En un medio de una crisis inédita con final abierto, Nicolás Maduro juró su segundo mandato al frente de Venezuela. Tras las elecciones de mayo en 2018, denunciadas por fraudulentas, con la abstención más alta en la historia de los comicios presidenciales y pese al rechazo de la comunidad internacional, que acusa al gobierno de antidemocrático, el sucesor de Hugo Chávez asumió ante el Tribunal Supremo de Justicia para permanecer en el Palacio de Miraflores hasta el 2025.
El mandatario reiteró su determinación de defender la independencia y soberanía para que nadie les arrebate "el sueño bolivariano", advirtiendo que "otro mundo es posible. He cumplido con la Constitución. Asumo la presidencia de la república. Aquí estoy, listo, de pie, para democráticamente llevar las riendas de nuestra patria hacia un destino superior. Hemos cumplido y seguiremos cumpliendo con la constitución, la democracia y nuestro pueblo", dijo Maduro e insistió con que los problemas que tiene su país se deben al ataque internacional comandado por Estados Unidos, una "guerra mundial" como la calificó.
Maduro, un ex chofer de colectivos y dirigente sindical de 56 años, asumió en un hecho inédito y en abierto desafío a la Asamblea Nacional, controlada por la oposición, que se negó a darle el mando alegando que su reelección es ilegal y que lo considera un "usurpador" del Poder Ejecutivo.
En medio de la ruidosa ausencia de la mayoría de los diplomáticos de los países vecinos y de la Unión Europea, en la ceremonia de asunción del cuestionado segundo mandato de Nicolás Maduro estuvo el encargado de negocios ad interim del Vaticano. Maduro agradeció especialmente su presencia, que definió como “valiente”.
Para muchos observadores resultó de lo más extraño que hubiera un diplomático del Vaticano en la ceremonia, sobre todo después de la posición de rechazo asumida el día anterior por la Conferencia Episcopal Venezolana, que consideró “ilegítimo” el nuevo mandato de Maduro. Como ya había hecho en otras ocasiones, el episcopado también denunció que Venezuela vive “un régimen de facto”. Así como los obispos fijaron su posición con el respaldo de Roma, del mismo modo, debido a una orden del Vaticano, consultada con el episcopado local, estuvo un representante en la ceremonia de asunción de Maduro.
“El Vaticano históricamente nunca rompió relaciones con ningún Estado”, explicó una fuente, que recordó que la Santa Sede “siempre busca dejar una puerta abierta para el diálogo y que, al enviar a una presencia de bajo nivel a la ceremonia, en cierta forma quiso indicar claramente el desagrado con lo que está sucediendo en el país”.
La Conferencia Episcopal de ese país denunció que “la pretensión de iniciar un nuevo período presidencial el 10 de enero de 2019 es ilegítima por su origen, y abre una puerta al desconocimiento del Gobierno porque carece de sustento democrático en la justicia y en el derecho”. La Iglesia venezolana dice que el país vive “un régimen de facto, sin respeto a las garantías previstas en la Constitución y en los más altos principios de dignidad del pueblo”.
Actualmente, Venezuela vive una crisis excesivamente compleja que tiene a los hospitales sin medicamentos, a los supermercados desabastecidos, al pueblo sin esperanza y a la inflación en niveles récord, padeciendo una crisis económica y social con una hiperinflación de siete dígitos y una fuerte recesión que ya lleva cuatro años. Estas dificultades económicas provocaron una masiva migración de venezolanos en la región que Naciones Unidas estima en unos 3,3 millones de personas, de los cuales 130.000 están en la Argentina.
Durante el gobierno de Maduro, la economía se redujo a la mitad y se contraerá 5% en 2019, según el FMI; además, el país y su petrolera cayeron en default y la producción de crudo, fuente de 96% de los ingresos, se redujo a 1,4 millones de barriles diarios, la más baja en 30 años.
En este contexto, el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, ha convocado a la población del país a una "gran movilización nacional" para el 23 de enero contra el presidente del país, Nicolás Maduro, tras un cabildo abierto frente a la sede de Naciones Unidas en la capital, Caracas, y ha recalcado que Maduro ha "usurpado" el poder y ha exigido la celebración de elecciones "libres". De hecho ayer Guaido fue detenido por el servicio de inteligencia y luego de una hora fue liberado.
Así están, lamentablemente, las cosas en el país venezolano, viviendo una crisis institucional inédita, que conviene recordar empezó con Chávez, quien creyó iba a ser el eterno presidente sumado a la corrupción, por ejemplo con el kirchnerismo. Ahora la crisis se ha profundizado radicalmente con un éxodo masivo de su población, una economía excesivamente debilitada y un futuro poco prometedor para este país caribeño...