Dónde nací
En Camagüey. Camagüey es una provincia centro oriental del país, en Cuba, donde nació también el poeta nacional Nicolás Guillén.
La primera música que recibí en la infancia
Mira, yo vengo de una familia que tiene una muy fuerte relación intelectual. Cuando te hablo de esto, te hablo de maestros, pedagogos, psicólogos, etcétera. No creo que todos los entornos familiares se construyan de la misma manera. Conozco a quien no tiene relación con la música en su familia y son grandes cantantes o grandes violinistas. ¿Te das cuenta? Y a los nueve años empecé a estudiar violín hasta quinto año. El violín lo estudié como una especie de divertimento, por una parte, por otra parte, como una especie de patrón familiar en el paquete formativo. Lo que nunca pensé es que el violín me iba a degenerar -en el mejor sentido de la palabra- en vivir de la música. Porque el violín es un instrumento que te permite ampliar mucho tu cabeza, porque tiene una afinación perfecta, temperado, empiezas a conocer cosas, a escuchar. Eso por la parte familiar. Lo que pasa es que no puedo negar jamás en la vida, aunque no tuviera esa familia, que vivo un hecho musical. Y que, aunque no quisiera tendría que haber sido absolutamente sordo para no haber tenido relación con la rumba o el chachachá, o el mambo, o el bolero. O la Trova que en definitiva es la primigenia generación de compositores con carácter nacional en la cancionística.
El paisaje familiar sonoro era escuchar esos ritmos todos los días
Siempre ibas a escuchar música. Uno con un tocadiscos en una casa, y en frente otro. La radio también. En Cuba somos los padres de la radionovela con El derecho de nacer que es el padre y la madre del culebrón. O sea que no te podías salvar. La percepción te iba encaminando por la música nacional. Y en ese sentido somos muy nacionalistas en el mejor sentido de la palabra.
Cómo siguió mi estudio de la música
Como iba al conservatorio al primero que agarraban para un evento en la escuela era a mí. Cosa que me molestaba bastante. Estudié violín hasta los catorce años. Y era un muy buen jugador de ajedrez con competencias nacionales. Después dejé el ajedrez, entré en la secundaria al bachillerato y más tarde fui al servicio militar obligatorio. Allí cuando dije que era músico me enviaron a una pequeña brigada artística que había, estuve en la banda de la unidad y después he participado en festivales. En esa época empezaba lo que se llamó el Movimiento cultural de aficionados. Estaba el Consejo Nacional de Cultura, todavía no había Ministerio, apuntaba a crear una plantilla de artistas nacionales, provinciales, municipales. De ese Movimiento de aficionados salió mucha gente que ofrecía sus propuestas artísticas. Yo ya estaba con la guitarra. Coincidió por azar en el destino que yo entrara en la misma unidad militar donde había salido un tiempo antes Silvio Rodríguez. Había un germen ahí, aunque él todavía no era tan conocido. Lo conocí a él tiempo después. Nos encontramos en lo que se llamó Primer Encuentro de Trovadores. En el año setenta y dos en ese lugar nace la Nueva Trova como movimiento. Ese año se le pone nombre. En esa época yo viví entre La Habana y Camagüey porque estaba en el servicio militar. Y tenía un trío con dos amigos, con repertorio propio y temas de grandes cantautores rescatando siempre este tipo de canción que empezaba a ser una canción más escuchada. Y además porque era la canción propia, como decíamos casi todos, nosotros somos la respuesta cancionística al tiempo que nos tocó vivir. Y somos depositarios de toda una tradición que se inició allá por el mil ochocientos y de una segunda generación de trovadores que es la de la década del cuarenta donde aparecen los grandes boleristas conocidos en el mundo entero. Y después nosotros… Cuando te hablo de estos movimientos te hablo de lo que entra a tener buenos intérpretes mayoritariamente creados por grandes compositores. Es un movimiento de cantautor. Y como dice el texto de uno de los lineamientos de la Nueva Trova: el trovador de Cuba es un ser que canta sus canciones y las de sus amigos. Y que además marca una epopeya urbana o rural, que tiene que ver con una vivencia incluso con una ensoñación que puede rondar entre esta fantasía real de una estética correspondiente con su tiempo.
Teniendo en cuenta la riqueza rítmica de Cuba y su región. ¿A qué le atribuyo esos valores?
Al Africa. Incluso a nosotros nos llegó también mezclada con el español. Venía con unas cosas moriscas que traía. Pero después en Cuba se dio, como era la mayor isla del Caribe, y como en aquella época como todo el mundo sabe, no había aviones, los esclavos llegaban en barcos. Al ser la mayor isla y la más segura se convirtió como la gran factoría de esclavos. Todo el mundo pasaba por ahí y después se iba para otros lados. Y con el tiempo, los compradores y vendedores de esclavos, empezaron a prescindir de Cuba y en la isla empezaron a quedar una serie de representatividades de etnias africanas que no hay en otro lugar. Y que no hacen ni mejor ni peor el lugar, por el contrario, lo hacen más variado. Ya es otro crisol. Es un crisol del mismo lugar. Africa tiene una riqueza extraordinaria, y fuimos depositarios de eso. Tengo una discusión permanente, constante, y además una defensa de que hay culturas de esclavo en Centroamérica y en el Caribe que no se desarrollaron por obra y gracia del genocidio cultural de los ingleses. Porque los esclavos también fueron a Jamaica, pero quedó aislado y allí apareció solo la música bailable. No es un reproche sino todo lo contrario, es dignificar la imagen denigrada. Y después con el reggae aparece la cancionística jamaiquina. Con la libertad de esclavos hubo un reflujo permanente con Cuba porque iban migrantes a cortar caña y regresaban a Jamaica. Entonces absorbían y regresaban. Siempre explico esto del caso de la cultura jamaiquina por el respeto que le tengo a sus ritmos.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Rafael de la Torre