Si la apatía y el malestar de la ciudadanía es uno de los rasgos distintivos de la actual campaña electoral, la falta de propuestas de los candidatos explican las serias dificultades que enfrentan para "conectar" con el electorado. Así, votantes y postulantes a cargos legislativos transitan veredas diferentes por lo que, a pocos días de las elecciones primarias, no queda otra que recurrir a los golpes de efecto en busca de los votos. Así la puesta en escena de los precandidatos gira en torno a temas como la felicidad a partir del sexo o del consumo de marihuana, recursos que se presentan como pseudo graciosos como la "rossineta" o la "santileta" en referencia al vehículo (una moto o una combi) al que hay que subirse para apoyar a un espacio, spots de campaña con ritmos emergentes vinculados a los jóvenes y hasta propuestas sugerentes con doble sentido al estilo de "sé que muchos de ustedes están muy calientes" que sacudió la política santafesina en las últimas horas.
Así, se advierte una campaña electoral vacía de proyectos en la que brotan golpes de efecto sin garantía de resultados. La anti política, esa especie de corriente en la que se considera que los políticos son todos lo mismo, que son todos chorros e inmorales, gana espacios principalmente en la escena nacional, no tanto en las campañas locales como la que se desarrolla en ciudades más pequeñas como Rafaela.
En el fondo, podría deducirse que los candidatos gritan cada vez más fuerte en busca del apoyo electoral pero sin escuchar. Y en esta campaña salvaje en el que el fin justifica los medios, la falta de diálogo entre los actores políticos e institucionales es lo que, lamentablemente, aparece como un común denominador. Los que hoy gobiernan disparan culpas por el presente a la gestión precedente mientras que los hoy opositores cargan sus dardos discursivos contra la crisis económica actual y los efectos negativos de la pandemia y lo que consideran una vacunación muy demorada por el capricho de priorizar determinados laboratorios como proveedores en detrimento de otros ligados a Estados Unidos.
En esta campaña en el que la palabra entra en crisis, el discurso queda como un cascarón sin contenido mientras la credibilidad es un valor inestable y escaso, entonces se detectan conductas que poco tienen que ver con la democracia, el diálogo y la arquitectura de los consensos. Es decir, se pregona una voluntad de diálogo pero en realidad no hay intención de negociar. La hipocresía y la falsedad dominan la escena mientras la sinceridad brilla por su ausencia.
En la última semana, la Unión Industrial Argentina celebró, precisamente, el Día de la Industria durante un acto al que no asistieron las principales autoridades del Gobierno. En esa misma jornada, desde la Casa Rosada remarcaron que no sobra nadie y que la construcción del país es con todos, ratificando a la vez la vocación de diálogo. Entonces asoma el doble discurso de un gobierno que dice estar a favor del diálogo pero a la vez le da la espalda a la convocatoria de la principal organización que representa a la industria argentina. Inexplicable. Más que nunca eso de construir en base a las coincidencias más allá de las diferencias es un verso.
El presidente Alberto Fernández le restó importancia a su ausencia en el acto de la UIA por el Día de la Industria y explicó que en cambio eligió ir al Chaco para fomentar el desarrollo fabril en el interior del país. Su actual distanciamiento de las entidades representativas del campo también es una muestra de su falsa vocación de diálogo. Claramente no es por acá.