Editorial

Hacen falta muchos Belgrano

En cierta medida, parece la distancia histórica que separa a los próceres argentinos de los tiempos de la Revolución de Mayo y la Declaración de la Independencia en Tucumán se mantiene a la hora de medir la calidad ética y moral en relación a los políticos nacionales de los últimos años, cuando la corrupción ha vencido por amplia diferencia a la transparencia en los actos de gobierno. Hace 200 años, los patriotas dejaban todo lo que tenían, dineros y su vida, a la causa republicana. Hoy, se observan políticos que entran pobres y se vuelven ricos en la función pública, a la que no parecen abandonar nunca puesto que existe una suerte de reciclaje permanente. 

Cada 20 de Junio, cuando se recuerda un nuevo aniversario de la muerte del General Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, creador de la bandera nacional celeste y blanca que flamea en lo más alto de los mástiles del país, es una oportunidad para refrescar las cualidades de este verdadero hacedor de la Argentina. Justo en tiempos que militantes de determinados espacios políticos realzan figuras actuales y subrayan su liderazgo tratando de marcar diferencias con el resto de los dirigentes del escenario institucional. A quienes optan por endiosar a políticos o políticas actuales, hay que mostrarles cómo está la Argentina hoy día: con una pobreza estructural que rara vez baja del 30 por ciento gobierne quien gobierne, con una indigencia invencible y grandes sectores de la población que no pueden acceder a derechos básicos ni a un plato de comida por día sino es por la ayuda del Estado o de una red de organizaciones sociales solidarias. 

Belgrano no solo dejó una bandera sino también acuñó conceptos muy profundos a tener en cuenta para las futuras generaciones, que a juzgar por los resultados no fueron tenidos en cuenta. Pero también legó ejemplos de austeridad, transparencia y honestidad en lo que hace al manejo de los recursos. Lamentablemente a los políticos argentinos les cuesta tener en cuenta el ejemplo de Belgrano. Todo lo contrario, parecieran seguir el mal ejemplo cuando el país requiere muchos "Belgrano" para poder superar los desafíos del momento. Es difícil entender como después de casi cuatro décadas de la recuperación de la democracia los distintos actores políticos que hay desempeñado roles protagónicos desde 1983 no hay podido coincidir en la elaboración e implementación de un programa integral de desarrollo económico y social para todos los argentinos. Un modelo de país que se consolide con políticas de Estado que permanezcan inalterables más allá de los cambios de gobierno que se sucedan en el marco de una saludable alternancia que mejora la democracia. 

Hoy habrá actos en todos el país para recordar el aporte central de Belgrano en los tiempos de siembra de la república, aunque no habrá una asistencia masiva debido a las restricciones por razones de salud que impone la emergencia sanitaria. La ceremonia principal se llevará a cabo en el Monumento a la Bandera en la ciudad de Rosario bajo un formato mixto, un tanto presencial y otro poco virtual puesto que el Presidente de la Nación participará a través de una videoconferencia. 

Ojalá que en esta jornada se tenga en cuenta el legado del creador de la enseña patria, aquella bajo la cual todos nos sentimos parte de un proyecto colectivo, aun en deuda en función de lo que refleja la radiografía social y económica actual. El prócer al que hoy se homenajea murió en la pobreza total el 20 de junio de 1820 en la una ciudad de Buenos Aires enredada en una guerra civil que llegó a tener ese día tres gobernadores distintos. Cuentan las crónicas de la historia que sólo un diario, El Despertador Teofilantrópico se ocupó de dar la noticia sobre la muerte de Belgrano, es decir que se fue casi en el olvido. Después se hizo justicia y hoy se recuerda los aportes esenciales en tiempos de conformación de un país a este hijo de un inmigrante italiano que apostaba fuertemente, a partir de su sólida formación, a la educación como herramienta transformadora. 

Siempre se trae a la memoria que la Asamblea del Año XIII otorgó a Belgrano, como premio por los triunfos de Tucumán y Salta, 40.000 pesos oro. Don Manuel decidió donar ese dinero para financiar la construcción de cuatro escuelas públicas en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero. 

Entre las frases de Belgrano que no pierden vigencia, se destaca la célebre "Mucho me falta para ser un verdadero padre de la Patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella". Hoy ese debería ser un espejo para nosotros: tratar de ser buenos hijos de la Patria.









Autor: REDACCION

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