Editorial

Incertidumbre en EE.UU.

El actual presidente Donald Trump y el candidato a sucederlo Joe Biden, ya protagonizaron un debate, el primero de los tres que se habían acordado, pero se especula, por los últimos acontecimientos, que podría ser el único.

Biden salió fortalecido de un encuentro que alcanzó momentos de gran tensión por las acusaciones que le formuló el aspirante a ocupar la Casa Blanca a su actual y cuestionado habitante, Trump.

El jefe de Estado no encontró respuestas convincentes al querer justificar la estrategia que aplicó su Gobierno en el tratamiento de la pandemia y se limitó, en varias ocasiones, a responsabilizar a China por lo que viene ocurriendo en el mundo entero.

Trump, en cambio, destacó la política económica, que dio muestras de una reactivación importante de los sectores más golpeados por el Covid-19.

Biden, ex vicepresidente de Barack Obama, lejos de aceptar cada uno de los argumentos del vigente mandatario, le reprochó otras cuestiones que en su momento fueron criticadas por la comunidad latina, con la que ahora el Presidente intenta congraciarse.

La incógnita, a esta altura de las circunstancias y con Trump recuperándose de un cuadro de coronavirus que derivó en su internación en un hospital militar durante tres días, es saber si habrá un segundo debate y eventualmente un tercero.

En ese sentido, coinciden los analistas, existe una gran incertidumbre, cuando los ciudadanos ya comenzaron a emitir sus votos en los diferentes estados, mediante los correos habilitados.

Mientras tanto, las encuestas, en su mayoría, le otorgan una diferencia del orden de los 10 puntos a Biden, pero cabe recordar que algo similar hacía sucedido cuando Trump llegó a la presidencia, cuando en la previa la candidata era Hillary Clinton.

En esto de los debates, la primera experiencia se concretó el 26 de septiembre de 1960, entre el entonces vicepresidente Richard Nixon y el senador John Kennedy, registrándose un récord histórico de televidentes, que después superaría la llegada del hombre a la Luna en el año 1969.

Esta claro, que al margen del interés que generan estos debates, el efecto sobre el resultado final es relativo, aunque también hubo casos excepcionales, como el de Ronald Reagan en 1980, cuando luego de su primera confrontación con Jimmy Carter pegó un salto significativo en los sondeos, para superando al vigente jefe de Estado, quien lideraba claramente las encuestas.

Otro caso testigo fue el de Barack Obama, que en 2008 amplió su ventaja con el candidato republicano John McCain de dos a siete puntos después de su primer cara a cara, para acceder finalmente a la Casa Blanca.

Pero logren o no sacar provecho en las encuestas, los debates sí permiten a los candidatos presentar las líneas generales de sus propuestas y demostrar sus capacidades persuasivas, por lo que en algunos casos pueden llegar a ser decisivos para los postulantes a gobernar a la nación más poderosa.

En esta oportunidad, en el primer debate realizado en Cleveland, Ohio, entre el presidente Trump y el ex vicepresidente Biden, escasearon las propuestas en noventa minutos donde abundaron los ataques personales y las constantes interrupciones, que algunos medios definieron como "deprimentes".

Fueron de tal bajeza las acusaciones, que los dos estuvieron demasiado lejos de responder a las expectativas de sus propios seguidores.

Trump, en un momento, acusó a su contender de "no hacer nada en sus 47 años en el Congreso" y que además "es manejado por la izquierda de su partido".

Biden, a su turno, sostuvo que el actual mandatario es un "payaso y mentiroso", en un debate de bajo vuelo y que hoy por hoy por nadie está en condiciones de garantizar que tenga una segunda parte.

El suspenso sobre lo que podría suceder, es cada día más fuerte, a tal punto que suena con insistencia la posibilidad de cancelar los dos encuentros restantes, algo que la gente no compartiría, aunque en definitiva, la última palabra la tendrán los responsables de ambos campamentos.

En caso de no darse los otros debates, Biden podría resultar favorecido en caso de mantenerse las tendencias de las recientes encuestas. Trump, incluso, está imposibilitado de realizar por estos días actos proselitistas, lo que también podría jugarle en su contra.

Sin embargo, el particular sistema electoral que se aplica en el país, hoy sigue dejando abierto el resultado, incluso sin considerar en la sumatoria final el caudal de votos de demócratas y republicanos.

No siempre, cuando el escrutinio definitivo llega al Colegio Electoral, termina consagrándose el que recibe mayores sufragios. Ya existen antecedentes y la apuesta fuerte de Trump es la misma de hace cuatro años para ganarle esa pulseada definitoria a Biden.

El martes 3 de noviembre será la hora de la verdad. Ese día se sabrá si Trump renovará su mandato o lo sucederá Biden. 

Autor: REDACCION

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