En la Argentina a la inflación no le importa si enfrente tiene a gobiernos progresistas o a la gestión de los mejores equipos de los 50 años colmada de ceos, siempre logra la victoria con holgura. Ilustres economistas en el desarrollo profesional del universo de consultoras o empresas quedan reducidos a analfabetos económicos cada vez que ocupan un cargo en el área de hacienda del gobierno nacional o en el Banco Central. Las estadísticas son claras: la inflación ha ridiculizado a los últimos gobiernos argentinos ya sea ocupen un lado u otro de la promocionada grieta.
La confianza del gobierno de Cambiemos al inicio de la gestión a fines de 2015 se transformó en una gigantesca decepción al término del 2019: en cuatro años la inflación acumulada ronda el 165 por ciento. Es que en 2019 fue del 53,8%, en el 2018 fue 47,6%, en el 2017 fue 24,8% y en el 2016 fue 40,3%. Lo que hizo peor las cosas es que los salarios perdieron buena parte de su poder adquisitivo en los últimos cuatro años, por lo que el sabor de boca (o de bolsillo) es más amargo aún.
Durante los ocho años del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, un oscurantismo estadístico que comenzó con la intervención del INDEC desacreditó los datos sobre la evolución de precios, por lo que se tomó como válido lo que se dio en llamar el "Indice Congreso", que se elaboraba a partir de las mediciones efectuadas por un conjunto de consultoras y economistas. En este marco, entre 2008 y 2015, la inflación acumulada gira en torno al 200%, con pico en el 2014 (38,5%) y un mínimo de 16,5% en el 2009 -los otros seis años siempre superó el 20%-. Es decir, lo negativo de este doble período presidencial fue la mentira oficial sobre lo que sucedía con los precios y obviamente la falta de una política acertada contra la inflación. Lo positivo es que a través de las paritarias hubo mejor defensa de la capacidad de compra de los salarios.
Pero en definitiva, ni unos ni otros pueden mostrar un caso de éxito contra la inflación pues perdieron ampliamente la batalla. Por la falta de logros en esta materia, los macristas criticaron con dureza a los kirchneristas, quienes por estos días se toman revancha. La pulseada dialética solo puede centrarse en quién fue peor o, como si fuera el resultado de un partido de fútbol, quien perdió por una menor diferencia. En todo caso, los argentinos fueron los que soportaron el peso de la derrota.
Así las cosas, apenas superado por las monedas de Venezuela y de Zimbabwe, el peso argentino es el billete que perdió más poder adquisitivo en el mundo el año pasado, tras conocerse que la inflación fue del 53,8% en 2019. Dentro de la región, y excluyendo a Venezuela con su régimen socialista, la Argentina es el único país con inflación de dos dígitos, mientras que el resto de las naciones latinoamericanas tienen, en promedio, un costo de vida del 3,20%.
El problema no es de ahora, pasó una década y en vez de bajar la inflación, la duplicamos al mismo tiempo que en países como Chile y Brasil, dejó de ser un problema, consignó un informe de la Fundación Libertad y Progreso. Mientras los demás países tienen una inflación menor a un dígito mensual, la Argentina en un mes supera el costo de vida anual de las naciones en las que "se sabe que es un fenómeno estrictamente monetario, consignó la entidad.
¿Qué puede pasar en la Argentina en este 2020? Quien sabe, pero a esta altura nadie duda que estará entre el 35% y el 40%. El quid de la cuestión será qué pasará con los salarios puesto que los objetivos del gobierno nacional es reactivar la economía a través de la recuperación del consumo interno. Con la negociación pendiente por la deuda reperfilada, no hay empresas que apuesten a invertir sino todo lo contrario, todos esperan hasta marzo para ver como se desarrollarán las conversaciones entre el Gobierno y el Fondo Monetario Internacional primero, y luego con los bonistas privados.
Al gobierno actual todavía le quedan poco más de 60 días de gracia en función de que siempre se le suele otorgar 100 días para que comience a mostrar resultados. Después la paciencia se irá reduciendo si es que no se logran avances en la búsqueda de un mejor (bien)estar de la población.
Mientras tanto, Argentina está en el podio en el que nadie quiere estar: el ser uno de los países con mayor inflación entre los 184 que muestran sus estadísticas al FMI. Una medalla que nadie quiere.