Editorial

Jornada de las comunicaciones

Este domingo la Iglesia celebra la ascensión del Señor y el papa Francisco difundió el mensaje para la 49ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales titulado "Comunicar la familia: ambiente privilegiado del encuentro en la gratuidad del amor".

"El tema de la familia está en el centro de una profunda reflexión eclesial y de un proceso sinodal que prevé dos sínodos, uno extraordinario celebrado y otro ordinario, convocado para octubre. En este contexto, he considerado oportuno que el tema de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales tuviera como punto de referencia la familia. La familia es el primer lugar donde aprendemos a comunicar. Volver a este momento originario nos puede ayudar, tanto a comunicar de modo más auténtico y humano, como a observar la familia desde un nuevo punto de vista", destaca.

Puso como ejemplo el episodio evangélico de la visita de María a Isabel (Lc 1,39-56). «En cuanto Isabel oyó el saludo de María, la criatura saltó en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó a voz en grito: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!”» (vv. 41-42).

"Nos muestra la comunicación como un diálogo que se entrelaza con el lenguaje del cuerpo. La primera respuesta al saludo de María la da el niño saltando gozosamente en el vientre de Isabel. Exultar por la alegría del encuentro es, en cierto sentido, el arquetipo y el símbolo de cualquier otra comunicación que aprendemos incluso antes de venir al mundo. El seno materno que nos acoge es la primera «escuela» de comunicación, hecha de escucha y de contacto corpóreo", señala Bergoglio. 

Sobre esta parte del mensaje papal opinó el obispo de Río Gallegos e integrante de la Comisión Episcopal de Comunicación Social, Miguel D’Annibale: “Esta mujer de Dios visita a su prima y apenas se encuentra entabla comunicación, porque los niños saltan de alegría en los vientres. Más allá de las palabras, valoremos esa comunicación del cuerpo”.

El mensaje papal agrega que "en la familia se percibe que otros nos han precedido, y nos han puesto en condiciones de existir y de poder, también nosotros, generar vida y hacer algo bueno y hermoso. Podemos dar porque hemos recibido, y este círculo virtuoso está en el corazón de la capacidad de la familia de comunicarse y de comunicar; y es el paradigma de toda comunicación."

"Lo que nos hace entender -continúa- en la familia lo que es verdaderamente la comunicación como descubrimiento y construcción de proximidad es la capacidad de abrazarse, sostenerse, acompañarse, descifrar las miradas y los silencios, reír y llorar juntos, entre personas que no se han elegido y que son tan importantes las unas para las otras". 

La familia es el lugar en el que, viviendo juntos la cotidianidad, se experimentan los límites propios y ajenos, los pequeños y grandes problemas de la convivencia, del ponerse de acuerdo. No existe la familia perfecta, pero no hay que tener miedo a la imperfección, a la fragilidad, ni siquiera a los conflictos; hay que aprender a afrontarlos de manera constructiva. Por eso, la familia en la que, con los propios límites y pecados, todos se quieren, se convierte en una escuela de perdón. El perdón es una dinámica de comunicación: una comunicación que se desgasta, se rompe y que, mediante el arrepentimiento expresado y acogido, se puede reanudar y acrecentar. 

"En un mundo donde tan a menudo se maldice, se habla mal, se siembra cizaña, se contamina nuestro ambiente humano con las habladurías, la familia puede ser una escuela de comunicación como bendición. Y esto también allí donde parece que prevalece inevitablemente el odio y la violencia, cuando las familias están separadas entre ellas por muros de piedra o por los muros no menos impenetrables del prejuicio y del resentimiento, cuando parece que hay buenas razones para decir «ahora basta»; el único modo para romper la espiral del mal, para testimoniar que el bien es siempre posible, para educar a los hijos en la fraternidad, es en realidad bendecir en lugar de maldecir, visitar en vez de rechazar, acoger en lugar de combatir", profundiza el Papa.

Y fue más allá: "Los medios de comunicación tienden en ocasiones a presentar la familia como si fuera un modelo abstracto que hay que defender o atacar, en lugar de una realidad concreta que se ha de vivir; o como si fuera una ideología de uno contra la de algún otro, en lugar del espacio donde todos aprendemos lo que significa comunicar en el amor recibido y entregado."

Frente a las nuevas realidades familiares, la comunicación y en especial los medios masivos pueden ayudar al diálogo social y no a la destrucción de los vínculos, que muy a menudo se propagan en la televisión.

Autor: REDACCION

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