Sociales

¿Hay personas duras de corazón?

(Por Miguel Pettinati). - A veces, uno se puede topar con varones y mujeres, inflexibles, severos e inclementes en su pensar, hablar y proceder aun en asuntos opinables, triviales e intrascendentes.¡Qué difícil es entablar un diálogo con ellos!(JLK).

Querido lector: se trata de personas cuya autosuficiencia las ha conducido a una esclerosis en la obstinación, lo cual es humanamente incurable. Ellas todo lo saben, todo lo conocen, todo lo contradicen. En general, no tienen paz con nadie, ni con ellas mismas.

Pueden ser encontradas casi sin buscarlas, tanto en la Iglesia como fuera de ella, en todas las profesiones y en todos los estratos sociales.

¿Será que carecen de un mínimo de humildad? Posiblemente. No obstante, son personas ásperas, irónicas e inseguras que, por las razones más variadas, son duros de corazón.

Dios reprocha implacablemente esa conducta. Así, por ejemplo: el Señor instruye al profeta Ezequiel,  para que anuncie su palabra al "pueblo rebelde": son hombres obstinados y de corazón endurecido aquellos a los que te envío  para que les digas "así habla el Señor", tienen la frente dura y el corazón endurecido (Ezequiel 2,4-37).

Al pueblo, en el destierro de Babilonia Dios le recrimina: Escúchenme duros de corazón, ustedes, los que están lejos de la Justicia... (Isaías 46,12).

De modo semejante encontramos a Cristo Jesús que se duele por la actitud pertinaz de los fariseos, y que un sábado, en un una sinagoga, dirigiendo sobre ellos una mirada de indignación y apenado por la dureza de sus corazones...(Marcos 3,5), sana al hombre que tenía la mano paralizada.

En fin, esa enfermedad del espíritu y del corazón quizás podría denominarse "Psico-esclerosis", pero la denominación es lo de menos. Lo importante es encontrar el remedio eficaz.

Para quienes sufren las consecuencias de la dureza del corazón de otros, sólo les compete callar, amar y sonreír con afabilidad, ya que es un mal de tipo cancerígeno y difícil de sanar.

Además, los damnificados tendrán que pedir a Dios la gracia, de la misericordia y orar por los hombres endurecidos que los hieren, ya que para aquel que ha hecho el cielo y la tierra no hay nada imposible (Jeremías 32,17- Lucas 1,17).

Aquellos hermanos que adolecen de un corazón encallecido, si reconocen su propia situación, pueden tener probabilidades ciertas de un pronto y benéfico cambio, con la primera condición que es la de dejarse moldear por la gracia y el amor de Dios e imponiéndose el esfuerzo sincero y humilde de aprender a escuchar con mayor atención a los demás, de reconocer los valores ajenos, de ser más flexibles, de tolerar y aceptar que otros piensen distinto.

Pienso algo más: para todos, siempre nos será provechoso meditar asiduamente en la Resurrección de Cristo Jesús (Juan 19,20-1-18) e implorar con insistencia: Jesús manso y humilde de corazón, haz de mi corazón semejante al tuyo. Amén.

Autor: REDACCION

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