A esta altura el debate sobre el tiempo que pasamos conectados a Internet sugiere que muchos argentinos nos hemos vuelto adictos, que tenemos siempre una especie de necesidad de chequear el teléfono celular y en especial la actividad en redes sociales para ver las últimas novedades de nuestros contactos, compartir contenidos o directamente subir fotos o comentarios propios. Hoy los padres de los niños que ya cuentan con un smartphone han debido adoptar como sanción y castigo la quita del mismo cuando se advierte un mal comportamiento. Y se amenaza con suspender el uso del teléfono porque constituye un castigo muy grande desde la mirada del niño, quien no utiliza tanto esta tecnología para navegar en las redes sociales sino más bien para juegos en línea o aplicaciones.
Así las cosas, con el avance de la tecnología en las últimas décadas, el acceso a Internet pasó de ser el privilegio de unos pocos a formar parte de la vida cotidiana de la mayoría de la población. Es por eso que, en una época en la que solemos descubrirnos los unos a los otros con la mirada haciendo foco en la pantalla del celular, nos preguntamos: ¿cuánto tiempo pasan los argentinos online? En un bar, en un colectivo, los peatones en la vereda, los que viajan en un auto y más consultan todo el tiempo el aparato mágico, desde los chicos hasta los adolescentes e incluso ahora los adultos mayores.
De acuerdo al estudio "Radiografía de los argentinos" publicado por la consultora Kantar, los usuarios están 6.8 horas diarias conectados a Internet y desbloquean el celular alrededor de 190 veces al día. La investigación, que reunió los patrones que configuran un "identikit del consumidor arquetípico", determinó que una de las características que definen el perfil de los argentinos es la necesidad de estar "conectados". También surge de la misma que no suelen prestar atención a las publicidades que aparecen en la pantalla mientras navegan. Por ese motivo, el 44% tiene "Ad Blockers" instalados en sus celulares o computadoras, es decir, programas que bloquean o eliminan los anuncios que aparecen en los sitios.
Según el estudio, el 97% de los argentinos tiene un smartphone y gran parte coincide en que "permanecer tantas horas frente a una pantalla los hace sentir saturados". De hecho, un tercio de las personas cree que pasa demasiado tiempo con el teléfono y que se deberían valorar más las interacciones cara a cara.
El reporte también ubicó al país en el top 20 de naciones con más usuarios de Facebook, Instagram y Twitter y definió a los argentinos como "early adopters", ya que incorporan rápidamente nuevas tecnologías. En este sentido, se determinó que el 90% de los adultos ya hizo compras online en alguna oportunidad. Además, en la Ciudad y provincia de Buenos Aires el 30% usó apps de delivery, mientras que dos de cada tres realizaron alguna transacción financiera con su teléfono. Por último, observaron que el 30% hizo pagos con códigos QR y más del 50% utilizó alguna billetera móvil.
La investigación fue más allá sobre la relación del argentino con el consumo de Internet sino que avanzó hacia el perfil de consumidor. En este sentido, señala que el argentino es infiel, no se casa ni compromete: más del 90% de los consumidores alterna entre varias marcas o elige por precio. Sin embargo, también es "marquero" puesto que siempre está dispuesto a hacer un esfuerzo por elegir las marcas que le gustan y con las que se identifica. De este modo, en la Argentina las primeras marcas tienen más peso en la canasta que en países como España o Alemania, lo que muestra que el factor aspiracional tiene mucho peso.
Asimismo, el estudio indica que se trata de un consumidor "adaptativo", modifica constantemente sus hábitos de compra en busca de la conveniencia. También es "ágil", reacciona rápidamente a los estímulos: adoptan nuevas estrategias con rapidez ante nuevos escenarios. Y ante los problemas repetitivos de la economía nacional, el informe califica al consumidor argentino como "resignado": 96% declaran haber reducido o abandonado alguna categoría en el último año. A pesar de ser marquero, en el último año empezó a comprar muchas segundas marcas en algunas categorías. Trata de no resignar servicios que lo mantienen conectado (Internet, telefonía,salidas), pero baja con fuerza el consumo de ciertas categorías (lácteos, congelados), describe el trabajo de Kantar. En ese sentido, también es un comprador entrenado, esto es que con las sucesivas crisis se volvió escéptico y desconfiado, muy atento a la "letra chica" de los productos y contratos. Otra caracterización que descubre el documento es que somos "contradictorios" de alguna manera ya que somos el país con mayor consumo de galletitas del mundo (12 kg por año por habitante) al tiempo que crece el consumo de productos saludables.