Editorial

Impuestos regresivos

Durante el transcurso de 2016 la recaudación tanto de impuestos nacionales como provinciales fue el 30% del PBI, según datos difundidos por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), los que pueden ser distribuidos en el 23% provenientes de imposiciones a los ingresos y a la propiedad; el 39% de impuestos al consumo; y el 38% restante por imposiciones a la producción. La conclusión inicial que puede obtenerse muy fácilmente es que 8 de cada 10 pesos de la recaudación fiscal provienen del consumo y la producción.

Queda en consecuencia absolutamente claro que la estructura tributaria argentina es definitivamente distorsiva y por sobre todo regresiva, ya que puede verse de manera muy directa que los estratos más altos de la sociedad por sus elevados ingresos y numerosas propiedades, apenas aportan en impuestos 2 de cada 10 pesos. Por lo tanto, el mayor esfuerzo en el sostenimiento del Estado -por otra parte cada vez más voraz en sus necesidades, con gastos políticos y de funcionamiento que exceden largamente lo que establece la realidad- lo deben hacer las franjas medias y bajas en cuanto a sus ingresos, ya que del consumo nadie escapa de pagar impuestos, pues el IVA se encuentra aplicado a los precios. Ni tampoco  existe esa posibilidad en la producción, redondeando entre ambos el 77% del total de impuestos que ingresan a las arcas fiscales.

Está claro que los sectores populares se ven diariamente perjudicados al tener que sumar buena parte del 39% del total de los impuestos, mediante el agregado del IVA, como así también los Ingresos Brutos provinciales. Mientras que la producción debe sostener el 38% de la masa impositiva, mediante asfixiantes gravámenes como impuesto al cheque -el que fue creado como excepción y quedó para siempre- , al empleo formal, a los combustibles y al comercio exterior, todo lo cual es atentatorio contra una mayor inversión y por lo tanto, menos empleos y menor poder adquisitivo del salario.

Se puntualiza en el informe de IDESA que "en países altamente productivos e inclusivos, como Dinamarca y Canadá, los impuestos sobre los ingresos y a la propiedad explican entre el 60 y 70% de la recaudación tributaria total. Aún tomando puntos de comparación más cercanos, como Chile, se advierte que los impuestos a las ganancias y a la propiedad representan el 37% de la recaudación total. En la Argentina en cambio, tales imposiciones contribuyen con una quinta parte de la recaudación", planteándose que "sería deseable que el trabajoso acuerdo logrado para reformar el impuesto a las ganancias sea el punto final de un debate mal planteado. La Argentina sufre una estructura impositiva compleja y perversa que graba mucho al consumo y a la producción y poco a los ingresos altos y a la propiedad. Para promover progreso e inclusión social la prioridad no es reducir la incidencia del impuesto a las ganancias sino cambiar el resto del sistema tributario".

Con relación a la reciente reforma de la ley de Impuesto a las Ganancias, tan polémica y discutida, la entidad que elaboró este informe destaca que "se trata de una versión mejorada del muy desprolijo y deficiente proyecto que la oposición había sancionado en la Cámara de Diputados. El aumento de los mínimos no imponibles es inferior, habiéndose actualizado después de décadas la tabla de alícuotas, se crean impuestos cuestionables y se evita incorporar algunos mecanismos que incitan a la elusión, como por ejemplo desgravar las remuneraciones por productividad".

Cuando se hable de inclusión, hay que tener muy en cuenta el regresivo sistema tributario, tal como sucedió durante la "década ganada" del kirchnerismo, que tuvo como una de sus banderas la búsqueda de mayor igualdad, pero mantuvo a ultranza sistemas que favorecieron claramente a las clases más altas, con la añadidura de subsidios que fueron tanto para aquellos sectores más necesitados como para los que no los requerían.

Ahora, con el nuevo gobierno, hubo un nuevo barniz, pero la situación injusta continúa manteniéndose. Habrá que aguardar entonces que alguna vez se lleva adelante una reforma integral, progresiva, y por lo tanto portado de más justicia.

Autor: Redacción

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