Por Nicolás Tereschuk
(Especial para NA)
Los ojos del mundo no sólo están puestos por estos días en Europa
por el shock que significó el ataque terrorista en París sino
también por un conjunto de movimientos y definiciones que afectan
a la economía del viejo continente.
Por un lado, en las últimas horas retumbaron declaraciones de
la número uno del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine
Lagarde, pronunciadas en Washington.
Tras advertir sobre "muy fuertes vientos de frente" para la
economía internacional, la economista francesa señaló que la baja
en el precio del petróleo y la recuperación del crecimiento en
Estados Unidos no bastan para que la situación global mejore.
En un contexto en el que la eurozona se asoma a su tercera
recesión en seis años y donde Japón tampoco muestra signos
positivos, Lagarde explicó que esas situaciones pueden convertirse
en una mochila muy pesada para la economía global.
"Demasiadas compañías y hogares siguen recortando inversión y
consumo en la actualidad porque están preocupados por el
crecimiento del mañana", subrayó.
En ese escenario, el mundo asistió esta semana a un nuevo
temblor cuando Suiza despegó su suerte del Euro -dejó revaluar el
Franco mientras la moneda europea se sigue depreciando-.
Más allá de preocupar a los exportadores de relojes y
chocolates y a los dueños de los exclusivos resorts que rodean a
las pistas de esquí, la medida fue recibida por algunos sectores
como una nueva muestra de la crisis que vive la eurozona.
Y todo esto mientras el viejo continente se acerca a las
elecciones clave de Grecia, previstas para el 25 de enero próximo
donde se juega bastante más que un elenco de gobierno.
De hecho, el actual primer ministro griego, Andonis Samarás,
salió a asegurar que si se impone en las elecciones invitará a
todas las fuerzas "eurófilas" del país a participar de su gestión.
Del otro lado, el partido Syriza, de Alexis Tsipras, propone de
convocar una conferencia europea sobre la deuda, y plantear una
quita sustancial de la deuda que enfrenta el país.
"Lo que es importante para nosotros ahora es restaurar
plenamente la viabilidad de la deuda griega. Por lo tanto, no hay
necesidad ninguna de convocar conferencias", advirtió el primer
ministro.
No por nada el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy,
al frente de otro de los países del sur europeo agobiado por las
deudas, viajó a Atenas para prácticamente hacer campaña por
Tsipras.