Lejos está cualquier utopía sobre un mundo feliz y las renovadas tensiones en distintas regiones del planeta, ya sea por cuestiones geopolíticas o religiosas, continúan alimentando la hipótesis del estallido de una guerra nuclear. En tiempos del mundo bipolar dominado por la Guerra Fría, en el que dos bloques liderados por Estados Unidos y la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se disputaban la supremacía global, la amenaza de un conflicto nuclear permanecía siempre latente.
Con el retroceso del socialismo y la caída de la Cortina de Hierro, un término utilizado para separar a los países occidentales capitalistas de aquel bloque contenido por los rusos, el mundo se relajó y eligió pensar que una contienda con el uso de armas nucleares se desvanecía en los pliegues de la historia.
Sin embargo, a pesar del paso de los años, los conflictos regionales se acentúan y el deseo de alcanzar una paz global se fue diluyendo, por lo que nos hemos acostumbrado a la inestabilidad cotidiana del Medio Oriente, no sólo por la hostilidad entre Israel y los países vecinos del mundo árabe, sino también por las guerras intestinas en las naciones árabes.
Siria es un ejemplo e Irak es otro caso. Hacia el interior de sus fronteras se desarrolló el salvaje Estado Islámico, que con la herramienta del terror asesina a todos aquellos que no adhieren al régimen, e inclusive ahora hace llamados para que los yihadistas puedan golpear en el corazón de los países "cruzados", tal como denominan a los infieles del islam.
En estos días, en un artículo escrito por Simon Sturdee, se destacó que a pesar de la reducción de los arsenales y el final de la Guerra Fría hace 25 años, la humanidad continúa jugando a la "ruleta nuclear" y el riesgo de explosión de una bomba atómica se mantiene bien presente, según los especialistas.
La amenaza del estallido intencionado de una guerra nuclear entre grandes potencias se redujo considerablemente a lo largo de los años, aunque nueve países posean ahora la bomba, entre ellos Israel, que nunca confirmó ni desmintió contar con ella, sostiene el autor. En este sentido, señala que las reservas mundiales de armas atómicas se redujeron un 25% desde los años 1980, pero unas 16.300 ojivas continúan operacionales, entre ellas 1.800 para uso inmediato, se recordó hace unos días en una conferencia internacional sobre el impacto de armas nucleares que se realizó en Viena.
Después deja en evidencia como, a pesar de los protocolos de seguridad que hacen a la manipulación y traslado de armas atómicas, un simple error humano puede costar miles y miles de vida. Al respecto, cita al investigador estadounidense Eric Schlosser, quien expresa que la historia del material nuclear militar está caracterizada por catástrofes evitadas a última hora. "Tuvimos la suerte de salir de la Guerra Fría sin explosiones (involuntarias). Pero el problema con la suerte es que no dura para siempre", dijo en esa conferencia en Viena que reunió a representantes de 160 países, entre ellos Estados Unidos, Reino Unido, India y Pakistán.
Entre los casos que pudieron terminar en tragedia, consigna que en 1958, una bomba atómica cayó en el jardín de una familia de Carolina del Sur, en Estados Unidas, después de que un comandante de un B-47 estadounidense accionara por descuido la rampa de lanzamiento. Afortunadamente, la bomba no contenía carga nuclear. Mucho más grave. En 1961, un B-52 lanzó accidentalmente una bomba H cargada sobre Carolina del Sur. "Se estuvo a un sólo interruptor de provocar una explosión cientos de veces más potente que la de Hiroshima", recuerda Schlosser según el artículo.
En tanto, en 1968, otro B-52, que transportaba cuatro bombas H se estrelló cerca de Thule, en Groenlandia. Aunque los sistemas de seguridad impidieron la reacción nuclear, la explosión de las cargas convencionales dispersó grandes cantidades de plutonio. Un elemento de la bomba nunca se encontró.
Por último, describe que en un famoso episodio, en 1980 se evitó por poco una guerra nuclear. Estados Unidos estuvo a punto de bombardear a la Unión Soviética debido a que un fallo informático desató una falsa alerta de lanzamiento de 2.000 misiles soviéticos contra Estados Unidos.
Se afirma que el desarrollo tecnológico incluso aumentó los riesgos de una mala voluntad, según indicó Camille François, experta francesa e investigadora de Harvard, al recordar que "las instalaciones nucleares son por naturaleza extremadamente vulnerables a los ciberataques". "No nos enfrentamos a niños, sino a Estados que invierten en la guerra cibernética", advierte François.
El progreso de la informática también redujo sustancialmente los plazos de activación, señala el antiguo oficial de seguridad nuclear estadounidense Bruce Blair. En Rusia, por ejemplo, gracias a la automatización de los procesos, "el alto mando en Moscú necesita únicamente algunos segundos para disparar un misil desde la Siberia profunda", apunta este investigador de Princeton. "Jugamos a la ruleta nuclear esperando tener suerte eternamente. Es un sinsentido", concluyó Blair.