Editorial

Hacia un cambio cultural

En la Argentina de las crisis económicas que se repiten periódicamente, a las que le siguen inexorablemente tensiones sociales con la pobreza y sus secuelas asociadas como principal drama, no aparecen recetas para avanzar hacia un cambio profundo. Esta incapacidad para generar un modelo de crecimiento sostenible con inclusión que cuente con el apoyo de todos o al menos las grandes mayorías se advierte en las clases dirigentes pero también en la sociedad en general. No podemos ponernos de acuerdo sobre lo que queremos y en la forma de lograrlo. Por tanto estamos atrapados en un laberinto que, se sospecha, no tenga salida para el caso de nuestro país tan contradictorio: a tantas riquezas naturales se le contraponen tanta escasez de ideas y falta de voluntad ¿política? para darle prioridad en las coincidencias en detrimento de las divergencias. 

A veces parecemos más cómodos en navegar en la grieta que en apostar a la unidad nacional. Difícil de entender, es como que nos autocondenamos a vivir mal cuando podríamos elegir otro formato de país. Si habría una suerte de servicio psicológico para las naciones, indudablemente que la Argentina sería el primer paciente para ese gran diván. 

Elogiamos los modelos de desarrollo de países como Suecia, Alemania o incluso Australia, repetimos que son espejos en los que debemos reflejarnos, pero no avanzamos ni un pasito hacia ese tipo de construcciones. Si queremos resultados distintos no debemos hacer lo que hasta ahora, tal como consagra la lección de un influyente y destacado científico del siglo pasado al que citamos hasta el cansancio pero no aplicamos en la práctica.  

Desde esta mirada de un país que hace muchas cosas mal, que se promete una y otra vez cambiar pero que no lo hace y por tanto vuelve a cometer los pecados de siempre, se impone una vez más la necesidad de encender una especie de gran cerebro nacional para pensarnos cómo estamos y cómo queremos estar. De alguna forma, es como que la Argentina llegó a un momento donde el diagnóstico médico es tajante: es necesario cambiar el estilo de vida, dejar las comidas con grasas, las bebidas alcohólicas, el sedentarismo y la vida loca. El único camino es seguir un programa de vida sana para países, sin excesos, con alimentos saludables y caminatas cotidianas. No hacerlo implica un alto riesgo hacia una descomposición mayor. 

En esta Argentina llena de urgencias, directivos de las empresas más importantes junto a dirigentes políticos y académicos plantearán la necesidad de "un cambio cultural colectivo" en el nuevo Coloquio de IDEA a realizarse a mediados de octubre en Mar del Plata. En la presentación de esta usina del pensamiento nacional que se realiza cada año, el presidente del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA), Javier Goñi, consideró que si no avanzamos en un cambio cultural, siempre estaremos agobiados por las urgencias. Mientras que Rosario Altgelt, presidente del Coloquio, dijo que la idea central del encuentro estará en debatir cuál es la contribución que puede hace cada sector para pensar y desarrollar el país que todos dicen querer.

"Sabemos que se necesita un cambio sistémico, pero todo empieza por cada uno de nosotros", agregó Altgelt, quien abogó porque en el Coloquio se de un "intercambio de ideas profundo y maduro, sin dejar de tener en cuenta la coyuntura desde la que se parte". .

Este debate se llevará en un año convulsionado para el empresariado por la denominada "causa de los cuadernos de la corrupción", por la que ya más de una decena de hombres de negocios confesaron haber pagado coimas a funcionarios kirchneristas entre 2008 y 2015. Al respecto, Goñi destacó que IDEA viene trabajando muy fuerte en la ética y la transparencia, nos genera tristeza enterarnos de todo lo ocurrido en años pasados, pero somos claros: que la Justicia actúe con contundencia y determine quién ha cometido ilícitos".

Este Coloquio se llevará a cabo en medio de fuertes disputas políticas entre el Gobierno y la oposición (en la que se encuentran los espacios netamente políticos y los sindicatos) en medio de una coyuntura económica adversa y una casi traumática situación social, con la pobreza en aumento al igual que la desocupación. Incluso los que tienen trabajo pierden su poder de compra porque la inflación correo los salarios. 

Nadie dice que sea sencillo eso de refundar el país. Según Goñi, la reducción del gasto público y llegar al déficit cero "es básico" porque en la medida que un país gasta más de lo que produce, no hay viabilidad a largo plazo. "Cambiar una historia de 80 años de déficit fiscal es duro, no es fácil. Requiere de un consenso y una construcción colectiva. Pero hay que hacerlo", sostuvo el empresario. Tiene razón, hay que hacerlo. Así lo recomiendan los médicos de países, llegó la hora de cambiar por una vida sana. 

Autor: REDACCION

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