Suplemento Jubilados

Jubilados, una historia sin fin

Por Alicia Riberi. - Parece mentira que con tanta ligereza tomemos el tema de los jubilados. Los jubilados son la fotografía de lo que seremos nosotros mañana si sobrevivimos en la jungla de la realidad actual.

Me parte el corazón ver las colas que tienen que hacer para cobrar unos miserables pesos…agitados, colorados, con los pies hinchados y quizás con cuántas dolencias más que tienen que disimular porque a nadie le importa. Son para mí una materia pendiente…porque escucho como todos pelean por un sueldo mejor, cada uno cuidando su quinta y sin pensar que al no luchar por nuestros jubilados, mañana los olvidados seremos nosotros.

Cuando veo los aumentos para jubilados y lo que van a cobrar…, realmente son magos para comer, pagar servicios, impuestos, farmacia, alquileres -algunos- en realidad sólo para comer sustanciosamente y estar sanos, eso no les alcanza.

Es una vergüenza cuando veo que hay gente que se queja porque demoran por su andar lento o porque quieren que les explique tal o cual cosa, porque si pagan demás no comen o si cobran de menos no saben qué hacer... pero es que nadie reacciona, nadie piensa en todo el sacrificio que hicieron nuestros viejos para que nosotros podamos ser lo que somos y que nos dieron de comer, nos hicieron estudiar, nos alimentaron, nos cuidaron cuando estábamos enfermos y ahora no sabemos dónde ponerlos para que no «jodan» y podamos hacer nuestra vida libremente.

Dios mío, a mí me gustaba tanto ir con mi mamá todas las tardes a visitar a mi abuela, lo esperaba como un premio y el día que se silenció la vida de mis abuelos, fue un dolor tan grande que aún los recuerdo permanentemente. Era hermoso escuchar sus historias, sus anécdotas o nada sabía cómo las tortas o pasteles de la abuela y también el arroz con pollo de los domingos en que toda la familia se reunía. Los abuelos eran el hilo conductor y conector de los afectos de la familia… la palabra de los abuelos era importante, nos callábamos para escucharlos y hoy los callamos o los escondemos para que no molesten y decimos que son pesados… Dios cuántos errores que no vemos y nos van a costar muchas lágrimas.

Los viejos tienen que tener un lugar de honor en nuestras vidas, ellos con las pocas herramientas que tenían, sacaban siempre algo de la galera para robarnos una sonrisa. Tal vez eran silenciosos, pero con silencios que hablaban de amor, de sacrificio, de valor por la palabra dada, ya que no necesitaban firmar un papel para cumplir y hoy ni un papel es garantía.

Yo amo y respeto a los viejos porque somos hoy sus herederos, herederos de un honor que tapamos con materialismo y miserias que deberían avergonzarnos…no tengamos miedo de dar la cara por ellos, ellos ya la dieron por nosotros. Enseñemos a nuestros hijos que venir viejos no es una desgracia, sino que debería ser el premio merecido de disfrutar de los afectos, de viajar -sin temor a no poder pagar un pasaje-, de leer -sin pensar si puedo darme el lujo de comprarme un libro-, de caminar al aire libre sin pensar que a la vuelta de la esquina un desquiciado será capaz de matarme, por la pocas monedas o billetes que puedo tener y lo que es más triste un viejo sólo es sinónimo de una carnada para los delincuentes y eso, eso sí es terrible.

Despertemos y demos a nuestros viejos lo que realmente se merecen… una sociedad que se juegue por ellos en el ocaso de sus vidas.

Autor: Redacción

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