Editorial

Inmaculada Concepción

En medio de una sociedad cada vez más secularizada y envuelta en sus problemas temporales que hacen perder de vista los hechos trascendentales de la vida, pasó casi desapercibido el sábado último como un día feriado más (recordemos que Rafaela ciudad todavía no lo tiene) pero fue en el marco de la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María y en preparación del Adviento para la renovada llegada del Salvador.

El dogma de la Inmaculada Concepción es una creencia católica que sostiene que María, madre de Jesús, a diferencia de los demás seres humanos, no fue alcanzada por el pecado original sino que desde el primer instante de su concepción estuvo libre de todo pecado.

En este sentido, el 8 de diciembre de 1854 el papa Pio IX proclamó esta fiesta, expresando que “declaramos que la doctrina que dice que María fue concebida sin pecado original, es doctrina revelada por Dios y que a todos obliga a creerla como dogma de fe”.

Al desarrollar la doctrina de la Inmaculada Concepción, la Iglesia Católica contempla la posición especial de María por ser madre de Cristo y sostiene que Dios preservó a María libre de todo pecado y libre de toda mancha o efecto del pecado original, que había de transmitirse a todos los hombres por ser descendientes de Adán y Eva, en atención a que iba a ser la madre de Jesús, que es también Dios. La doctrina reafirma con la expresión "llena eres de gracia" contenida en el saludo del ángel Gabriel (Lc. 1,28), y recogida en la oración del Ave María, este aspecto de ser libre de pecado por la gracia de Dios. "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado hijo de Dios" (Lc. 1,35).

La definición del dogma, contenida en la bula Ineffabilis Deus afirma: “Para honra de la Santísima Trinidad, para la alegría de la Iglesia Católica, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los santos apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra: definimos, afirmamos y pronunciamos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles”.

El historiador Francesco Guglieta, experto en la vida de Pío IX, señala que el tema del naturalismo, que despreciaba toda verdad sobrenatural, podría considerarse como la cuestión de fondo que impulsó al Papa a la proclamación del dogma: la afirmación de la Concepción Inmaculada de la Virgen ponía sólidas bases para afirmar y consolidar la certeza de la primacía de la gracia y de la obra de la Providencia en la vida de los hombres. Pese a su entusiasmo, Pio IX acogió la idea de realizar una consulta con el episcopado mundial, que expresó su parecer positivo y llevó finalmente a la proclamación del dogma.

En este contexto, el arzobispo salvadoreño san Oscar Romero es claro al respecto: “María como una poetisa, como una profetisa, como una alabadora de Dios, canta su hermoso cántico: mi alma glorifica al Señor, se llena de gozo en Dios mi salvador, porque mi alma está llena del todopoderoso, porque mi alma está llena como de un perfume que no parece a ninguno de la Tierra”.

En el año de la fe, el entonces papa Benedicto XVI subrayó que María es la Inmaculada por un don gratuito de la gracia de Dios, que encontró en Ella perfecta disponibilidad y colaboración (...). En María la palabra de Dios encuentra escucha, recepción, respuesta; halla aquel «sí» que le permite hacerse carne y venir a habitar entre nosotros. En María la humanidad, la historia, se abren realmente a Dios, acogen su gracia, están dispuestas a hacer su voluntad. María es expresión genuina de la gracia" (Angelus, 8/12/2012).

El papa Francisco en esta solemnidad de la Inmaculada fue anteayer a rendir homenaje ante la Salus Populi Romani a la Basílica papal de Santa María la Mayor en la ciudad de Roma, luego se dirigió a la Plaza de España donde depositó flores al pie de la estatua de la Virgen, y orar por la ciudad y por el mundo.

En el proyecto salvífico diseñado por Dios desde la eternidad estaba María entre los planes, para que con su sí diera lugar al nacimiento del Hijo de Dios para salvar al mundo de los pecados de todos los tiempos. Entonces no nos cansemos de acudir una y otra vez ante la intercesora y abogada para poner en su manto las preocupaciones en el paso por este mundo.

Autor: REDACCION

Estás navegando la versión AMP

Leé la nota completa en la web