Editorial

Japón en el tobogán

Vaya si vivimos en un mundo de cambios, y también de sorpresas. La principal economía del mundo, Estados Unidos, no logra salir a flote después de tembladerales muy importantes que la mantienen postrada, viendo como se incrementa sostenidamente la cantidad de pobres en el país. Pero tal vez, sin tanta fuerza pero con fuerte impacto, es Japón quien también viene en caída, ya que no hace mucho resignó el segundo puesto en las posiciones de las mayores economías mundiales, siendo desplazado por China, mientras que ahora acaba de tomarse conocimiento que por primera vez en los últimos 30 años, el país del Sol Naciente registró déficit en su comercio anualizado.

Esta situación nueva, pone un horizonte de dudas e incertidumbres respecto al futuro inmediato de Japón, ya que de ahora en más no podrá depender del saldo favorable de las exportaciones para financiar su enorme deuda pública, por lo cual de ahora en más, y por primera vez en varias décadas estará dependiendo de las inversiones extranjeras.

Aunque Japón venía cediendo terreno desde hace varios años en sus cuentas públicas, todo empeoró decididamente en 2011 consecuencia del fortísimo terremoto del mes de marzo, incrementándose en gran medida los costos de importación de combustible, a la par que la desaceleración mundial de las exportaciones por la crisis global y la fortaleza de la moneda china golpearon fuerte a las ventas japonesas, haciendo caer en déficit a la balanza comercial, el cual si bien se ve en cierta medida recompensado por el flujo de utilidades y ganancias logradas en el exterior por sus empresas, se estima como muy difícil que pueda ser revertido en un solo ejercicio, por lo cual sus efectos son considerados a largo plazo.

La pérdida de potencia nuclear de Japón ha sido un factor determinante en la elevación del déficit comercial, ya que la pérdida de esa energía debió reemplazarse con la compra de combustible, justo en momentos en que el mundo es más demandante y con precios hacia arriba, combinándose ese efecto negativo con el mayor envejecimiento de la población nipona, que demanda una constante y creciente inversión de parte del Estado para la atención de un sector de la población cada vez más numeroso, y caro, por el tipo de asistencialismo que se le debe proporcionar.

Una idea mucho más clara y precisa de la situación la ofrece un solo detalle: de los 54 reactores nucleares del país se encuentran sólo 4 en funcionamiento, consecuencia del temor generado por el desastre ocurrido en marzo de 2011. Lo cual ha provocado que desde entonces Japón haya comenzado a comerse sus ahorros, y que cuando ya no le queden para abastecer su energía, su situación dentro del mundo cambiará radicalmente, pues de ser un permanente acreedor se transformará en deudor, con todas las duras y negativas consecuencias que eso significa.

El otrora poderoso país de Oriente registró en 2011 un déficit comercial de 3.200 millones de dólares, siendo el primero que tiene desde 1980, consecuencia del alza de los precios del petróleo. Aún cuando la magnitud de la cifra no es demasiado preocupante, sí en cambio lo son las condiciones que generaron este cambio, ya que no existen posibilidades inmediatas de revertirlo. Salvo, claro está, que prospere una iniciativa del gobierno de duplicar el impuesto a las exportaciones que actualmente es del 5%, con lo cual se buscaría financiar los abultados costos de la seguridad social de una sociedad en creciente envejecimiento. Aunque claro, esa duplicación de impuestos, que de todos modos no será inmediata sino escalonada hasta de aquí a 2015, sin dudas impactará negativamente en las ventas niponas, que pueden disminuir sensiblemente a raíz de esta elevada imposición estatal.

Aunque la balanza comercial apenas tenga un déficit de 3.200 millones de dólares, el problema es más serio de lo que se supone, puesto que de ahora en adelante no se podrá financiar la gigantesca deuda pública -que ya dobla el tamaño de su economía de 5 billones de dólares-, si no se logran inversiones extranjeras, lo cual es bastante complicado en los tiempos que se corren, y más aún con las actuales condiciones que viven la economía y las finanzas en todo el mundo.

Autor: Redacción

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