Editorial

Jóvenes desocupados

En medio de las discusiones sobre la inseguridad en Santa Fe y del cruce por las responsabilidades que le caben tanto a la Provincia como a la Nación, se dio a conocer la semana pasada un número vinculado a una de las cuestiones de fondo que hacen al problema: la desocupación de nuestros jóvenes.

Durante la conferencia de prensa brindada en respuesta a las acusaciones recibidas, el gobernador de la Provincia Antonio Bonfatti, apuntó que en la Argentina hay 1.400.000 jóvenes que no estudian ni trabajan. También indicó que las estadísticas de Naciones Unidas dicen que en la Argentina “los alumnos de escuela secundaria son los mayores consumidores de droga de América latina”.

Los mismos números fueron citados por Mario Barletta, tras reunirse con Bonfatti por la crisis desatada en el territorio provincial. El titular a nivel nacional de la Unión Cívica Radical aclaró que “la solución de los problemas de inseguridad sólo pueden ser tratados debidamente a partir de acuerdos políticos e interjurisdiccionales”.

En ese marco, mencionó –en consonancia con la apreciación del gobernador– el problema de que “en la Argentina hay más de 1.400.000 jóvenes que no estudian ni trabajan, presas fáciles del alcohol, de las drogas y, en definitiva, de las asociaciones delictivas”.

Más allá de la intencionalidad política con que pueden haberse usado estos números, y a pesar de que existen diferentes cifras sobre la cantidad de jóvenes que están fuera del sistema educativo y laboral, el número citado tanto por estos referentes del Frente Progresista Cívico y Social coinciden con lo que marcan los estudios más actuales en la materia.  

El Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales (CEDLAS) elaboró en 2010 un estudio sobre la situación de los jóvenes en América Latina. Según estos datos, el 8,4% de los jóvenes de entre 15 y 24 años no estudia ni busca trabajo. Es decir alrededor de 600.000 personas. Si a esto se suma el 2,6 % que se encuentra en la misma situación y formó familia, la cifra sube a 750 mil. Si se consideran además aquellos que no estudian y están buscando trabajo, el 8% de los jóvenes, se llega a 19%, un número cercano a 1.350.000. El promedio en Latinoamérica de jóvenes que se encuentran en esta situación es de 20,2%, considerando los tres casos.

Hay alrededor de 1.100.000 jóvenes entre 18 y 29 años que no estudian ni trabajan, según los cálculos del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). De ese total, 795 mil no buscan empleo, mientras que 374 mil desea encontrar un trabajo. Los datos se basan en los resultados de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto de Estadísticas y Censos (INDEC).

Una cifra cercana calcula también el Instituto de Estudios sobre Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral), de la Fundación Mediterránea. Un documento de trabajo, publicado en junio de 2010, estimó que la cantidad de jóvenes que no estudiaban ni trabajaban era de un “13%, que asciende a cerca de un millón de personas entre 14 y 24 años”. Los datos también surgen de la EPH analizados por el Instituto.

Los datos recopilados por el Sistema Iberoamericano de Conocimiento en Juventud (SICJ), que sólo llegan en el caso de la Argentina hasta 2006, estiman que un 20% de los jóvenes que se encuentran dentro de este rango etario no estudian ni trabajan.

Cabe señalar que la mayoría de estos estudios, publicados recientemente por Chequeado.com, no dan cuenta de la implementación de la Asignación Universal por Hijo. De todas maneras, queda en evidencia que todavía queda mucho por hacer.

Es por eso que el debate actual de lo que sucede en Santa Fe, no sólo debe estar orientado a corregir la manera en que se combate tanto los delitos complejos, como el narcotráfico, como aquellos más cotidianos, como los saqueos. También deberá pugnar por la llegada de una línea de acción profunda acerca de cómo se podrán achicar las brechas entre aquellos que pueden acceder al mundo del estudio y del trabajo, y entre quiénes no proyectan un futuro posible.

La inseguridad de no poder vivir tranquilos en nuestros hogares es un gran problema. Pero la inseguridad que siente este millón de jóvenes de no saber qué hacer con sus vidas, también lo es.

Autor: Redacción

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