocimiento de la comunidad la Revista Social, como responsable de la edición de esta publicación de la Sociedad Italiana “Vittorio Emanuele II” -siendo gerente de la Institución- expresa en el editorial su pensamiento sobre el inmigrante: “Ensayaremos prestigiar más y más a la raza itálica, destacando el hondo y a veces casi milagroso aporte con que ella se ha identificado siempre al progreso de la Argentina” (1939, Nº1: 3). En otra nota escrita en conmemoración de un nuevo aniversario patrio dirá: “La gente de nuestra estirpe, los laboriosos hijos de la gran Madre latina, Italia, son sin duda alguna los que más han contribuido al engrandecimiento de esta tierra generosa y hospitalaria. Ellos le han dado el aporte fervoroso de su voluntad tenaz y de su brazo fuerte” (1939, Nº5: 6).
Con veinte años de distancia, y con una temática resignificada, publica dos de sus libros más emblemáticos en cuanto a la presencia, exaltación y celebración de la gesta gringa: Silvas labriegas (1952) y El sueño casi imposible… (Canto a Rafaela) (1974). Rápidamente se transforma en voz y raíz de la figura del inmigrante, y en una ciudad de honda raigambre italiana como la de Rafaela se legitima como referente del imaginario gringo.
Si Rafaela necesitaba un canto -y lo necesitaba- ahí lo tiene. Y ese canto ha salido de uno de sus hijos predilectos, sin el mercantilismo que lo hubiese inutilizado; sino con la fina ternura y el sentimiento profundo de quien se ofrece a contar cosas que pacientemente vino juntando desde pequeño, y más allá. Se me ocurre que usted no eligió a la ciudad para contarle, sino que la ciudad lo eligió a usted. (Salvador García, 1974: 1)
Con un aire leopardiano “en su marchigiana manera de aprehender lo real” y en la apropiación para su “propia enunciación poética (…) Canto porque eso pretende como el recanatense transformar en alquimia poética la experiencia de la vida e ilusión” (Crolla, 2008: 40), su aporte escriturario lo convierte en el poeta en su más alta expresión:
Toda esa vastedad de tierra, esa inmensidad de cielo, esa amplitud de horizonte están llenos de sugerencias, posibles de captar y traducir. (…) porque más allá de lo que muestra la superficie hay toda una larga historia de tierra bárbara, de gringos valerosos, de soledades infinitas y sacrificios increíbles, de angustias y esperanzas, de amor y de sangre. (…) Y yo estoy en eso, en la interpretación de la vida de ese pequeño e inmenso mundo del campo. (Vecchioli, 1974: s/n)
La repercusión de ambas obras fue inmediata, y su magnitud y calidad las convierten en gestoras y receptoras de las miradas de las otras voces del imaginario social.
Si José Pedroni, “el hermano luminoso” al decir del inmortal Lugones cantó a ‘las albricias del país’ en Gracia Plena y se ubicó en las primeras líneas de los poetas argentinos, Ud. dilecto amigo, no ha hecho menos con Silvas Labriegas. En él cobra sentido trascedente la gesta silenciosa de la chacra, del gringo que vino “a hacer la América” e hizo cantando la epopeya del surco… (Castro, 1952: 1)
Las reiteradas comparaciones halladas en su correspondencia personal, lo colocan en la línea de otros grandes poetas, “el canto agrario, nacional, con criollos y gringos, que todavía no se ha hecho en la Argentina, así me injurie la sombra del trasmundo de Lugones o don Joaquín Castellanos me escupa desde su inmortalidad. La verdad es, de todos modos, una sola: usted tiene condiciones de sobra para realizar esa empresa”. (Seri, 1952: 1)
A diferencia de las presentaciones más austeras que generalizaron las puestas en sociedad de sus libros, El sueño casi imposible… (Canto a Rafaela) se incluyó en los festejos de la Semana de Rafaela, organizado por la Municipalidad, y fue de la mano de la presentación de un relevante Espectáculo audiovisual denominado Rafaela en el tiempo, con guión y dirección de Alcides Castagno. Espectáculo en el que conjugó la actuación, la danza, las imágenes, el sonido y en el guión se incluyeron poemas de Balbi y Vecchioli. Tres años más tarde el libro es reconocido con el Premio “José Pedroni” organizado por la Secretaría de Cultura de Santa Fe, como sello de todos los augurios que había producido este poemario, considerándolo el mejor autor lírico del último trienio. Y en ese mismo año La ASDE (Asociación Santafesina de Escritores) le otorga el máximo galardón, el “Premio a la Labor Literaria”.
Si el paisaje no condiciona la visión del poeta, o al menos no es parte de ese condicionamiento junto con otros factores reconocibles, no vale la pena hablar de lo que estamos hablando, no vale la pena decir que Mario Vecchioli es su tiempo y su luz, es su palabra y su aire, es su historia y su mito. (…) Todo el lenguaje de él es precisa y felizmente la voz de la historia campesina de Rafaela, el código inmaterial de su grey, la solución de sus impulsos. (Balbi, 1974: 2)
A esta precisión descriptiva Lermo Balbi sobre el espacio literario generado por Vecchioli, sólo nos resta sumar la voz de otro exquisito poeta local, Fortunato Nari, quien lo calificó como “el poeta del catecismo gigante del hombre gringo en la tierra india” (Casabella, 2009: 1).
*Fragmento del trabajo final (dirigido por la prof. Adriana Crolla) presentado en la UNL (2014)
Bibliografía y material de archivo que aparecen en este capítulo (ordenados en esta oportunidad según su mención en el trabajo):
IMFELD, Daniel(2001) Sujetos y espacios en una colonia agrícola. Rafaela (1881-ca1910), Rafaela, Gráfica Gutenberg.
GALLO, Ezequiel (1983) La Pampa Gringa. La colonización agrícola en Santa Fe (1879-1895), Editorial Sudamericana, Buenos Aires.
CROLLA, Adriana (2008) “Memorias de Giacomo Leopardi en Literatura Argentina” en Revista KAF, FHUC, UNL Santa Fe.
CASTELLI, Eugenio (1985) Memoria poética: La inmigración italiana en Santa Fe, Rosario, Diario La Capital
BURKE, Peter (2000) Formas de historia cultural, Alianza, Madrid
VALLI, Raúl Osvaldo (S/F) “Memoria y Literatura” en Memorias y raigambres; Santa Fe, Diario El Litorial
VALENTI, Susana (1977) Tres poetas que cantaron la epopeya gringa (disertación)
M.B. (1975) Il poeta degli emigrati. Corriere degli italiana
REVISTA SOCIAL. ORGANO OFICIAL DE LA SOCIEDAD ITALIANA DE S.M. “V. EMANUELE II” (1939) Rafaela, Nº 1 al 8.
VECCHIOLI, MARIO (1952) Silvas labriegas. Rafaela, Berruezo y Bersano.
VECCHIOLI MARIO (1974) El sueño casi imposible (canto a Rafaela). Rafaela, Bonafede.
GARCIA, Salvador (Santa Fe, 1974) – correspondencia personal
CASTRO, Roberto (Añatuya, 1952) – correspondencia personal.
BALBI, Lermo Rafael (1974) Presentación de El sueño casi imposible en el Teatro Lasserre de Rafaela
SERI, José (Entre Ríos, 1952) – correspondencia personal
CASABELLA, Claudia (2007) Mario R. Vecchioli. El poeta del catecismo gigante del hombre gringo (www.fhuc.unl.edu.ar/portalgringo).