Sociales

Género humano: reiteración sufriente y dolorosa

¡Si señor!, no queda otra alternativa... Somos una especie que podemos calificarla varias veces milenaria, y a pesar que creemos evolucionar, la evidencia real y tangible, nos muestra que en la asignatura a la cual deberíamos prestar más atención, (la de nuestro mundo interno), que es la que nos trae paz, felicidad y quietud interior, no le acercamos el suficiente cuidado, y seguimos cometiendo los mismos desatinos de siempre, a través de los milenios que van pasando, cargados de dolor, tormentos y agonías de muerte, fruto de un absoluto desprecio por las leyes que inexorablemente nos impone la Cosmogonía Planetaria, o Madre Natura, a fin de llevar una convivencia pacífica y equitativa entre hermanos, pero que en general detestamos a fin de imponer nuestra soberbia e irrespetuosa prepotencia personal por sobre los derechos de nuestros semejantes.

¿Y por qué decimos esto? Bien, desarrollemos un solo argumento como ejemplo general a fin de esclarecer el pensamiento.

Desde 2.500 Antes de Cristo, la civilización faraónica acostumbraba enterrar sus momias con muchos efectos personales a fin de (según su creencia religiosa) usarlos en el "más allá". Pero ¿qué ocurriría a posteriori del paso a la otra vida?, que los ladrones de tumbas desvalijaban las sepulturas a fin de negociar los objetos de valor que extraían de las mismas. Y hoy, 4.500 años después, tanto en nuestra zona como en el mundo entero, ocurre exactamente lo mismo; ¿dónde? ¿cómo?

En cierta medida, tanto en nuestra campaña como en ciudades y pueblos, existen muchas viviendas vacías, "tumbas" de lo que fueron antiguos hogares y lugares de residencia de numerosas familias, donde aún hoy reposan enseres que otrora usaban sus moradores, y que hoy, son fruto de rapiña de aquellos que (como en épocas faraónicas) pretenden continuar por el camino del robo y el pillaje, sin pensar ni razonar que tal cual lo hicieron aquellos ladrones de tumbas, tarde o temprano recogerán lo que sembraron.

En definitiva esta circunstancia nos muestra cuan poco hemos avanzado interiormente, pues si bien seres depravados que marchan por el camino de la oscuridad son los menos, existen, no solo como ladrones comunes, sino que los encontramos también en altas esferas gubernamentales y en sociedades corporativas de encumbradas posiciones sociales, donde el saqueo y la rapiña parecieran cosa común y corriente.

O entendemos y ejercitamos los milenarios y eternos preceptos de convivencia, necesarios para el logro de una sociedad planetaria feliz, o seguiremos llevando sobre nuestras espaldas el pesado yugo del dolor, la desidia y el tormento, por otros 4.500 años más, y recargando equivocaciones y desaciertos sobre nuestras descendencias, que al fin y al cabo serán los que heredarán errores y sufrimientos.

¿No sería mejor dejar como legado un mundo lleno de ventura, bienestar y felicidad?

Dentro cada uno de nosotros anida esa posibilidad. Hagamos que eclosione.

Autor: Antonio Fassi

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