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¡Hay prejuicios acerca de la Santidad!

(Por Miguel Pettinati).- Para muchos cristianos, con una visión empobrecida de su propia dignidad, la vida ordinaria no pueda alcanzar la santidad.¿Nada más equivocado!Es probable que tales personas tengan trocadas sus ambiciones .(JLK)

Las ambiciones desmedidas por poseer abundancia de bienes materiales suelen obsesionar de tal modo a varones y mujeres, que no le importa nada de todo lo demás.Son ambiciones que empañan los valores superiores. Son ambiciones que enceguecen la inteligencia. Son ambiciones que esclerotizan el corazón y terminan en la vacuidad de la nada.

La mayor ambición lícita y necesaria - por la que no debería ahorrarse ninguna lucha- es la santidad. La ayuda de Dios, que siempre tiene la iniciativa, inspira a los creyentes para que asuman un modo de vivir que desemboque en la intimidad con él, y así, su voluntad se realizará plenamente en cada uno. Quienes viven en la santidad son los únicos seres humanos que obtendrán la felicidad verdadera, que no tiene precio; porque la voluntad de Dios es que sean santos ( 1 Tesalonicenses 4,8).

Quizás existan muchos prejuicios acerca de la santidad, pero el bautismo recibido es la llamada concreta de Dios, para que vivamos en su Iglesia las enseñanzas de Jesús. La inclinación natural hacia lo fácil y los atractivos pasajeros suelen atrapara la atención de los débiles y cautivarlos en sus lazos placenteros.Pero, por nuestra misma dignidad humana, deberíamos estar capacitados para abandonar libremente las opciones fáciles y elegir, con coraje, aquella que engrandecen la vida.

Con las ideas claras se ha de pasar a la convicción y de la convicción a la decisión. Si la santidad en la vida ordinaria, sea cual fuere la condición y actividad, es una posibilidad cierta y estamos convencidos de ello, solo nos reta tomar la decisión y dejarnos amar por Dios. ¡Nada más simple!

Los innumerables testimonios de santidad, a través de dos mil años, son un buen estímulo para decidirse.

La santidad consiste en la vivencia entusiasta, amorosa y fiel de los propios deberes, en la humilde y gozosa aceptación de la voluntad de Dios, en la actividad cotidiana signada por la amistad con él , en armonizar la simplicidad y el heroísmo con la justicia y el amor.

Nuestra decisión por ser verdaderamente santos debería, como respuesta a la llamada de Dios, encendernos en una generosa y apasionada ambición.

¡Oh Dios, yo soy pecador, pero propongo firmemente no pecar más! conviérteme y yo me convertiré, porque tú, Señor, eres mi Dios ( Jeremías 31,18)¡Confío en ti Señor! Palabra de Dios, gloria a ti Señor Jesucristo.


Tiempo pascual: Resurrección

Querido lector en nuestra oración pidamos a Cristo Jesús esta gracia: ¡Que nadie nos gane en desear la santidad y en decidirnos por ella!. Amén.


 

Autor: REDACCION

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