Editorial

José de San Martín

"Antes sacrificaría mi existencia que echar una mancha sobre mi vida pública que se pudiera interpretar por ambición",  frase realmente impactante, más aún en los tiempos que transcurren en la vida de la República, la cual fue pronunciada por José de San Martín, el gran libertador, cuya figura y ejemplo se han ido agigantando con el paso de los años. Justo hoy, este 17 de agosto, se cumplen 164 años de su muerte en la localidad francesa de Boulogne-sur-Mer. Había nacido en la correntina Yapeyú el 25 de febrero de 1778.

Nada más justo y merecido que reconocerlo como "el padre de la Patria", valorado como el principal protagonista y prócer de nuestra historia, aunque sus acciones en la lucha por la libertad trascendieron nuestras fronteras, alcanzado también a Perú, donde se lo recuerda como "fundador de la libertad del Perú", en tanto que similares calificativos les son adjudicados en Chile, país que lo reconoce con el grado de capitán general.

El repaso de su trayectoria, en este día de especial recuerdo y reflexión, es siempre importante hacerlo. Cuando sólo tenía 5 años, San Martín llegaba con su familia a Cádiz, para radicarse luego en Málaga, cumpliendo estudios en el Real Seminario de Nobles de Madrid y en la Escuela de Temporalidades de Málaga, para incorporarse luego al ejército español, haciendo su carrera en el Regimiento de Murcia, combatiendo en el norte de Africa y luego contra la dominación napoleónica de España, logrando en 1812 y con 34 años de edad, el grado de teniente coronel. Luego de una escala en Londres, retornó a Buenos Aires poniéndose al servicio de la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, siéndole encomendada la creación del Regimiento de Granaderos a Caballo -que ahora lleva su nombre-, el cual obtuvo el triunfo en el combate de San Lorenzo, asumiendo con posterioridad la jefatura del Ejército del Norte, reemplazando en ese cargo al general Manuel Belgrano.

Ahí comenzó a concebirse el plan continental, que afianzó luego al ser designado gobernador de Cuyo, con sede central en Mendoza, donde organizó el Ejército de los Andes, y tras cruzar la cordillera de Los Andes en una verdadera acción épica, consiguió la liberación de Chile, tras las batallas de Chacabuco y Maipú. Poco después y merced a una flota organizada en Chile que posibilitó el traslado por el Pacífico, pudo declarar la independencia de Perú en 1821, concluyendo su carrera de las armas tras la Entrevista de Guayaquil con Simón Bolívar. Finalmente, su partida a Europa, donde murió el 17 de agosto de 1850.

Sintéticos trazos de un accionar valiente y desinteresado, donde los objetivos de libertad siempre fueron antepuestos a los personales, lo que lo llevó a José Francisco de San Martín a convertirse en el máximo héroe de aquellas gestas inigualables que constituyeron los cimientos de la Patria.

Fue la vida del Libertador un espejo en el cual mirarse, cobrando una trascendencia realmente enorme su conducta, austera, sencilla y siempre volcada hacia el bien común, valores que hicieron de él un gran hombre, cuyo ejemplo debería estar por sobre las declamaciones huecas de contenido, sino en el mucho más valioso acto de imitarlo, de seguir sus principios. Tal vez otro hubiese sido nuestro destino.

En este presente donde la corrupción parece haberse enquistado como algo tan común que ya ni siquiera sorprende, donde nada menos que el vicepresidente de la Nación acumula procesos y es un fiel y auténtico caso de todo lo contrario que dejó San Martín como legado, es cuando más deberían grabarse en nosotros los pensamientos del prócer. "Antes sacrificaría mi existencia que echar una mancha sobre mi vida pública que se pudiera interpretar por ambición", frase del Libertador utilizada al comienzo de esta nota, la que es más que ilustrativa de cuál era su pensamiento, siempre sostenido por sus acciones, como debe ser en aquellos que asumen responsabilidades que quedan grabadas en la historia. Metas que son para pocos, y que el desarrollo de los acontecimientos, no ha hecho otra cosa que comprobarlo de esa manera.

Que la figura de San Martín, al menos en este día, ilumine la mente de muchos argentinos que parece han extraviado el verdadero rumbo que impone esta hora de la República.


Autor: REDACCION

Estás navegando la versión AMP

Leé la nota completa en la web