Editorial

Iglesia y pedofilia

La pedofilia es un flagelo que toca muy directamente a la Iglesia católica, un tema que no es soslayado por el propio jefe del Vaticano, el Papa Benedicto XVI, quien hace poco les reclamó no sólo a los sacerdotes, sino también a toda la sociedad, la mayor exigencia para enfrentar este problema. El caso surgió durante un encuentro en la Santa Sede con obispos de los Estados Unidos, uno de los tantos países que fue duramente sacudido por la sucesión de casos de curas pederastas que actuaron impunemente durante varias décadas, y que hace poco comenzaron a hacerse públicos por las denuncias de las víctimas de entonces.

Si bien ahora, la Iglesia debe enfrentarse a lo evidente, lo que se fustiga es que durante tanto tiempo prevaleció el criterio del ocultamiento, lo cual en lugar de encarrilar el problema hacia una solución, no hizo otra cosa que agravarlo. Como en cualquier otra institución, lo acertado sería actuar enérgicamente para desprenderse de aquellos elementos de tan condenables actitudes, ya que la verdad, es siempre el tránsito más breve hacia la recomposición.

Las investigaciones, en reiteradas ocasiones revelaron que la jerarquía de la Iglesia transfirió a los sacerdotes acusados de pederastia, sin recibir ninguna clase de sanciones, sino una protección para sus condenables acciones. Sin embargo, en esa ocasión del encuentro con los obispos estadounidenses, el Papa les dijo que su peregrinación a los Estados Unidos en 2008 tuvo por objetivo alentar a los católicos de ese país "a raíz del escándalo y la desorientación causada por la crisis de abusos sexuales en las últimas décadas". Para añadir "quiero reconocer personalmente el sufrimiento infligido a las víctimas y los esfuerzos honestos para garantizar tanto la seguridad de nuestros hijos como para atender adecuada y transparentemente las denuncias que se presenten".

Si bien muy grave por la enorme cantidad de abusos denunciados, Estados Unidos fue sólo una de las partes donde este flagelo comenzó a salir a la superficie, ya que en Holanda por ejemplo se conoció el informe oficial de una comisión que realizó un trabajo en ese sentido, mencionándose que las víctimas de los abusos podría llegar a ser hasta 20.000, refiriéndose también al "silencio cómplice" de la jerarquía de la Iglesia de ese país. 

Claro que la lista se hace muchísimo más extensa, habiendo casos como Irlanda, uno de los grandes bastiones del catolicismo, donde también hubo denuncias y directas acusaciones al Vaticano por su falta de intervención, mientras que en Bélgica una comisión creada por la misma Iglesia lleva confirmados cerca de 500 casos de abusos de chicos de ambos sexos, entre los que hubo más de una decena de suicidios desencadenados por la situación que les tocó afrontar. Y también en Alemania, la propia tierra natal del Sumo Pontífice, el año pasado se desató una oleada de denuncias de abusos sexuales por parte de sacerdotes,  originándose una situación que fue fuertemente criticada por la sociedad, y que alcanzó su punto de mayor tensión cuando en el mes de septiembre del años pasado el papa Josehp Ratzinger visitó su país de origen.

Aquí en la Argentina en tanto, si bien en mucho menor medida que los países aludidos, la situación no ha sido ajena, sino que por el contrario alcanzó fortísima repercusión por algunos casos muy puntuales.

Sobre una problemática tan perversa, el Papa sostuvo que "espera que los esfuerzos concienzudos de la Iglesia para afrontar esta realidad ayudarán a la comunidad a reconocer las causas, su extensión, y las consecuencias devastadoras de los abusos sexuales y responder con eficacia a este flagelo que afecta cada nivel de la sociedad", subrayando además que "la Iglesia ha cumplido con normas exigentes, por lo que todas las instituciones, sin excepción, deberían también cumplirlas".

Frente a un panorama tan abrumador, Benedicto XVI tiene el convencimiento de transformar en una absoluta prioridad de su pontificado la lucha contra las perversiones sexuales de los curas, recordándose que el tema le viene preocupando desde el momento mismo que fue elegido para ocupar la jefatura de la Iglesia, cuando en abril de 2005 llamó a los religiosos pederastas como "la suciedad de la Iglesia". Justamente la que la comunidad católica reclama que no sea escondida debajo de la alfombra, sino puesta el descubierto.

Autor: Redacción

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