Editorial

Indicadores de deuda

Desde 2011 en adelante existe un grave deterioro del endeudamiento del Estado nacional, según se refleja en los indicadores del propio Ministerio de Finanzas en el apartado denominado "Sostenibilidad de la deuda pública", la cual se va cotejando con el PBI, las exportaciones o la recaudación impositiva.

De acuerdo con el referido trabajo, se detalla que la deuda pública interna y externa, tanto en moneda nacional como extranjera, en el año 2016 registró un aumento de 34.781 millones de dólares y en 2017 entre enero y septiembre subió otros 30.262 millones de la citada divisa. De tal modo tenemos que, según estos datos oficiales, en 21 meses la deuda tuvo una expansión de 65.043 millones de dólares, con la cual el total de la misma ascendía a la fecha indicada a 305.708 millones, en la cual se incluye la deuda no presentada a los canjes, y también sin incluir la de las provincias, el Banco Central y otros organismos públicos.

Si retrocedemos un poco, hasta 2005 cuando se formalizó el primer canje, la deuda ascendía a 154.270 millones, vemos que desde entonces el total adeudado se duplicó, aumentando 151.438 millones. De esta suba, 86.395 millones se gestaron durante los últimos 10 años de la gestión kirchnerista -la autodenominada "década ganada"- y 65.043 millones en lo que va de la administración de Cambiemos.

Tomando una serie de indicadores clave para analizar cómo fue gestándose este endeudamiento, tenemos que en proporción al PBI el curso ascendente de la deuda fue el siguiente: desde el 38,9% de 2011 pasó al 52,6% en 2015; luego al 53,3% en 2016, y al 53,7% a septiembre de 2017. Confrontando con las exportaciones, pasó del 110,2% en 2011 al 254,4% en 2016 y 293,1% a septiembre del año pasado. En cuanto al peso de los intereses también mantuvo una onda creciente, ya que a fines de 2011 significaba el 1,6% del PBI, en 2016 paso al 2,3% y en septiembre último llegó a 2,6%. Si se mide con las reservas del BC la deuda externa en divisas era en 2011 del 231,9% y en 9 meses de 2017 pasó al 420%. En cuanto a los intereses y vencimientos de capital pasaron del 8,1% en 2011 al 15,7% en septiembre último. Si tomamos esos mismos intereses como porcentajes de los recursos impositivos pasaron de 32,6% en 2011 al 61,6% en 2017, y si esa misma relación se hace con los intereses solamente tenemos que del 6,6% de 2011 subieron a 8,9% en 2016 y al 10,4% a septiembre pasado.

De acuerdo con analistas del tema, la mayoría de los diez indicadores tienen escasa relevancia efectivo para mostrar la vulnerabilidad del endeudamiento del Estado, mezclando parámetros económicos y comerciales que no se compatibilizan con los financieros. Tomando uno de los indicadores tenemos la relación deuda-PBI siendo la más utilizada en el mundo, pero así también la más discutible porque mezcla la deuda como numerador que es una magnitud financiera con un denominador como el producto bruto interno que constituye una magnitud económica estimada.

También resulta engañoso el indicador deuda-exportaciones, considerando sólo la deuda en moneda extranjera. Tal indicador muestra una evolución preocupante, pero es aún peor si se tiene en cuenta que estas exportaciones con las que se compara la deuda no tienen obligación de liquidar divisas en forma inmediata, ya que las mismas pueden realizarse hasta los 5 años posteriores a ser concretadas, razón por la cual no existe garantía de disponibilidad inmediata de tales divisas.

El indicador que tendría mayor razonabilidad y coherencia desde la visión financiera es el que compara los intereses de la deuda con los ingresos tributarios corrientes, aunque también se produce una cierta distorsión en virtud que un tercio de esos intereses no se pagan sino que se capitalizan. Y si por lo tanto se toman los servicios totales pagados, que se supone integran intereses más capital- arroja el 61,6%, lo que implicaría que el Estado nacional tendría que disponer más de la mitad de sus recursos corrientes al pago de la deuda, algo que es irreal y por lo tanto no representativo.

Como se advierte, los razonamientos que se pueden aplicar a la evolución de la deuda son de lo más variados y ajustables al posicionamiento personal de cada analista. Lo concreto es, que los indicadores no son fiables para establecer comparaciones.

Autor: REDACCION

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