Editorial

Iglesia y pobreza

Iglesia y pobreza


La pobreza fue uno de los temas centrales analizados en el Congreso Nacional de Doctrina Social de la Iglesia realizado el fin de semana pasado en la ciudad de Rosario, ocasión en que el tema fue abordado desde diferentes ángulos, pero con similares conclusiones, tanto en la apertura del evento por parte de algunos de los prelados, como en el cierre durante la homilía pronunciada por el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina monseñor Jorge Bergoglio, observándose además una total coincidencia con el diagnóstico de la situación generalizada del país en ese sentido, donde se remarca una extendida pobreza, fuga de capitales, deterioro general de las condiciones de vida de la gente, y avance de la drogadicción y del narcotráfico, entre otras puntualizaciones.

De acuerdo con Bergoglio, la actual situación de nuestra economía puede producir "encantamiento", pero está reservada sólo para quienes están incluidos en el sistema. El prelado fue mucho más allá en sus apreciaciones, ya que reclamó "una buena dosis de humildad" para afrontar los problemas sociales tanto del país como del mundo, donde la tercera parte de la humanidad -unos 2.300 millones de personas- "vive y muere en la miseria más espantosa, en algunos casos rabiosa, en otros resignada".

La exhortación formulada a todos los argentinos fue en cuanto a una decidida participación en la caridad y la solidaridad, considerando que es necesario dar protección a "la cada vez más pisoteada, explotada, disminuida y esclavizada dignidad humana, pidiendo también tener la suficiente sensibilidad que lleva "a descubrir a los más pobres, a los más necesitados y más injustamente tratados". 

"La misión esencial de la Iglesia es poner atención concreta sobre la pobreza y el sufrimiento", fue una de las expresiones del cardenal Peter Turkson -atentamente escuchado y difundido por la prensa-, siendo este religioso oriundo de Ghana (Africa), quien durante el proceso de elección de Benedicto XVI como Papa, estuvo mencionado como uno de los candidatos a suceder a Juan Pablo II, lo cual hubiese significado ser el primero de raza negra en alcanzar la jefatura de la Iglesia. Sostuvo además que "los efectos de la desigualdad en la calidad de vida entre los seres humanos no es fruto del azar, de la simple casualidad o de un mecanismo económico exento de responsabilidad, sino que es siempre consecuencia de acciones y decisiones de los seres humanos que de una u otra forma favorecen en los diversos sectores de la vida social, el desarrollo y la perduración de las estructuras del pecado, ya denunciadas por el beato Juan Pablo II".

Hubo también algunas sorpresas por la dureza del diagnóstico elaborado por los delegados en este Primer Congreso de Doctrina Social de la Iglesia, tal no tanto por las marcaciones realizadas, sino por la total ausencia de algunos aspectos que se incluyen dentro de lo restacable y positivo, como por ejemplo el aumento de la cantidad de planes sociales, la asignación universal por hijo, y ahora, su extensión a las mujeres embarazadas, como así también las numerosas iniciativas solidarias de parte de la comunidad.

De todos modos, aún admitiendo algunos avances que han favorecido la situación de los más necesitados, la dimensión del universo de la pobreza y la indigencia continúa siendo demasiado amplia en relación a las posibilidades permitidas por la expansión económica de los últimos años. Y especialmente, que la reversión debe producirse con la proporción de vivienda, salud, educación, y por sobre todas las cosas la posibilidad de trabajo, que permita una posición sustentable y proyectada al futuro, como no se logra con el asistencialismo, el cual es solución para hoy pero también el problema de mañana.

Un paso decisivo para alcanzar soluciones estables, es la partida desde un diagnóstico real, que permita medir causas y consecuencias del problema, algo que no se daría en las actuales circunstancias partiendo de los datos del INDEC, de cuyas canastas básica y alimentaria surgen las cantidades de pobres e indigentes. Es por eso, que existe tanta diferencia entre las cifras oficiales y las privadas, triplicando estas últimas las que se difunden desde el organismo oficial.

Autor: Redacción

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