Editorial

Hora de reclamos

Aunque han pasado algunos días, continúan las repercusiones sobre el mensaje del intendente Luis Castellano en ocasión de la apertura de sesiones ordinarias del presente año del Concejo Municipal. No es novedoso, pero fue recordado el llamativo caso político de Rafaela, en el cual confluye una absoluta diversidad en tal sentido, pues el gobierno local es justicialista, el provincial socialista y el nacional macrista, aún cada uno de ellos identificados bajo su denominación correcta por la conformación de alianzas y acuerdos políticos. Y en tal sentido sostuvo el Intendente que "si a uno de los tres gobiernos le va mal, a Rafaela le va mal", lo cual sintetizó diciendo "es una lógica muy clara: perdemos siempre".

De tal manera trasladó a las administraciones provincial y nacional la responsabilidad por deficiencias que se observan en materia de seguridad y falta de obra pública, como así también la asistencia que no llegó en la medida esperada luego del meteoro que significaron las tormentas del pasado mes de enero. Lo cual quedó claramente expuesto al momento de citar algunas cifras: lo destinado a la ciudad por esa emergencia fue 6,8 millones de pesos, apenas un 15% de lo que se necesitaba. Por cierto, fue escaso el aporte, y Castellano se encargó de puntualizarlo con total claridad.

Aunque la responsabilidad por brindar seguridad es competencia directa de la Policía y la Justicia, la Municipalidad es la receptora de los constante reclamos, y como tal debe participar activamente del problema. El aporte de la Guardia Urbana Rafaela (GUR) es una de ellas, significando un desembolso realmente elevado en personal, equipamiento y funcionalidad, además de proporcionarles instalaciones a la Policía Comunitaria y a la propia Gendarmería, como así también los permanentes reclamos y gestiones por incrementar el personal policial, a la par de otras iniciativas. Pero queda claro que no alcanza y ahí fue entonces que volvió una vez más a apuntar sus dardos hacia la Provincia por las deficiencias que se advierten en Rafaela. "No les gusta que les digamos las cosas que hacemos aquí en Rafaela y cuáles son los déficits que advertimos, ni que hayan proporcionado un plan de seguridad para la ciudad", fue un resumen contundente, que según dijo, lo hizo caer en la desilusión.

Los ejes sobre el que de desarrolló el discurso del Intendente, además de lo expuesto, fueron concretamente: la seguridad, la preservación del trabajo, continuación de la obra pública y poner permanentemente en foco la situación social.

La situación social la ubicó como seriamente comprometida, sostenido el concepto por algunas cifras contundentes como las caídas de 19% en indumentaria, 14% en permisos de construcción y 13% en alimentos y bebidas. Se combinan en esos tres datos, aspectos absolutamente reveladores, por un lado el consumo en picada, además que la retracción de la construcción, que significa menor inversión, baja de ventas y pérdida de mano de obra. Un cóctel de características de alto riesgo. A lo que se busca responder con las herramientas municipales al alcance y otras pergeñadas para la coyuntura, como 18 millones para fortalecer economías barriales; 47 millones de apoyo de educación que contribuyan especialmente en capacitación en oficios; otros 93 millones de desarrollo social; junto a otros 20 millones para la salud, intensificando la atención en los barrios.

En cuanto a la obra pública, aún con las críticas referidas, no dejó de reconocer los aportes nacionales en algunas de ellas en materia de pavimentación, y provinciales en otras como el canal Norte y el desvío del tránsito pesado. Y sobre la obra que Rafaela más espera, el acueducto, Castellano fue enfático al sostener "basta de anuncios" -como unos días antes lo había hecho el ministro Saglione diciendo que se iniciaría la obra antes de fin de año-, pidiéndole directamente al gobernador Lifschitz "de una buen a vez por todas licite el acueducto para la ciudad de Rafaela". Alusión esta última que fue interrumpida por aplausos, poniendo en relieve hasta donde llega este añejo reclamo de los rafaelinos, uno de los pocos que está por sobre cualquier bandería política.

Autor: Redacción

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